ÍNDICE

Enseñanza 1: Doctrina de Cafh
Enseñanza 2: Vida en Oración
Enseñanza 3: La Imagen de la Divina Madre (12/12/1953)
Enseñanza 4: Adoración al Comienzo de un Retiro (21/01/1954)
Enseñanza 5: La Devoción a Nuestra Divina Madre (5/10/1955)
Enseñanza 6: El Maestro te Llama (10/12/1955)
Enseñanza 7: Parábola de la Samaritana (17/12/1955)
Enseñanza 8: Las Bodas de Canaán (2/01/1956)
Enseñanza 9: Parábola del Maestro donde manda a su Servidor para que invite a sus Amigos a un Banquete que Él dará esa Noche (14/01/1956)
Enseñanza 10: Parábola de los Discípulos que iban Camino de Emaus (21/01/1956)
Enseñanza 11: Educación de los Niños (14/03/1956)
Enseñanza 12: Acerca del Consuelo y la Aridez en la Oración (11/03/1956)
Enseñanza 13: Hacer el Bien a los Niños (17/03/1956)
Enseñanza 14: Sobre la Vanidad (24/03/1956)
Enseñanza 15: Palabras del Caballero Gran Maestre en la Ceremonia de Votos Solemnes de la Señorita María Esther (12/05/1956)
Enseñanza 16: Recogimiento y Reserva de Energías (19/05/1956)
Enseñanza 17: Somos una Reunión de Almas (9/06/1956)
Enseñanza 18: Éste es el Reglamento de Cafh (11/08/1956)
Enseñanza 19: Los Bienes de Cafh serán Intrínsecos (11/08/1956)
Enseñanza 20: Un Programa Social de Renunciamiento (15/09/1956)
Enseñanza 21: Las Virtudes Interiores (22/09/1956)
Enseñanza 22: La Dirección Espiritual Entendida por el Caballero Gran Maestre (6/10/1956)
Enseñanza 23: Trato dado a los Niños en el Colegio (17/12/1956)
Enseñanza 24: Las Vocaciones de Comunidad (18/12/1956)
Enseñanza 25: La Observancia (19/12/1956)
Enseñanza 26: Sobre la Meditación (20/12/1956)
Enseñanza 27: Los Superiores (21/12/1956)
Enseñanza 28: Conceptos de Cafh sobre Nuestra Vida de Obreros (22/12/1956)
Enseñanza 29: Santa Francisca Romana (23/12/1956)
Enseñanza 30: La Puerta Santa (30/03/1957)
Enseñanza 31: Amar a la Divina Madre (6/04/1957)
Enseñanza 32: Sobre el Misterio de la Divina Encarnación (13/04/1957)
Enseñanza 33: Como Hacer la Adoración por las Almas Desencarnadas (29/06/1957)
Enseñanza 34: La Casa se Mantiene sin Sostén (6/07/1957)
Enseñanza 35: Votos Temporarios (Septiembre 1957)
Enseñanza 36: Votos Solemnes de la Señorita Malka (3/10/1957)
Enseñanza 37: Votos Perpetuos (11/02/1958)
Enseñanza 38: Presentación del Caballero Delegado de las Tablas Argentinas (23/05/1958)
Enseñanza 39: Adoración por las Vocaciones (28/11/1958)
Enseñanza 40: Recomendaciones sobre Educación (29/11/1958)
Enseñanza 41: El Examen Retrospectivo (25/04/1959)
Enseñanza 42: Nuestra Vida de Holocausto (10/01/1060)
Enseñanza 43: Ceremonia de Votos Solemnes (30/01/1960)
Enseñanza 44: El Corazón de la Divina Madre (6/02/1960)
Enseñanza 45: Ofrenda de Vida (13/02/1960)
Enseñanza 46: El Cuerpo Místico de la Comunidad (26/06/1960)

Enseñanza 1: Doctrina de Cafh

Estuve haciendo estadísticas y se puede decir que todas las religiones tienen más o menos el mismo número de fieles. ¿Cuál es universal, cuál abarca a toda la Humanidad? Ninguna.
Pero si la Providencia ha dispuesto que se adapten según el país, carácter de las personas que lo habitan, clima, si ha permitido que se desarrollaran, quiere decir que estas religiones son mensajeras de la Revelación, que tienen una tradición que se remonta al origen primordial de nuestra raza.
Y si estudiamos profundamente los dogmas y doctrinas de las religiones vemos que concuerdan, que tienen una base fundamental y que las divergencias que existen son siempre los misterios que no se pueden solucionar. ¿Quién ha podido solucionar el misterio de si prima la gracia o el libre albedrío? ¿Si Dios creó el mundo de la nada o lo hizo emanar de sí? ¿Quién puede sabe esto? Ningún ser humano.
Todas las religiones derivan de la verdadera religión universal que es la que dirige nuestra raza desde los principios.
La tradición y la revelación de las religiones son verdaderamente las ideas que le fueron dadas por los Divinos Instructores de la Raza, ha sido la Revelación verdadera que le fue transmitida y la imagen de la Idea Madre, la labor que tenía que desarrollar el ser sobre la tierra y cuáles eran los medios sobrenaturales a su alcance para desarrollarla.
El Hijo de Cafh ha de tener ideas bien definidas. La creencia del Hijo en Dios ha de ser algo fundamental.
Hablo de la creencia de Dios en un sentido trascendente, porque, desde luego, que si dos personas se ponen a un nivel de discusión, y uno dice: “Dios es el todo”, y el otro dice: “Dios es el que creó todas las cosas”, el que cree en un Dios creador, esa es una idea, una ideología. Otros tienen otras ideas y así sucesivamente; pero no vamos al caso.
La verdad de Dios es el conocimiento fundamental, ese conocimiento seguro que existe en el alma de que hay un principio fundamental del Universo. Ahora si este principio fundamental del Universo ha emanado todo de sí mismo, todo el Universo es emanación del mismo. Entonces se puede decir que Dios creó de la nada todas las cosas, porque en sí Dios no tenía más que sustancia y de esa sustancia creó todas las cosas.
Los que creen en un Dios creador dicen que Dios creó de su esencia o de su pensamiento. Todo es lo mismo.
Lo importante es creer en ese Dios trascendente y real, en la existencia de un principio cósmico invisible del cual proceden todas las cosas. Esa es la base fundamental.
Que un Hijo crea que Dios tiene un aspecto o que Dios tiene otro aspecto, o que no tiene aspecto, eso es una cosa que cada uno puede tomar según su inclinación y según la educación que ha recibido; pero la base fundamental permanece intacta.
El hombre ha de reconocer que como ha sido puesto sobre la tierra frente a la Humanidad y frente al Cosmos, con su razón, con su capacidad emocional y comprensiva, no puede abarcar los misterios de Dios en su totalidad y entonces siempre queda ante él el misterio de la gracia y del libre albedrío.
Su mente puede alcanzar hasta un punto con el libre albedrío, pero hay cosas que es imposible que él capte, y si lo hace es a través de un estado súper consciente, la gracia.
Una creencia inmutable, fundamental, es que ningún hombre ha visto a Dios ni ha podido comprender la inmensidad de Dios.
Si ninguno puede comprender esto, entonces, hasta cierto punto, es necesario el auxilio del que ya conoce, de quien ha escalado el Sendero o viene de otro plano que conoce la verdad. Es el misterio del ser divino que viene hacia nosotros. Todas las religiones creen en un ser divino, en una reencarnación, en un Hijo de Dios.
Ésta es una creencia fundamental. El hombre abarca hasta un cierto punto, pero después necesita la ayuda; logra un punto, vuelve a hacer otro pedacito de su sendero espiritual y de su ascensión, solo.
La creencia fundamental e indispensable es la trascendencia divina hasta más allá de todas las cosas. Existen en el mundo las fuerzas del bien y del mal que desparecen cuando el ser ha alcanzado un estado de superación. En el mundo tiene que luchar con el bien y con el mal.
Algunas religiones han separado el bien y el mal con un corte: la materia es lo malo y el espíritu es lo bueno.
Ese punto de vista se esfuma por sí solo. Reconoce que el bien es la presencia del ser divino en el ser y el mal es su ausencia de nuestra alma.
Cuando se tienen estas verdades fundamentales en las manos es cuando entonces se ve la grandeza de Dios, la pequeñez del ser humano y los medios para alcanzarla.
La vida nuestra, que se distingue de la vida del mundo, nos enseña que el hombre alcanza la liberación a través del Sendero, no a través del sendero dogmático, revelación impuesta, unidad arbitraria, sino a través del esfuerzo místico que lleva al alma a su liberación.
Éste es el nexo de Cafh.
Cafh es un sendero místico y trasciende los cuadros dogmáticos establecidos para realizar a Dios a través de la mística de la Renuncia.
No desconoce el valor de los dogmas, de la Revelación de la Unidad, pero reconoce que sin el esfuerzo místico nadie podrá llegar a una liberación.
Cafh tiene una doctrina universal, quiere decir la que está en todas las religiones; y tiene la doctrina de su experiencia, de sus Hijos.
Muchos confunden una doctrina con otra. Por ejemplo: en ninguna Enseñanza se impone creencias fuera de la creencia de la Divina Encarnación, del Camino Místico de la Renuncia. Después no impone creencias. Yo defiendo la reencarnación, pero en la Enseñanza de Cafh no hay ninguna que refiera y asevere que esa es la Verdad.
Las doctrinas dicen que esto es justo o dicen lo otro, pero Cafh no se define, no se impone una creencia; el alma es libre; hasta que uno no tiene una prueba divina no puede asegurar la verdad.
La reencarnación debe ser cierta, sino no habría nada que probara el Plan Divino. Pero cuándo se efectúa eso no se puede dilucidar. No hay seguridad de que los seres vienen una sola vez y Cafh no lo afirma. Ningún ser ha venido a afirmar que no existe el regreso del alma a la tierra.
Es necesario que ustedes sepan distinguir la doctrina de Cafh de las doctrinas de otros senderos.
La doctrina inmutable de Cafh se asienta sobre la mística, o sea sobre el esfuerzo del alma para su realización interior.
Es bueno que se lean libros; pero algunos leen libros y afirman lo que el libro dice, quieren hacerse todo un concepto de esa idea sin rechazar o refutar. No sólo eso, sino que cambian nuestros principios porque esa doctrina que ellos exponen no está escrita en los principios fundamentales de Cafh.
Cuántas veces han venido personas y me han dicho: un alma mala puede perderse como alma; eso lo dice la señora Blavatzky. Yo la respeto, pero no creo en eso; jamás creeré que un alma pueda perderse como alma.
También hay otros que afirman que el alma humana en sí no es una participación completa de Dios; quiere decir que el espíritu es indivisible, pero que el alma es algo completamente separado, ilusorio. Cafh no cree eso; Cafh cree que el alma humana es parte del espíritu divino.
Es bueno que tengan conceptos claros y fundamentales de su doctrina, porque no se puede admitir que un Hijo pertenezca a Cafh y no posea las nociones fundamentales de su doctrina. A los del mundo hay que orientarlos.
La doctrina es muy importante, hay que atesorarla en el corazón, meditarla mucho, que sea el tema de las meditaciones, amarla intensamente y hemos de reconocerla como la única que nos puede dar la salvación.
Si reconocemos que ninguna religión es universal hemos de creer que todas, cuando llegan al punto más alto y sublime, son verdaderas. Son esenciales cuando forman almas grandes, quiere decir, cuando desarrollan una mística y la mística es la única y verdadera realización de Dios sobre la tierra.
Ninguna religión nos puede salvar si la realización no viene a través de la mística, que es ayudada por los protectores, por la Santa Madre y por la inmensidad del Principio Cósmico que nos asiste.
Para desarrollar ese concepto les recomiendo que lean buenos libros para que ustedes puedan dilucidar la verdad.
Uno, a veces, se aburre con los libros; hay tantas cosas; pero, por ahí, encuentra la luz de la mística, de la verdad, y basta una frase para darnos la satisfacción de haber leído todo un libro que nos parecía inútil, que no estaba de acuerdo con nuestra forma de pensar.
Muchos esperan la nueva religión. Si así fuera, ésta no sería más que una nueva religión que vendría a sumarse a las otras. La verdadera religión es la sublimación de las religiones, la realización de las almas privilegiadas de todos los sectores del mundo. La verdadera tradición que han alcanzado todos los grandes místicos que lograron la realización.
Lo importante es no encerrarse en un cuadro ideológico y doctrinario; así la mística de la Renunciación nos dará la perfecta liberación.

 

Enseñanza 2: Vida en Oración

Verdaderamente, han de ser ustedes muy dichosas de poder orar en este lugar que es privilegiado.
La esencia de la vida de Ordenación es la oración; y si bien la vida del ordenado es una oración continuada, porque aún cuando duerme sigue orando a través de sus sueños y buenos deseos, el lugar de oración propiamente dicho es de un valor inestimable y total. ¿Cuánto hace que tenemos nuestra capilla aquí y ya esta perfectamente magnetizada?
La Divina Madre ha recibido el homenaje de sus Hijos y desde acá irradia sobre el mundo; es otra casa de oración que irradia sobre las almas.
Ustedes bien saben que los seres del mundo, cuando todo les va bien, cuando tienen la solución de todo y todo es felicidad en la vida, no se acuerdan a veces del lugar de oración; pero cuando tienen una pena, cuando están afligidos, ¿adónde van? A la iglesia, al templo, a un lugar de oración; y nosotros los Ordenados en nuestras casas tenemos un lugar dedicado a la meditación, a la oración para que las almas que no están presentes reciban consuelo, alivio, fortaleza en sus necesidades.
La oración, además, para nosotros es todo. Digo la oración sencilla, no las grandes oraciones, estados interiores, sino la sencilla oración de pedir, de mirar a nuestra Divina Madre, aunque sea una imagen, nada más que una imagen, y decirle todo el sentir de nuestra alma, necesidades, afanes, alegrías, sinsabores, nuestro bien y nuestro pequeño mal. Pedir siempre es para el alma un consuelo y fondo de paz inagotable.
Recuerden lo que dice Santa Teresa: “La oración de las almas consagradas es como la lluvia del cielo, pero a veces esa lluvia no es mandada por Dios y entonces el alma tiene que sacar agua del pozo”.
Vuelvan las almas consagradas a la oración sencilla, de corazón a corazón. Sobre todo ahora que para esta Comunidad viene la época del recogimiento en que pasa el trabajo fuerte, pueden dedicarse más a la estricta Observancia y a la Oración, este año más que nunca.
Es bueno empezar por esta oración hablada, de viva voz. Y es la oración que se hace acá en la capilla.
Ahora recuerdo algo. Espero que ahora que no tienen preocupaciones, que no las vea cabecear de noche, estimadas Hijas. Miren que ustedes parecen esos pajaritos sobre el árbol, que están derechitos y que por ahí se les cae la cabecita.
El Caballero Gran Maestre dijo que en el asunto de las roturas había sido engañado y que eso era lo que más le dolía, que no era tanto el valor de las cosas como el de las palabras. Agregó: Hijas, sean exactas en sus palabras: “Está hecho o no esta hecho. Sí o no.”
Aquí el Caballero Gran Maestre dio a las Señoritas algunas instrucciones para los meses de vacaciones y agregó que desearía que aprovecharan estos meses de paz. Se ve en ustedes que la Divina Madre mora en el corazón de ustedes; pero digo yo de ese otro contacto con la Divina Madre, vivo, que se logra con la oración, recitando oraciones vocalizadas. Hay que recitar muchos salmos para, en una palabra, hacer como si la Divina Madre nos llamara de vacaciones y nos dijera: “Vengan, Hijas”. Ella atiende, les alcanza las cosas, y ustedes le hablan a su buena Madre.
En realidad, Ella es la síntesis de la maternidad, es la corona de divinidad, la fuerza de la fe, esperanza de los que van a venir, ejemplo de nuestra vida consagrada de Ordenación; vamos a escondernos en sus brazos.
Es bueno que, como nuestra vida es rígida, tengamos un poco de expansión y sentimientos con Ella, tengamos mimos, nos estrechemos contra su Celeste Corazón.
Ella está deseosa de estar a solas con nosotros; continuamente vigila nuestros actos, inspira nuestras palabras y dirige nuestros movimientos.
Está deseosa de estar con nosotros en un contacto vivo, humano, de dependencia, ansiosa de comunicarnos los tesoros de su gracia y corazón.
Reavivemos en sus manos nuestras promesas de amor; Ella está deseosa de que nosotros, en una palabra, vayamos a Ella.
Nuestra Divina Madre seguramente no sólo está como ser encarnado. Como ser de amor, tiene una predilección especial por las Hijas Ordenadas de la Sagrada Orden de Cafh. Me lo ha dicho especialmente.
Así que ustedes pídanle por todos los que necesitan y serán escuchadas; díganle todos los pequeños pesares y ansias, díganle sus penas y deseos, porque todos los tenemos, aún los deseos santos.
Todo lo que esperan para el año que viene, todas las obras que quisieran cumplir, todos los niños a quienes quisieran beneficiar y Ella las escuchará.
Díganle todos los proyectos para que Ella sonría benévolamente o sacuda la cabeza, pero siempre quedaremos contentos porque Ella conoce nuestras aspiraciones: el Colegio en Córdoba, el asilo de niñas, el deseo de levantar una escuela de oficios, y Ella escuchará benévolamente, así como los padres escuchan las fantasías de todos los hijos.
Acercad vuestro corazón a su Celeste y Adorable Corazón.

 

Enseñanza 3: La Imagen de la Divina Madre (12/12/1953)

¿Cuál es el significado de las imágenes que adornan los templos y santuarios? ¿Cómo es que la Divina Madre puede ser representada así, tan corpóreamente material y en actitudes tan distintas las unas de las otras? Ya sea en el rostro cándido y puro de una niña que lleva en sí todos los sueños por realizar, ya sea como una madre con un niño en sus brazos, ya sea como la Virgen al pie de la cruz de su Hijo en cuyo rostro se refleja todo el dolor del mundo, siempre está allí la Madre Divina, la Madre que es en sí el Cosmos, los Universos, los Mundos, los Planetas, el hombre en fin con todo su bien y su mal, su dolor y su gozo.
¡Divina Madre! Ella ha tomado esas formas para acercarse más al mundo y su símbolo más sublime es María, la Iniciada Lunar, a quién le cupo la misión divina. ¿Qué entendemos por la Virgen Santísima, la Madre de Cristo? Es el ser que eligió la Divina Madre, la Madre del Universo para que encarnara en él su Hijo, el Cristo.
¿Pero cuál es el valor real de esas imágenes? Ellas están allí sobre los altares y santuarios adornándolos, pero no tienen un valor real hasta que los devotos las visten con sus oraciones, con su adoración continuada.
Hijas mías: vestid a esa imagen, de tan hermosa expresión, que poseéis en vuestra capillita, pero vestidla con vuestras virtudes, con vuestro silencio y recogimiento, con vuestra Realización.
¡Hijas de la Renuncia! Comprended que la verdadera Renuncia no consiste en dejar el mundo, los familiares, los amigos, el trabajo. ¡No, Hijas, no! Ésa es la renuncia externa, ése es un valor positivo y el mundo está al día de hoy pleno de valores positivos. La Renuncia verdadera, divina, es la Renuncia Interna, aquélla que es de vuestras almas, aquélla que está constituida por la realización plena de los valores negativos, aquéllos que el mundo no ve, no conoce.
¡Hijas mías, haced que el tiempo no exista para vosotras! Pues el pasado no os pertenece, está muerto, el presente tampoco y el futuro menos aún; todo el tiempo está depositado en las manos de la Madre. Vosotras habéis dejado el tiempo del mundo y estáis en la eternidad. El trabajo que realizáis, aquél que el mundo ve, no es de importancia, no cuenta para la Madre; aquél que importa es el que os va despojando de vosotras mismas, es el trabajo que sólo vive en una renuncia continua. Recordad que no tenéis nada, nada, pues todo se lo habéis entregado a la Madre, lo bueno y lo malo, lo puro y lo impuro.
Ella os abrió la Puerta y no os preguntó nada; sólo bastó vuestra ofrenda. No os preguntó si erais puras, buenas, perfectas, ricas o pobres. Nada de eso miró; simplemente os tomó porque os disteis. No importó si el voto era temporario, solemne o perpetuo; a todas os habló por igual.
Hijas Ordenadas de Embalse: ¿os dais cuenta de la gracia maravillosa que os ha sido otorgada?
Ella os tomó del montón sin tener en cuenta lo que erais, únicamente porque respondisteis a Su llamado entregándoos. ¡Y cómo clama Ella al mundo que se dé así, que escuche su Voz por un momento! Pero mirad, la Madre Divina os ha elegido; trabajad entonces, trabajad sin descanso, pero dentro de vosotras mismas. Vosotras estáis muertas para el mundo, pero ahora trabajad por ese mundo en la Obra de la Madre. Y, sobre todo, orad mucho; que vuestras vidas sean de continua oración, de recogimiento, de Silencio, porque ahora la Madre Divina os está tendiendo la Mano para que depositéis en ella vuestra pequeña gota de sangre. Reflexionad: ¿No es vuestra misión la más maravillosa que pueda alumbrar al mundo en este momento? Pensad un poco en lo que os ha tocado hacer, pues la salvación del mundo no estará en manos de los científicos, de los artistas o de los políticos, sino de aquellos que sirven a la Madre despojándose de sí mismos.
¡Mirad qué misión os ha tocado! El mundo al día de hoy ha comprendido, pero no ha seguido la obra de Cristo. Cristo vino pero los hombres no han seguido su ejemplo. Se acerca ahora el momento de la Nueva Encarnación de la Divinidad, la Divina Encarnación que hará que cada hombre se realice a sí mismo convirtiéndose en un pequeño Cristo.
¿Y cómo hace la Madre para descender sobre la tierra? Pues toma un núcleo de seres que estén preparados a dar su sangre para moldear el Cuerpo Divino. Vuestra misión es transformaros en madrecitas de ese cuerpo -¡oh! Mirad si no es maravillosa vuestra tarea- qué cerca está la Madre de vosotras. Deteneos a reflexionar un poco y veréis en la luz que Ella os da, lo divino de vuestras posiciones y la gracia que os ha sido otorgada. ¡Cuántas mujeres, jovencitas, hay en el mundo que luchan en la oscuridad sin encontrar donde depositar su fe, sus anhelos, sus aspiraciones, sus virtudes! ¡Cuántas chicas, jovencitas, desearían encontrar lo que vosotras tenéis, dejarlo todo, para ir en pos de ello! Pobres almas que deben luchar y caer y que buscan en el mundo de las sombras.
Orad mucho y renunciad porque en esa renuncia esas almas encontrarán lo que buscan. Que el amor mueva todas las fibras de vuestros corazones para ofrendar vuestra sangre en holocausto de esas almas que se debaten en la miseria y la oscuridad, entregadle vuestra sangre a la Madre para que pueda Ella descender sobre la tierra y que esa Divina Encarnación pueda ofrendar al mundo una vida nueva.
Vosotras sois las madrecitas de esa Encarnación y en vuestro trabajo reposará su Cuerpo. Trabajad entonces en él; haced como el pintor que esboza primero un cuadro, hace un borrador y otro, y otro, hasta que llega el día en que la idea genial, la verdadera, ilumina en su interior y se plasma en la tela dando nacimiento a la Obra Maestra.
Hijas: así vosotras debéis trabajar para entregar vuestra sangre a la Madre, pues sin esa sangre no puede realizarse nada y ella es el barro con el que trabaja la Madre Divina para soplar luego sobre él y darle vida. Volcaos vosotras en esa ofrenda a la Madre y veréis entonces que si trabajáis con amor y ahínco las piedras del mundo se convertirán para sostener la Obra Divina.

 

Enseñanza 4: Adoración al Comienzo de un Retiro (21/01/1954)

¡Madre Divina! Te pedimos, Madre Amada, que el cumplimiento estricto y fidelísimo de la Observancia nos acerque a Tí, nos haga formar parte de Tí, seamos consubstanciales contigo; que la Observancia perfecta rija nuestras vidas en tal forma que nos transforme activa y verdaderamente en nadie; que podamos decir: Madre, no soy yo, Tú eres; no soy yo el que vivo, Tú eres la que vives en mí.
Que podamos, Madre, ser tan simples, tener tanta necesidad de serlo que nos olvidemos de nosotros, que no pensemos tanto en nosotros mismos, en nuestros problemas, nuestros defectos, en nuestras dificultades, en el lugar que podamos ocupar, en lo que nos podamos merecer. Trabajar con la misma alegría en las humildes tareas.
Nosotros no somos nada. Somos como una mesa, una silla, un carro. La mesa fue formada con maderas cortadas, sacadas de otra más grande, el carro con sus ruedas, sus tornillos, sus ejes; todo fue agrupado y sacado de algo mayor. Lo mismo nosotros que ante tu solo soplo desaparecemos y ya nada queda de lo que éramos.
Por eso, Madre, debemos amar solamente el cumplimiento de lo que Tú nos ordenes a través de los Maestros, de los Superiores. Obedecer a Su voz con la simplicidad y rapidez que no intervenga para nada nuestro yo, nuestros intereses; eso es para el mundo. Pero nosotros tenemos la Observancia que es la práctica de todas las virtudes juntas y sólo debemos aspirar a su perfecto cumplimiento.
Volcarnos en los Maestros y Superiores con la fe y la confianza, con la integridad y sinceridad del Hijo cabal y simple que va hacia su Madre, pues sabe que Ella es la única que lo puede consolar. ¡Oh, Madre Amada, amor nuestro, esperanza nuestra, otórganos, Madre, esta virtud para que seamos más tuyos, para que Tú, Madre, seas verdaderamente nuestro único amor! Que sepamos escuchar la voz de nuestros Superiores que es Tu Voz para que nos abandonemos en Tus Brazos como el niño recién nacido, que amemos sus reproches y busquemos ser corregidos para que la Muerte Mística se transforme en un preludio, en un cielo anticipado.
Bendice, Madre, en este Retiro a Tus Hijas Ordenadas, y a Tu Seminario, donde reine la Observancia en tal forma que las que hoy son dos, mañana sean doscientas y pasado dos mil; y a tus Hijos Solitarios y Patrocinados del mundo para que se cumpla Tu Obra Divina sobre la tierra.

 

Enseñanza 5: La Devoción a Nuestra Divina Madre (5/10/1955)

La ventaja que nos da la devoción a nuestra Divina Madre es la facilidad de contacto con la Divinidad. Dios es Dios. Dios es algo abstracto que con nuestra pobre mente no podemos comprender ni penetrar. La idiosincrasia del hombre de nuestra época exige algo que se adapte a nuestra humanidad: un puente entre la tierra y el cielo.
La raza nuestra ha alcanzado el grado más elevado en el nivel intelectual; a más no puede llegar. Pero al inclinarse tanto hacia la razón ha dejado a un lado, estática, a la intuición. Para tener la fuerza de orientarse hacia ella y desarrollarla para la nueva raza, esperamos al Maitreya.
Estamos acostumbrados a comunicarnos por medio de los sentidos y vivir hacia el exterior. El hombre en su progreso, tiene una trayectoria ascendente que es la de su inteligencia; ha llegado a un punto en que nada le es imposible con su razón, pero la trayectoria de su intuición ha quedado estática. Por eso el hombre desarrolla sus ciencias, todo lo puede explicar, pero a la Divinidad la deja allí: no puede explicarla, la comprende intelectualmente pero no la vive. Llega un momento en que la mente queda impotente ante los porqué de la vida y se sume en la desolación más profunda, porque en su oración desvincula lo divino de lo humano.
El hombre debiera orar mientras trabaja, sufre o goza.
Dios reside en lo que está más allá. Para la razón es algo abstracto. Nosotros no podemos penetrar en ese misterio si la Madre Divina no nos introduce en él. Ella es la Manifestación de Dios, la que está más próxima a nosotros por nuestra idiosincrasia.
Seamos devotos entonces de la Imagen de la Divina Madre y así como las religiones tienen su Jerusalén, su Meca, nosotros la tenemos a Ella.
Seamos verdaderos devotos de la Divina Madre: que Ella sea nuestra Maestra, Confidente, Consejera, nuestra Amiga. Todo se lo debemos contar a Ella y todo lo solucionará si en ella confiamos. No hay problema que Ella no nos solucione.
Debemos hacerla bajar del altar y tenerla a nuestro lado en todo momento. Hacer de Ella algo real y vivo, no algo abstracto y lejano.
Que la Madre Divina sea la obra de arte de la vida espiritual, que cada Hija se haga su imagen propia de la Madre y que la vista con todo lo que ella quiere y anhela ser, con todo lo ideal: la pureza, la bondad, la obediencia, el silencio y la fidelidad que anhelamos para nosotros. Pongamos en Ella nuestras virtudes. Que sus Manos, sus Pies, su Rostro los creamos de acuerdo a nuestro ideal de belleza: que tenga las manos que yo amo, que Ella vaya siempre con nosotros.
Veamos en Ella a la Ordenada perfecta, tal cual la soñamos.
Por un acto humildísimo de amor nos ha tomado Ella misma de la mano para conducirnos a la Eternidad. No hagamos de Ella algo abstracto e inaccesible. Para llegar a lo abstracto, a lo Infinito, debemos cruzar el puente que une lo humano con lo divino y ese puente es la imagen de nuestra Divina Madre. Sin pasar por él no podemos llegar.
Esa imagen está en todo lo que nos rodea. En la naturaleza, en los seres, en un árbol.
La Dama Vye le dio una vez al Caballero Gran Maestre una imagen de Jesús elevando sus ojos al cielo. Esta imagen era la reproducción de una pintura hecha por una mujer. Esta mujer estaba por morir cuando Jesús se le apareció y, mostrándole el cielo, le dijo que ella moriría cuando hubiera terminado de pintar su Rostro tal cual lo veía en ese momento.
La mujer sanó y comenzó la obra, pero nunca la acababa porque siempre tenía algo que retocar y perfeccionar. Cuando dio el último toque habían pasado veinte años, y entonces murió.
Nosotros, como ella, debemos lograr una imagen perfecta de la Madre, y cuando esto suceda podremos morir, pues estaremos perfectamente identificados con Ella.

Enseñanza 6: El Maestro te Llama (10/12/1955)

“El Maestro te llama” fueron las palabras de Marta a Magdalena cuando ésta lloraba sobre la tumba de Lázaro. Al Maestro, más que la muerte de Lázaro pareciera que le interesaba saber dónde se encontraba Magdalena. Parece decir: “Alma consagrada, levántate, no llores por cosas humanas”. El Maestro quiere nuestra fe absoluta, nuestra dedicación, que todo nuestro amor sea para Él; para eso la Madre Divina nos ha quitado todas las preocupaciones al darnos su Divino Hijo por Esposo.
El Maestro quiere primero la prueba de la fe y luego obra el milagro de la resurrección; quiere que el alma siempre esté pronta a su llamado, a darle su fe, su dedicación íntegra.
La Magdalena llorando ante la tumba de su hermano simboliza al alma, que en su aspecto humano, vuelve los ojos hacia el mundo y llora con él dejando lo divino.
“Almas consagradas: abrid bien los ojos y con el corazón en las manos estad siempre dispuestas al llamado del Maestro”. El Maestro está aquí y te llama. Él quiere que el alma que ha sido consagrada a Él, todo lo olvide; después hará Él el milagro de la resurrección de Lázaro.
Por más distraídos que estemos, volvamos siempre para arrojarnos a los pies del Divino Amador. El alma debe acercársele, darse, para que Él pueda darle todo su amor y ternura. Él siempre está allí, esperando al alma; no va al alma, sino espera que ella lo ame para acudir. Esto nos habla de la grandeza de su amor, de la belleza de sus sentimientos.
Por eso la nuestra es la más extraordinaria de las vocaciones. De entre toda la Humanidad hemos sido escogidas unas pocas para que, libres de preocupaciones del mundo, llevemos una vida toda dedicada al culto del amor hacia el Hijo que la Madre Divina nos ha dado por Esposo.
El Maestro siempre está a nuestro lado.
¿No es el mayor de los milagros? ¿El haber escogido a lo más imperfecto, a lo más humilde para amar? Cuando nuestro amor, el entusiasmo que sentimos ante lo divino es como la flor de un día, pues siempre volvemos a caer y sin embargo Él sigue llamándonos, Él que, como Hijo de la Madre Divina, posee a todos los mundos, el cielo, los ángeles y nos ha elegido a nosotros.
Siempre tengo presente a Santa Teresa de Jesús que sentía casi tangible la presencia del Maestro durante el día, después de la aridez en la oración. Ella dice que aún en las épocas de mayor sequedad y aridez, cuando no podía orar y el Nombre de Dios nada despertaba en ella, sin embargo, sentía una Presencia, que Alguien estaba allí y a veces era tan fuerte que casi podía tocar. Así también el Maestro siempre está allí mirándonos, llamándonos. Cuando el alma es verdaderamente escogida, consagrada, nunca pierde esa Presencia.
Sólo las almas consagradas pueden tener esa Presencia divina a su lado, a través de la atención continua.
Esa presencia nos sume en la humillación de nuestra miseria, de nuestra debilidad, inestabilidad, y al mismo tiempo llena el alma un sentimiento de gozo, ya que de entre todas las bellezas del Universo ha escogido nuestra alma, a nosotros, pobres hombres de tierra, llenos de tinieblas, de sueños, de miserias.
¡Milagro que sólo el amor puede comprender!

Enseñanza 7: Parábola de la Samaritana (17/12/1955)

El alma consagrada ha de estar siempre al lado del pozo para dar de beber al Maestro cuando viene. Nunca ha de encontrarla éste descuidada o sin previsión: “Estad siempre preparadas, Hijas mías”.
La Samaritana fue al pozo y encontró allí al Maestro. Este le dijo: “Dame de beber” y ella sorprendida le preguntó cómo Él, Nazareno, le pedía a ella de beber. El Maestro le contestó que si ella le daba de beber, Él le daría un agua eterna que saciaría su sed para toda la eternidad.
Él tiene el agua de la vida eterna, pero mendiga nuestro amor para saciar su sed. Todo lo tiene, posee a los mundos y el Universo todo, pero mendiga nuestro amor.
Por eso le dice a la Samaritana que aún si acabara de pecar, pero le entregara su corazón, de ella serían las aguas y las gracias eternas: ¿Qué son tus pecados delante de mí? ¿Qué importa nuestra miseria si ni ella puede separarnos de Él si le damos de beber?
Él es el Divino Prisionero de amor que, encerrado, contempla por entre las rejas de su ventana a los niños que juegan abajo, en la calle, animando sus juegos y siguiendo sus miradas.
Si le damos de beber surgirá una fuente que lleva hasta la Vida Eterna.

Enseñanza 8: Las Bodas de Canaán (2/01/1956)

Aquél que quiera orar ha de imitar a nuestra Divina Madre. Ella ha de ser nuestro modelo en la oración, nuestra Maestra de oración.
En el Evangelio, la Virgen María ofrece un ejemplo perfecto de la oración: Las Bodas de Canaán. Grande había de ser al intimidad entre María y los desposados para que Jesús, ya comenzada su vida pública, accediera a acompañar a su Madre. Grande había de ser la intimidad entre María y los desposados cuando ella se encontraba sentada tan cerca que pudo enterarse que, por una imprevisión, se habían quedado sin vino y comprendió la vergüenza que esto significaba para la familia. Se acercó a Jesús y le dijo simplemente: “Ellos necesitan vino”. A esto el Hijo le responde: “Mi hora no ha llegado todavía”.
Pero ella insiste con firmeza y luego vuelve a su lugar en silencio.
Al poco rato el Maestro llama a los sirvientes y les ordena que traigan unas tinajas de agua. Las bendice y transforma el agua en vino con gran alegría de los desposados.
Todo se le puede pedir al Esposo Divino y todo lo dará Él al alma consagrada, pero hay que saber pedir.
La oración ha de ser viva y contundente. El alma se pregunta: a) qué, b) cómo, c) cuándo debe pedir.
Primeramente, no se consigue lo que se pide porque no se sabe pedir.
El alma continuamente hace una trayectoria de un polo a otro. Va de la teorización a la materia. Cuando su estado es de euforia, de gran alegría, crea imágenes, ilusiones, fantasea y en eso pierde toda la alegría, construye castillos en el aire. Cuando está deprimida se hunde de tal forma en la materia, en su miseria, que hasta se olvida de orar. Pide muchas cosas, demasiadas y su oración no es contundente porque se detiene a pensar si no es demasiado material o personal aquello que pide.
Por eso María, la Virgen Divina, es un modelo perfecto de oración. En todo el Evangelio jamás se la ve pedir, salvo en las Bodas de Canaán. Ella siempre está compartiendo el dolor del Maestro: lo acompaña al pie de la cruz y aún en la cúspide de la carrera pública de su Hijo, cuando Ella llama a la puerta y le van a decir a Jesús que su madre y sus hermanos están afuera, Él no la reconoce, pues responde que su madre y sus hermanos son aquellos que escuchan su palabra. Ella no es oída ni habla, sino es en las Bodas de Canaán. Pero cuando lo hace es porque sabe lo que tiene que pedir y permanece firme en su pedido; más aún, exige ser escuchada. Sabe que lo que pide es necesario y sabe que su Hijo puede darlo. a) ¿Qué pide? No pide nada extraordinario, nada espiritual, nada místico; pide algo material, común, pero necesario; b) para salvar la honra de sus amigos. c) Por eso se levanta con firmeza y va hacia su Hijo y ante su negativa Ella insiste. Tiene derecho a insistir, sabe que Él puede dar. Cuando Él hace traer las tinajas de agua se cumple la esencia, el substratum de la oración: la transmutación. No importa que el pedido sea material. En las manos Divinas se transforma: da salud, solución económica.
Así tienen que ser las Hijas del Altar Divino: Adorar siempre en silencio, pero cuando se pide al Esposo Divino hay que hacerlo con firmeza, con insistencia, seguras de que Él todo lo puede dar.
Entonces su pedido ha de ser continuado, sin intermitencias, creando una onda de vibración tan fuerte que llegue al corazón mismo del Esposo. No hay que detenerse a dudar si es necesario o muy material, si vale la pena molestarlo por algo aparentemente mundano. Pedir como la Madre Divina: no mendigaba, no era una pedigüeña, pero cuando pedía era contundente.
Luego callar y abandonar el pedido a la Voluntad Divina.
Insistir aún ante la negativa del Maestro: hacer como Santa Rosa de Lima que libraba verdaderas batallas con el Maestro. Ella le decía: “Quiero esta alma, dame esta alma” y cuando Él le contestaba que era un pecador perdido, Ella le contestaba: “No importa, quiero que me des a ese pecador, quiero su alma”. Y su pedido, su fe de amor llegaba como una flecha encendida al corazón del Maestro y Él se la daba.
Ustedes tienen que aprender a orar, saben orar pero hagan de la Madre Divina su Maestra, lean en su libro siempre abierto las Enseñanzas y conozcan el secreto para hacer de la oración algo vivo y contundente.

Enseñanza 9: Parábola del Maestro donde manda a su Servidor para que invite a sus amigos a un banquete que Él dará esa noche (14/01/1956)

El servidor vuelve con la noticia de que ninguno puede asistir: uno a causa de una cita anterior, otro por otra cosa y otro por otra. Entonces el Maestro, con gran dolor, manda a su servidor para que vaya a la plaza e invite a todos los mendigos y menesterosos.
El Divino Maestro llama a las almas, a aquéllos que son sus amigos, que han estado a su lado, las llama constantemente, quiere que estén siempre dispuestas a acudir a Su Llamado al instante.
Él las tomó, las sacó del mundo, de su miseria y las llenó con las gracias de su amistad, pero quiere que ellas estén siempre prontas a su llamado. Cuando ellas se envuelven con el mundo, elige a las más pobres y miserables y las invita a su cena. Ésas son las pocas almas escogidas, que sólo pueden mantenerse en ese lugar a través de su esfuerzo y la ofrenda de todo su ser.
Por eso el Maestro dice algo que pareciera incompatible con su amor y misericordia: “Odia a tu padre, tu madre, tus hermanos, amigos y compañeros”. Odiar al padre y a la madre o sea al mundo físico, la sangre que es la raza, la nacionalidad, la religión; a los hermanos o sea al mundo de la personalidad con sus costumbres, hábitos, impulsos, sentires, estudios, cultura, con sus pasiones y deseos; a los amigos y compañeros, o sea a las ilusiones, los ideales de la mente. Que nada de esto se interponga entre Él y el alma y le impida a ésta acudir a su llamado.
Lo humano y lo divino no pueden existir en el alma al mismo tiempo. Por eso el Maestro dice: “Odia, aborrece al mundo”, porque si el mundo no muere en nosotros, no podremos permanecer prontos a su llamado porque siempre habrá algo que lo impida, que obligará al alma a posponer la respuesta al llamado divino.
Nos ha escogido para nuestra vocación de renuncia, nos ha apartado de todo para que, muertos al mundo, estemos prontos a acudir. A través de la muerte del mundo en nosotros, todos nuestros actos se tornan sobrenaturales y divinos y podemos sentarnos al divino convite.


Enseñanza 10: Parábola de los Discípulos que iban Camino de Emaus (21/01/1956)

Creo que la vida de las almas consagradas a Dios y la oración son una sola cosa; el estado perfecto se resume en oración.
La vida de oración continuada se logra por el cumplimiento de los Votos.
El alma se hace todo un problema con la oración, porque siempre va a lo más difícil, mientras que la oración es algo sencillo, algo que está al alcance de todos.
La oración es unión con Dios, no da la visión de los mundos superiores, ni el curar enfermos, sino que da la participación con los dolores del Esposo Divino.
La verdadera unión no es la del goce ni del éxtasis, sino aquella en que compartimos todos los dolores y sufrimientos del Esposo. Esta unión es la más elevada de todas.
Cierta vez Enrique Suso le preguntó a Cristo por qué tenía que sufrir tanto en lo físico, en lo moral, en toda forma y Cristo le respondió que era porque quería “protegerlo con un cerco de espinas para que no volviera más al mundo”. Sufrir, padecer, ser despreciado, para participar con el Divino Esposo en sus angustias y dolores.
La oración es el estado natural del alma consagrada; para lograrlo hay que buscar el silencio, practicarlo. El hombre tiende a hablar siempre, a disiparse en el exterior, pero el alma que busca a Dios ha de tender a decírselo todo a Dios, a que su conversación sea cada vez más breve y simple. El que está acostumbrado a hablar con Dios dice lo que tiene que decir en pocas palabras.
La oración se logra hablándole al Divino Esposo.
A Santa Catalina de Siena le decía el Divino Esposo: “Quiero que tu conversación sea con los ángeles”.
No hemos de pensar que la oración es un éxtasis, un arrobamiento continuo con los brazos elevados al cielo. Esto es para algunas almas extraordinarias. La verdadera unión con Dios es estar continuamente a su Presencia, contándoselo todo, haciendo de Él nuestro Amado Esposo, nuestro Amigo, el Superior que nunca se equivoca, el Director Espiritual a quien contaremos lo más íntimo y secreto. Él es nuestro secreto Amador; nuestro primer pensamiento al levantarnos es para Él, y el último al acostarnos es para Él.
No podemos perder ni un minuto. Todo lo que deseamos, las luces, las gracias, el amor que necesita nuestro corazón se lo hemos de pedir a Él. Hemos de hacer el hábito de la respuesta para que no hablemos con los hombres, sino con Él.
Santa Teresa vivía en esta presencia continua y era tan real que a veces, mientras cosía o trabajaba, aún en la aridez o la lucha, sentía un estremecimiento como de Alguien que estaba a su lado.
Si estamos en esta Presencia todas las distracciones huirán y los malos pensamientos no podrán acercarse.
Había una vez un novicio junto a los discípulos de Ramakrishna que no estaba muy seguro de su vocación y quería una prueba. Un día cuando estaban todos reunidos en meditación, él quiso pensar mal para perturbarlos, pero empezó a sentir una gran intranquilidad y desasosiego. Cuando lo contó a su Director éste le explicó que era natural que así le sucediera pues, ¿cómo podría tener él un mal pensamiento en la proximidad del Maestro?
Al dejar el mundo, hemos ganado el don de Unión, ya que nuestra vida de disciplina y el Radio de Estabilidad dan más facilidad para que la naturaleza sea dominada.
Cristo sólo fue reconocido por sus discípulos cuando partió el pan: es decir se hizo violencia.

Enseñanza 11: Educación de los Niños (4/03/1956)

Hay que prepararse con la oración para que la Madre nos guíe durante el año en la educación de los niños.
Pidámosle que limpie la mente y el corazón de toda idea preconcebida respecto a los niños: “si el niño es bueno o malo, sucio, grande o demasiado chico o aún repulsivo; si los que envía la Dirección de Menores o no, si tienen esto o los de Villa del Dique tienen aquello, o si los de Villa del Dique son mejores que los de Embalse”. Todo esto puede ser verdad pero para nuestra labor no interesa.
Debemos tomar a los que vienen con la mente limpia como que son los que la Divina Madre nos envía.
Limpiarnos de toda impureza para que nuestra alma sea como un límpido espejo donde la Madre pueda reflejar su imagen. Así todo lo que el niño reciba será de Ella.
Hay que pedirle a la Madre que nos llene del verdadero amor a los niños. No el amor ideal que se siente cuando se habla de los niños, se lee un libro o se escucha una conferencia. Sino el amor real, que siempre está allí, aún en presencia del niño sucio, rebelde, y a veces aún repulsivo o que puede chocarnos. Precisamente con estos hay que volcarse más pues los envía Ella, son los que debemos recibir y hacer en ellos la labor.
Todo esto que digo no va sólo para las maestras y directoras, sino para todas las Hijas porque todas ellas intervienen en la labor de los niños. Si no hacen la labor de educación y enseñanza, trabajan para ellos, oran por ellos; cuidan sus ropas y la casa donde viven, aprenden, se educan. Todas son Maestras Integrales, o mejor dicho, una sola Maestra Integral a través de la cual la Madre se expresa en las distintas fases del trabajo en la escuela.
No sólo se trata de educar la mente del niño, sus instintos, sino suavizar su corazón, su alma, darles un sentido de la vida, encaminarlos al bien.
No importa que el niño esté un solo año con nosotros, porque un año de verdadera labor basta para prepararlo para la vida.
Las enseñanzas recibidas no se borran jamás. Aunque aparentemente no se vea el fruto, la labor queda allí, está hecha.
No debemos añorar si no vienen los del año pasado, ni pensar que los de este año no vendrán el año que viene. Lo importante es hacer bien la labor de este año. Volcarse todas en amor. Decirse: “Este año tengo que prepararme para educar, enseñar a los niños, es mi misión de este año; el año que viene Dios dirá”.
Hagamos una oración. Pidamos a la Madre: Limpia mi mente y mi corazón, prepárame para la labor. O mejor dicho: Sé Tú la fuerza directriz que está detrás de mí. Seré tu instrumento. Tú serás la cabeza, la que diriges y yo seré la que trabaje. Te pedimos luz, comprensión y amor. Te pedimos una bendición, una bendición muy especial porque aunque tenga una vocación muy especial, soy humana, por mí nada puedo. Dame paciencia, sobretodo mucha paciencia para enseñar. Dame rutina para ser todos los días del año la misma Maestra Integral, estar siempre en la misma disposición de ánimo, sin altos y bajos.
Que el niño a nuestro lado sepa captar cuál es la voluntad de Dios en su vida y podamos escribir esa Voluntad de Dios indeleblemente en su alma.

Enseñanza 12: Acerca del Consuelo y la Aridez en la Oración (11/03/1956)

Las almas consagradas, las almas de oración, siempre quieren y creen que han de tener consuelos y goces divinos continuamente en la oración. Esa gracia divina la necesitan los hombres del mundo que cuando oran buscan y reciben ese consuelo. Ellos lo necesitan como un estímulo, pero en cambio nosotros, que a todo hemos renunciado, no necesitamos de ello.
La verdadera oración no es la de devoción sensible, sino la de aridez y oscuridad. ¿Qué mejor que buscar en los libros santos ejemplos sobre la oración?
Se lee en los Evangelios que cuando José y María iban con Jesús de Nazareth a Jerusalén para celebrar las Pascuas en el templo, al regresar no vieron al niño durante todo el día y pensaron que estaría con sus parientes, pero luego, al no hallarlo, comenzaron a recorrer las caravanas preguntando dónde estaba y por tres días lo buscaron afanosamente y con dolor.
¿Cómo José y María, que eran Iniciados, que tenían constantemente la luz divina en su presencia, tuvieron que perderla y sentirse angustiados? ¿Cómo es posible que almas consagradas que han tenido por años goces y visiones se vean privadas del bien que poseían? Y sin embargo, lo dicen las Santas Escrituras, es palabra evangélica.
¿Qué tiene que hacer el alma en esos momentos? Sólo buscar, así como buscaron María y José a Jesús, y preguntarse como ellos lo hacían: ¿Por qué se habrá alejado de mí? ¿No le habremos dado suficiente amor? ¿No habremos sido padres poco amorosos ya que él huye de nosotros?
¿Adonde te escondiste, Amado,
y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido,
salí tras tí clamando y eras ido.
Si el alma en esos momentos se mantiene firme y aunque no siente a Dios “quiere”, en ese querer, en ese esforzarse, está la oración. Y ¿dónde lo encontraron? Lo encuentran en el templo, rodeado de los doctores a los que responde con sabiduría sobre la ley y ellos quedaban maravillados. Entonces sus padres le preguntaron por qué los había dejado, a lo que Él respondió: “Madre, debo ocuparme de las cosas de mi Padre”.
¡Qué maravillosa respuesta! A pesar de esta respuesta, Él los sigue sumiso y se somete a ellos. Pero ellos no lo habían entendido, si bien María guardó sus palabras en el silencio de su corazón. El alma también puede sentir algo en su corazón aunque no lo sepa nunca. Es una lucecita que está allí, que permanece a pesar de todo. Pero esa luz a través del esfuerzo en la aridez sube al templo de la mente, de la comprensión, y se transmuta en luz iluminativa.
El amor sensible se transforma en un amor de luz, de conocimiento, de iluminación. ¿Cuál es el Templo? El Templo no está en la sensibilidad, sino en la comprensión iluminativa donde el amor sensible se transforma en un amor de luz, de comprensión que abarca a todo el Universo.
Es allí cuando el Maestro que había vivido en intimidad con el alma, en el goce del amor desconocido, compartido sólo con el Amado se transforma en el Maestro de Luz, de Sabiduría, que enseña al alma a volcar su amor sobre todos los seres.
Por la comprensión que nos trae la aridez compartimos la misión del Iniciado.
¿Dónde está el alma heroica que quiera, que pueda vivir continuamente sin distracciones, que esté dispuesta a vivir toda la vida en ese estado? Esa alma participaría de la obra del Maestro Divino sobre la tierra. Las almas que no han tenido grandes períodos de aridez no son experimentadas. No son almas místicas. Dios primero busca ser amado y se deja tomar, pero luego huye para que el alma aprenda a conocerlo y adquiera a través de Él la verdadera Sabiduría.
Muchos santos son devotos de este sublime misterio del Niño Perdido, de José y María buscando al Niño Jesús y hallándolo en el Templo. Ana de Jesús era muy devota de este misterio porque ella era un alma de oración. Ella sabía del valor de la aridez en la vida espiritual. El ser ama a Dios pero a la manera humana, quiere encerrarlo y poseerlo a su manera. El alma quiere aprisionar a Dios humanamente pero la naturaleza de Dios es divina y tiene que regresar a su plano. El alma tiene que buscarlo entonces en el Templo de la Sabiduría y allí comprender su misión y compartirla. La comprensión sólo llega en la aridez. El Divino Esposo quiere salir de la prisión que le ha hecho el alma y transmutar el sentimiento en conocimiento Iluminativo, llevar al alma a la meditación sin imágenes, de Ideas Luminosas.
Cuando el alma ha experimentado esta luz no puede olvidarla. Después de la oscuridad, la luz que le llega es tan potente como el alma no lo había imaginado nunca.
Cuando Dios abandona al alma en la aridez y el desamparo es cuando el alma empieza a tener un vislumbre de la muerte mística. Antes de eso el suyo es un goce sensible. Es en esa aridez donde el alma aprende y saca la enseñanza que podrá dar a los seres. En el goce y el consuelo la comprensión se consume en la Unión Divina, en ese amor de intimidad, pero en la aridez el alma cosecha el fruto que podrá guardar para el invierno y las épocas de escasez.
La aridez es el almíbar que conserva al fruto para el momento propicio en que puede ser dado como alimento a las almas.
La oración sensible es fruto dulce del momento. No hablo de la aridez de los primeros tiempos de la vida espiritual, de la lucha entre la sensibilidad mundana y la sensibilidad espiritual. Esto es malo y hay que sacar de allí al alma con las dulzuras. Hablo de esa aridez muy superior del alma que ya ha pasado esa parte de la vida espiritual en que supo conquistar su bien y en su goce lo quiere aprisionar dentro de sí. De esa aridez de períodos largos y llenos de distracciones, en que la media hora de meditación parece pasarse sobre espinas, en la que al alma le parece que no hace nada. Si el alma se mantiene allí a través del esfuerzo, desarrolla su voluntad a través de la búsqueda.
El alma tiene que buscar, se conoce entonces a sí misma.
Es bueno que los directores sepan que cuando el alma entra en esta aridez, ya tiene doce años, es grandecita, como Jesús; marcha por un camino seguro. Sepan los que dirigen almas, sepan ver en esa aridez el dedo de Dios. Esas distracciones obligan al alma a esforzarse, a buscar a Dios, a conocerlo, a comprender las cosas superiores. Es en la aridez donde se prueba verdaderamente la vocación.
El alma consagrada no ha hecho un voto para alcanzar goces y deleites, ha hecho un Voto de Renuncia.

Enseñanza 13: Hacer el Bien a los Niños (17/03/1956)

Hemos de hacer todo el bien que podamos a los niños.
Tenemos que aplicar nuestra Enseñanza en su educación. Aún para dar a ésta una orientación psicológica, etc. es bueno ir a buscar en la fuente de los libros sagrados.
Se lee en los Evangelios que cuando Jesús entró en Jerusalén con sus discípulos, la multitud lo aclamaba y los niños lo rodeaban y no lo dejaban avanzar. Entonces sus discípulos querían alejarlos, les daban manotones, los empujaban. Jesús les dijo: “Sinet parvuli venite ad me”, dejad a estos niños que se acerquen, y les puso su mano sobre la cabeza. Esto ha atravesado los siglos como mensaje para los maestros, educadores, celadores, docentes.
¿Había contradicción entre la actitud de unos y otros, Jesús y sus discípulos? No. Cada uno cumplía su misión específica. Para Jesús sus discípulos eran sus hijos, su vida, su sangre. No olvidar que eran hombres que lo dejaron todo. No olvidemos que estaban Juan y Pedro a quienes les dijo: “Yo os haré pescadores de hombres” y ellos tiraron sus redes para seguirle. No olvidemos que estaba Mateo que dejó su libro de cuentas a medio hacer.
Los discípulos tenían que testificar con su vida y su sangre las palabras del Maestro. Él les había dicho: “Aquél que os oye a vosotros, a mí me oye; aquél que os ama, me ama; y el que os hace daño a mí me daña”. Jesús se podía “dar el lujo” de ser dulce, comprensivo, pero sus hijos tenían el deber, la obligación de ser severos para abrirle el camino al Divino Maestro. Nosotros también formamos un conjunto armónico, un solo cuerpo, la maestra única.
Nuestro fin es educar bien a los niños. Por eso tiene que haber una sola directiva y cada uno tener distinta actuación. Es decir que no vale ningún concepto personal, sino una sola directiva.
Muchas veces uno piensa: “Ésta es la mejor manera de educar a un niño”. Otro dice: “Hay que ser más severo”, pero ésas son “mi opinión”. A mí también me pasa. Dura unos meses, un año, y después se ve que ésa no era la manera adecuada.
A veces viendo una actuación uno puede pensar que sería mejor así pero no debemos interferir en la labor de otro, sino comprender que cada cual debe actuar en su lugar, de acuerdo a la necesidad y a la tarea que le toca realizar. Así vemos que habrá aquella que es el ogro. Siempre hay un ogro; alguien a quien el niño sabe que es inapelable. Aquella que el niño sabe le dirá: “hasta aquí” y no se retractará.
Hablando de la necesidad de que haya un ogro, visitando una vez a las capuchinas, una hermana muy buena, la Hermana Teresa, me dijo: “Mire Señor Bovisio el papel que me ha tocado a mí: el de ogro. Cada vez que hay que retar a una niña me llaman. Debo tener la cara adecuada”.
Así también la Directora o la Superiora puede actuar con severidad o con dulzura, según el momento, pero como ese contacto con el niño es pasajero, se puede dar ese lujo. “Yo también me lo puedo dar”. Pero el que está adentro, en la labor, es distinto. Cada uno en el aula ha de tener una línea o camino de conducta a seguir, ya trazado y al pie del cañón perseverar.
La Maestra en el aula, como tiene que trabajar el alma mental del niño tiene un campo más amplio y puede ser un poco compañera, un poco amiga, un poco hermana y “maestra”, un poco dulce, un poco severa, un poco comprensiva, y luego, sobretodo, maestra para enseñarle.
El aula y el internado son dos funciones completamente distintas. Nadie quiera intervenir en la labor del otro. El que es cabeza no puede ser manos y las manos no pueden ser pies.
También está la que tiene la tarea del aula donde tiene que llegar al campo mental del niño y donde él tiene que encontrar comprensión, amor, dulzura. El niño siente que una es más bondadosa o más afectiva, pero todas son afectivas en realidad aunque él no lo sepa.
Nosotros tenemos que representar cada uno un papel como en el teatro pero todo es un conjunto único. El niño necesita naturalmente un escape, él no lo sabe, pero responde a una sabia dirección.
Por eso él cree que una le concede, que es afectiva, y con ella puede tener un escape. No podemos ser tiranos, tiranizar al niño. El niño necesita más libertad que nadie porque su mente va despertando, sus sentimientos se van expandiendo y su cuerpo físico se está desarrollando. A pesar de la libertad hay que darle disciplina para formar caracteres fuertes. Enseñarles para que sean útiles y tengan una defensa en la vida. Que sepan que la vida los someterá a restricciones. Mañana estarán sujetos a una oficina, a un horario, a un jefe. Darle la libertad, pero disciplinarlo. En la hora de estudio que estudie; en la hora de juego dejarle amplia libertad para jugar. Las nenas necesitan jugar, preparar cosas para sus muñecas, etc. El varón necesita correr, saltar, gritar.
Hay un problema serio que se presenta con los niños y no hay que asustarse por él: el problema del instinto carnal. Cierta vez conversando con un hijo espiritual que colaboraba en la educación, éste habló de otro colaborador cuya opinión era que para dominar esos instintos hay que ser severo y castigarlos, pero esto llevaba a los niños a ocultar el vicio por temor; los tornaba falsos. Yo también era de esa opinión, pero este colaborador no pensaba así.
Al preguntarle el Caballero Gran Maestre cuál era su método lo llevó a su sala. Allí observando vio el éxito que daba su método. Este maestro sostenía la idea de que la pasión se quita con la pasión. Combatir los vicios dándoles un ideal que al hacerlos amar y sufrir, transmute esas fuerzas. El niño que ama y sufre se hace puro. Un chico o muchachita de once o doce años se enamora de alguien que pasó, de la maestra, de un ideal lejano y sufre, languidece, tiene los ojos tristes. Hay que despertar la parte afectiva, amorosa para gastar las energías del instinto.
El que sufre y ama es puro. Por eso hay que despertar en ellos un ideal que les haga sufrir ya que el sufrimiento amoroso los purifica.

Enseñanza 14: Sobre la Vanidad (24/03/1956)

Dicen los Santos Evangelios que cuando Jesús estaba predicando y curando, María, la madre de los Zebedeos, tomó a sus hijos y subió al monte donde estaba el Maestro, se postró ante él, le adoró y dijo: “Señor, promémete que en el cielo mis hijos se sentarán uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Jesús mirola y dijo: “¿Serán ellos capaces de beber el cáliz que yo he de beber?”.
Siempre pasó lo mismo. El alma renuncia a todo, pero cree tener un cierto derecho espiritual, cree que por haber sido llamada tiene derecho a las gracias divinas. Esto hace despertar en el alma la vanidad espiritual. Si es verdad que hemos sido llamados nuestra investidura es divina, pero nosotros seguimos siendo humanos. Recordemos lo que dijera Gandhi: Los hombres son siempre hombres; los valores son de las instituciones.
La Ordenación es lo más sublime, pero nosotros somos humanos.
Esa vanidad es lo que hace sentir a los seres espirituales superiores, distintos a los demás hombres. Pero recordemos que nuestra Ordenación vale como investidura que nos transforma de hombres en dioses sobre la tierra, que nos da un poder sobrenatural, nos llena de gracias, pero debajo de esta investidura, “yo sigo siendo un pobre hombre, un mísero gusanito”. Es muy triste ver como la soberbia espiritual se posesiona de las almas sacerdotales.
Como les decía, hoy se leyó en todas las iglesias de La Plata una pastoral en la que el Arzobispo se atreve a decir que esa peste (parálisis infantil) es debida a que no se ha respetado a los sacerdotes.
¿Como es posible que la soberbia espiritual separe tanto a los seres, haciendo que estos malos y pobres sacerdotes se sientan superiores a los demás y culpen a los inocentes del mal de los hombres?
¡Pobres sacerdotes! Ese pobre sacerdote, porque es digno de lástima, confunde su humanidad con su investidura y cree que se le debe algo. ¡Cuidado Hijos, nosotros podemos caer en ello! Nuestro único derecho es el de sufrir, se nos puede calumniar, vituperar, despreciar. Esa es gloria, es la confirmación de la ofrenda de la Ordenación. Ser Hijos, sacerdotes de sangre.
La Madre no quiere que nos maten, sólo quiere nuestra sangre, que llene gota a gota la copa de la ofrenda. Padecer y ser despreciado es nuestra gloria, como decía San Juan de la Cruz.
La doctrina de la Iglesia es pura, los hombres son los que la echan a perder. La Iglesia ejerce una tiranía por el temor. La peor tiranía es la tiranía espiritual. Porque si bien la tiranía social quita y limita la libertad material, la tiranía espiritual mata el alma.
Se necesitan almas sacerdotales; mucha es la mies y pocos los obreros. En realidad hay pocos sacerdotes verdaderos, verdaderos directores de almas confirmados con su dolor y sangre. La Ordenación se confirma con el dolor. No creáis que por haber abrazado la Ordenación quedamos libres de las calamidades y sufrimientos. Esta sería la mayor de las separatividades. De nosotros tienen que poder decir: ¡Cómo, gente tan buena y le pasan tantas cosas!
Me pregunto: “¿Serán ustedes capaces de beber el cáliz del Señor?”


Enseñanza 15: Palabras del Caballero Gran Maestre en la Ceremonia de Votos Solemnes de la Señorita María Esther (12/05/1956)

Las almas predestinadas han sido las elegidas por la Divina Encarnación desde antes de la creación del mundo. La Divina Encarnación las tomó por Esposas para que ellas lo ayudaran en la redención del mundo y fueran sus Co-Redentoras de las almas.
La vocación del alma es toda divina, nada humana: lleva el toque divino del Hijo de la Divina Madre. ¿Cómo florece en el alma y despierta? Vemos a la niña que marcha de la mano de su madre, confiada y, de repente, un día todo cambia en ella: se ha transformado en una mujer. La llama de la vocación que trae en el alma desde que la Divina Encarnación la eligió, ha despertado. Antes se apoyaba en la mano de la madre y ahora se independiza, pues ha despertado en ella su apoyo divino.
Es entonces cuando el mundo de la familia, de los padres, todos se levantan en contra de ella y tiene que luchar para defenderse. Lohengrin, cuando toma a Elsa por esposa, lo hace con la condición de que nunca le pregunte su nombre y ella, al ceder a la tentación, pierde a su Amado Divino. Las cosas divinas no tienen explicación humana.
María Esther: no tenga más corazón. Deje que el Esposo Divino se lo arranque y ponga en su lugar el suyo. Ramakrishna decía que no tenía corazón porque se lo había entregado a la Divina Madre.
Sean todos los momentos en que esté lejos de Él, los momentos de agonía, que todo su consuelo esté junto al Esposo. Desde ahora su vida será un morir a cada instante para conquistar la Vida Eterna. Ponga sus manos sobre las palmas de las manos del Esposo y sienta la sangre de sus heridas, apoye su frente contra sus espinas y acerque su corazón al corazón herido del Divino Esposo para sentir sus latidos de amor. Cargue sobre sus hombros el cuerpo muerto de su Esposo, el cuerpo de la miseria, del dolor, de las lágrimas de los pobres seres del mundo, comparta los sufrimientos del Esposo Divino.
Antes de la creación ya estaba usted elegida para ser Esposa de la Divina Encarnación. Antes que los soles, que se pensara en la posibilidad de una Humanidad, las almas llamadas a ser Co-Redentoras fueron creadas con la Divina Encarnación. Levante usted el Cuerpo de su Divino Esposo. Es un hombre muerto. Vea la palidez de su rostro, sus ojos cargados de sangre y lágrimas, que no quieren mirar por los que miran las vanidades del mundo. Incline y toque con su frente, su frente con espinas para que huyan los pensamientos vanos. Ponga sus brazos sobre sus espaldas y sienta el peso de esos brazos por las madres, los enfermos, los moribundos. Estréchese a él y sienta el latido de su corazón para que la introduzca en su Corazón, en su Llaga, y la envuelva en la llama de su dolor y de su amor. Ya no tiene más corazón, María Esther. Haga como Ramakrishna, como Ana de Jesús, que en un rapto de amor le dio su corazón para no tenerlo más. Haga como las viudas hindúes que toman el cuerpo de sus esposos muertos para subir juntos a la hoguera. Tome el cuerpo de su Esposo y suba usted. Desde hoy está muerta.
Su Esposo es un Dios Divino. No olvide que Él murió para su redención. Ni un instante, ¿qué digo un instante? si cuando no está con él todo es agonía para usted.
Levántese Hija y venga a desposarse con la Divina Encarnación, con el gran Maitreya. Nuestro amor tiene un solo rostro. Hoy conoce su nombre. Nuestro amor es único, tiene una sola ventana, tiene una sola puerta. No es para ser compartido. Los Votos de hoy son sólo una promesa y una esperanza que va usted a ver al exhalar el último suspiro.

Enseñanza 16: Recogimiento y Reserva de Energías (19/05/1956)

La vida del Ordenado es de recogimiento y reserva de energías.
No sólo tenemos el Radio de Estabilidad físico, material, del cual no debemos salir, sino que hay otro radio magnético, íntimo, del alma que es sagrado. Del Radio de Estabilidad no debemos salir, tenemos que movernos dentro del él, en clausura. Pues bien, de ese Radio de Estabilidad magnético del alma no tenemos que salir por nada del mundo.
Es nuestra intimidad la que le debemos a la Divina Madre por nuestros votos de renunciamiento; somos lámparas encendidas frente al altar y de esa luz vive el mundo. No podemos dejar de arder, de consumirnos para mantener la llama y si salimos de nuestro recogimiento íntimo dejamos apagar la lámpara.
La llama ya es del mundo y no tenemos derecho, no podemos permitir que la llama deje de abrasar un solo instante a los Pies de la Divina Encarnación. Bien saben ustedes cuánto cuesta encenderla de nuevo cuando la dejamos apagar y ¡qué fácil se apaga! Y sin embargo, salimos de nuestro Radio de Estabilidad interno, desaprovechamos ese Don Divino de la mística de la Renuncia que sólo poseen las almas que renuncian. Pero ese Don no es nuestro, lo debemos a la Humanidad porque su fruto es asistencia a los enfermos, ayuda a los necesitados, dirección para las almas. Y, ¿cómo salimos de nuestra intimidad? Las vías de escape son tres: nuestros pensamientos, nuestra voluntad, y la falta de reserva de energías, que se traduce integralmente en falsos conceptos de caridad. Nosotros somos muertos -¿No dicen las Santas Escrituras: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”?- Hemos dejado al mundo, seres amados, recuerdos, todo. ¿Qué tenemos que hacer, entonces, allí, con el pensamiento? Cuando pensamos en el mundo o tocamos con el recuerdo lo que fuimos o hicimos, se abre un camino vibratorio desde la Casa de la Madre hacia el mundo por donde nuestra fuerza se escapa a él, y la fuerza del mundo irrumpe en la Comunidad. ¡No! Hay que cortarle las alas al pensamiento y frustrar la imaginación. Una sola Idea, un solo ideal: la Madre y su Obra.
¿Qué tengo que hacer yo en mi ciudad o en mi vieja casa? ¿Con los parientes, los que fueron mis amigos? Por más bueno que sea un recuerdo del mundo es veneno para nosotros.
También nuestra voluntad. La voluntad humana fue un medio que me sirvió para llegar hasta aquí pero ahora ya no puedo querer nada. Sólo me debo a la Divina Madre. El Ordenado ya no quiere nada. Por nuestros Votos hemos renunciado a nuestra voluntad, nos hemos votado a la Madre, por eso, a través de nuestros deseos aún santos se escapa el alma de su sagrada intimidad. No sólo no deseo nada y me entrego a la Voluntad de la Madre a través de la obediencia al Superior, y al cumplimiento minucioso de la observancia que deshace mi voluntad propia, sino que aún no debo desear cosa espiritual alguna. Ni la virtud, ni el conocimiento espiritual, si eso me da algo que puedo llamar mío. Yo no tengo nada, no deseo nada. Eso queda para los hombres del mundo que desean y pueden desear ser mejores, alcanzar virtudes. Yo me entrego a la Divina Madre, y deseo lo que Ella desea. La perfección de mi alma está en sus manos. Yo hago el esfuerzo y cumplo mis deberes. ¿Si Ella quiere que me vea siempre imperfecto? ¿Si Ella quiere que yo sea el más ignorante, el último de la Comunidad? Acepto con amor sus designios y no deseo nada para mí. Si yo supiera que con la perfección voy a lograr algo para mí, prefiero mil veces quedarme siempre en la más completa imperfección e ignorancia. Como dijo San Pablo: “No soy yo quien vive, sino Dios quien vive en mí”.
La fuerza que puedo dar no me pertenece. Es la fuerza que la Madre Divina genera en mi interior y, ¿cómo puedo yo malgastar la fuerza de la Madre? ¿Qué más puedo desear si Ella vive en mí? Yo nada puedo, pero Ella todo lo puede en mí.
Así permanezco en el recogimiento de mi vida interna y Ella puede cumplir en mí su obra de redención, una nueva forma de salvación universal. Es el nuestro un nuevo camino de salvación y aquí está vuestra única salvación pero siguen viviendo hacia el exterior. Y ¿dónde puede haber paz más verdadera que en el interior? Nuestras energías no son nuestras ya, no nos pertenecen, es la Gran Corriente que vibra en nosotros. Debemos cuidarlas religiosamente. La mirada, la voz, el oído, los sentidos, todos son otras tantas vías de escape. Por ello debemos guardar la Observancia en la modestia de los ojos, en el silencio, en el refrenar todo lo que signifique desgaste de energías interno y externo. Por los ojos, en una mirada, se va nuestra fuerza que ya no nos pertenece; la voz es una corriente vibratoria por donde escapa también la energía. Nuestro cuerpo es un emisor y un receptor; pero aún tenemos un escape de energías que a veces no se ve enseguida con claridad. La interpretación dice que guardemos las cosas que se ponen a nuestro cuidado. Pues bien, todo lo que usamos está a nuestro cuidado. Nosotros no tenemos nada. Nos dicen: guarde esto, son sus libros, su reloj, su linterna, su ropa, pero en realidad, ¿es algo nuestro? ¡No! Sólo lo tenemos a nuestro cuidado. No tenemos derecho alguno a prestar nada, a disponer de esos objetos según nuestra voluntad; si nos piden algo ¿tenemos derecho a darlo si no es nuestro?
San Martín de Tours dio la mitad de su capa a un pobre. Santa Catalina de Siena se despojó de su ropa interior de lana con un fin parecido. Pero nosotros no podemos. Somos tan divinamente pobres que no podemos disponer de nada, ni de nuestras ropas. Es que por esos objetos, los que pusieron a nuestro cuidado, escapa energía de la Madre. Se rompe el círculo magnético de nuestra intimidad.
Esto parecería un dilema, ¿ir contra la caridad? ¿Qué es más importante? ¿Qué debo elegir? ¿La caridad o el cumplimiento de los votos? Es un dilema.
Nuestra misión es mucho más amplia. Si cumplimos, si nos encerramos, nuestra caridad abarca al mundo entero: asistimos y curamos a los enfermos, ayudamos a los necesitados, guiamos a las almas.
Nuestra renuncia es: ¡No, No y No!
La vida de los hombres es hacer, ir, venir, disiparse, pero la del Ordenado es estar, concentrarse, negarse, deshacer lo que los hombres confirman, no por egoísmo sino para cumplir una misión de mayor amplitud.
Dar, dar y más dar.
El Radio de Estabilidad magnético interno es un don de la Mística de la Renuncia.
Sólo los que practican la Renuncia participan de esta Mística divina.
Si salimos fuera de nuestro Radio Magnético de Estabilidad, malgastamos nuestra energía interna y no cumplimos perfectamente nuestra misión que sabemos es: Salud para los enfermos, Asistencia para los necesitados, Dirección para las almas.
Nuestro cuerpo es un receptor y un emisor: continuamente estamos dando.

Enseñanza 17: Somos una Reunión de Almas (9/06/1956)

Uno de los goces más grandes de la vida espiritual es la unión de las almas. Los seres humanos buscan siempre la compañía, porque el hombre sólo no puede vivir, siempre necesita de alguien que lo acompañe; la vida misma es una sucesión de hechos que reúnen a los seres con lazos de sangre, de circunstancia, de trabajo. Ahora bien, el hombre tiene ese extraordinario privilegio de comunicarse con otros seres, pero tiene el dolor grande de ver que la separación es siempre inevitable.
La unión de los seres implica ya de por sí una futura separación, porque la vida sobre la tierra es una sucesión de hechos que están ajenos a la voluntad del hombre. Pero Dios ha reservado a los que siguen el Sendero Espiritual una reunión que está más allá del tiempo, de la alegría de estar juntos un momento: es una unión que empieza en la tierra y termina en la Eternidad.
Nuestro Reglamento dice que “somos una reunión de almas”, quiere decir que este lazo es eterno porque es sobrenatural. ¿Hay cosa más extraordinaria que aquella de saber que hemos encontrado a muchas almas de las cuales nunca nos separaremos? Sin embargo, en la tierra hay algo que es un pálido reflejo de esta unión: la amistad. La amistad es lo único que espiritualiza y eleva la reunión de los seres; ese lazo está más allá de las cosas materiales. San Francisco de Sales dijo: “Amar porque sí, sin la necesidad de amar a ese ser, ni por nada material, lazo de sangre, sino porque sí”.
La reunión de las almas que siguen un Sendero Espiritual es una pura, noble, desinteresada amistad; pero lo que la distingue es la Eternidad, lo sobrenatural y esto es lo que hace que ella siga a través del tiempo, del espacio, de los acontecimientos.
Si bien son pocas las almas que nos han precedido en el más allá, nada hay tan vivo como su presencia, y ellas nos esperan en ese mundo que no tiene principio ni fin. Aún para aquellos que no las conocieron su presencia está viva, en la lámpara, en una pequeña obra, una pared levantada, una piedra, un pequeño detalle que hay a nuestro alrededor (la pava de la cocina que compró Violeta). Mas aún resuenan sus palabras, parece que viniera el auto de Santiago Rébora.
En la verdadera reunión de las almas los años hacen que el acercamiento sea más grande y esto no es más que un ensayo; cuánto más viva será esta reunión cuando las encontremos en espíritu, en el conjunto armónico del Cuerpo Místico de Cafh. Este es un milagro de amor y realización.
Hay que detenerse en esas palabras: “reunión de almas”. Todo está allí, no nos podemos separar. Me llega a través de la palabra del Director Espiritual, del compañero, del Superior.
Todo está allí como una luz que alumbra nuestro camino. Esa voz me llega continuamente, su luz vive con uno y esto no puede compararse con nada de lo que existe sobre la tierra. Aún si no nos volviéramos a ver, este lazo, esa presencia se hace más íntima y real.
A veces uno va a decirle a su Director sus penas y pesares, pero cuando uno está lejos se comunica en una expansión más grande, con un saludo, un silencio que parece olvido. Nos miramos frente a frente y miramos el camino a recorrer para llegar a la cumbre y nos preguntamos cuánto nos falta todavía.
Esto sobrepasa todas las dichas y temor del mundo. También sobre la tierra el ser quiere eternizar ese instante de unión a través de la mutua comprensión, pero el momento pasa y uno se queda amargado y vacío, más vacío que antes, porque había un placer personal y el placer es ajeno al espíritu y su secreto.
Pero la vida espiritual nos revela ese secreto: las almas sólo pueden eternizar su unión en el amor espiritual; de allí que aunque nunca nos hemos visto, nos vemos y nos conocemos y parece que hiciera cien años que estuviéramos juntos; hay una discreción amorosa para perdonar los defectos y las faltas, hay comprensión inmediata, unión, fusión de alma a alma.
La dicha de la amistad es poder verse, unirse intrínsecamente, porque lo que la amarga es el pensamiento de no verse más. La Renuncia de Eternidad nos da este bien de reunión de almas. En un momento nos dijimos: “Tu vida es mi vida, y tu amor es mi amor” y esto permanece para siempre.
Aún los que se han ido vienen a vernos para decirnos: “Aún estamos acá. ¿Te crees que tu velo no es mi velo, tu capa no es mi capa? Todo es de la Divina Madre. Nosotros siempre somos jóvenes, hemos elegido el mismo tenor de vida; tenemos la misma animosidad, no la animosidad adversa sino la que da vida, que a través de los pequeños inconvenientes de palabra o de opinión, afirma el amor mutuo. Pasará el tiempo, vendrán acontecimientos, pero siempre estaremos unidos sobrenaturalmente, aún cuando crucemos el valle oscuro de la muerte, estaremos unidos porque nuestra reunión es reunión de almas.

Enseñanza 18: Éste es el Reglamento de Cafh (11/08/1956)

Son las palabras iniciales de nuestro Reglamento. No dice allí: “Este escrito o normas”, dice “Éste”. El Reglamento es algo espiritual, abstracto, indefinido, no escrito, contrario a lo que uno se puede imaginar.
Nuestro Reglamento no empieza directamente con las normas, sino que dice “Éste es el Reglamento de Cafh”; parece que con eso quiere significar que no tiene forma, ni ley, que no quiere encerrarse en algo definido. Esta frase primera es como un sello de espíritu y recuerda las palabras de Pablo a los Corintios cuando dice: “Vosotros sois carta de Cristo”. Quiere decir que uno mismo es la ley de Cristo, la palabra divina está viva a través de nosotros. Nosotros somos la expresión de nuestro Divino Reglamento. Somos el Reglamento de Cafh. En el momento en que ponemos los pies en el Sendero, nos transformamos de hombres humanos en divinos; de las leyes humanas pasamos a las leyes divinas y espirituales. El Reglamento de Cafh no son leyes impuestas, sino que son el modo espontáneo de vivir de aquel que ha abrazado el Reglamento. Esto no está dispuesto al azar o determinado por colectividades o pueblos, sino por una ley natural y divina que permite hacer del renunciamiento una realidad. Todo aquél que abraza la renuncia vive según el Reglamento. Todas esas normas las ha dictado a nuestro corazón la Divina Madre: es la ley eterna que toma forma a través de los actos de nuestra vida, que nos lleva a la conquista de la renuncia libertadora.
Las leyes tienen sentido en el momento que son necesarias, pero después si uno se ata a ellas nos esclavizan y nos inducen a luchar en contra de ellas; pero cuando son espontáneas en nosotros y surgen como una necesidad del alma se transforman en nuestra segunda naturaleza, entonces podemos quemar el Reglamento, pero esto no desaparecerá de mí, porque la Ley Divina que me ha sido enseñada como una técnica ascética para lograr lo que me he propuesto es parte de mi mismo, soy yo mismo, yo la he elegido por vocación.
Sentimos la necesidad de vivir nuestra vida de Renuncia; sin embargo, hay que luchar con la naturaleza humana. Si bien la aspiración es divina, la naturaleza oscurece hasta el ideal más puro, el sol más brillante y uno decae oscurecido un poco por las pasiones corrientes. Cuando hablamos de pasiones no queremos decir las malas, sino un cambio de edad, de costumbres. Es porque no tenemos todavía el don de estabilidad Divina y es por eso que es necesario escribir las normas. Por eso las almas tienen normas escritas en su Sendero, porque esas normas son como un punto de apoyo, un recuerdo. No es que tengamos que abrir el Reglamento para saber como comportarnos. Aún si éste desapareciera no dejaríamos de vivir así pero al oscurecerse la luz integral del alma, abrimos el Reglamento para renovar el fervor.
Para las almas vocacionales no existe la Enseñanza escrita porque la Divina Madre habla a su corazón: es la quintaesencia de la Revelación de Dios, de todos los caminos místicos, el signo sagrado de nuestra raza: la Cruz sobre el Círculo.
Recién cuando el discípulo está preparado es cuando esta voz habla a su oído y le enseña la idea fundamental de la raza: cruzar el puente de la razón y desarrollar la intuición divina. La Madre Divina le dice al alma: Ese puente es tu esfuerzo, tu ascesis, Yo estaré a tu lado, cuando le hayas cruzado, yo desapareceré y tú también desaparecerás y seremos Uno.
Ese es el signo de nuestra raza. Hemos de conquistar la razón para volver a ser lo que éramos. Si hemos caído es para volver a levantarnos con nuestros propios medios y conocernos a nosotros mismos.
El Reglamento es la esencia de nuestra vida espiritual. Renunciar quiere decir despertar, y para despertar necesitamos del esfuerzo, de normas de vida tal como nos la da nuestro Reglamento para cruzar el puente que nos lleve a la intuición.
Precisamos un Reglamento escrito para que nos despierte cada vez que el sueño racional nos arrastra a nuestra tumba de hombres. El Reglamento no permite que nos detengamos, nos hace contemplar lo ilusorio de lo que hemos dejado. Ese puente que hemos de cruzar está lleno de cadáveres, pero el Reglamento nos empuja. Como la flaqueza humana tiende a amortiguar la ley escrita en el alma, el Reglamento que está escrito en nuestro corazón, que es la expresión de nuestra alma, se escribe para los hombres.
Pero aún así olvida el hombre esa ley, pasa por épocas de grandes oscuridades, y entonces los Superiores recuerdan al alma la ley escrita: nos reprenden, nos siguen los pasos, nos recomiendan la observancia.
El Reglamento necesita estar escrito hasta que llega el día en que ya brota espontáneamente del alma por la gracia santificante que mora en el alma. Es la expresión de nuestras obras. Entonces no somos ya del montón, un alma que siempre necesita un látigo que la despierte. Hemos ganado la vigilia verdadera del espíritu y estamos por llegar a la otra orilla de la Eternidad.

Enseñanza 19: Los Bienes de Cafh serán Intrínsecos (11/08/1956)

Cafh está destinada a cumplir una misión providencial, social, en el mundo, según las palabras de nuestro Reglamento.
La Madre nos quiere dar así la solución al problema y los males del mundo.
Nuestra era ha producido una gran civilización; el hombre con su esfuerzo ha alcanzado grandes progresos, comodidades, pero todo ha costado mucho y tiene el hombre que recurrir siempre a espantosas matanzas y grandes guerras. Los bienes materiales alcanzados se mantienen y conservan con el dolor y el sacrificio.
Por eso el hombre necesita tener un sentido nuevo de lo que es la posesión, de lo que es y lo que no es, y esta solución la hallará en los bienes reales del alma, intrínsecos y no extrínsecos.
Los bienes espirituales son los bienes intrínsecos. Los bienes intrínsecos no son dones, ni posesiones anímicas, ni morales, mentales o sentimentales.
El bien anímico y el espiritual no es el mismo; hay una diferencia fundamental entre ellos.
Veamos; quien lo deja todo, renuncia a su familia, comodidades, etc., es heroico y realiza un acto extraordinario; todo lo hace o cree hacerlo por amor a la Divina Madre. Pero quizás después desarrolle en su interior una posesión, una adhesión psíquica (adquiere para sí bienes anímicos): ayudar a la Humanidad, la oración, alcanzar la suprema liberación.
En un libro escrito por un médico famoso que fue a la India, éste relata que visitó a un gran ser y conversando los dos al atardecer, le dijo alguien a ese sabio: “Es tanta la paz y el sosiego que experimento aquí, que no deseo la liberación”. A lo que el sabio le dijo: “Ésa es la liberación”.
En la vida de renuncia puede ser que uno desee la liberación, pero el deseo no es liberación. Es querer poseer algo para sí y aunque sea un bien anímico es una posesión.
La oración por ejemplo, es algo que viene a nosotros porque nuestra vida nos predispone: el horario, la observancia, la psicotécnica que se realiza a través de los métodos.
Acumulamos energía, como el Chiquito que cuando se lo desata salta y corre. Nosotros al adquirir la fortaleza conseguimos lo que deseamos, ésa es una ley infalible y natural, adquirimos un poder y creemos que tenemos algo moral, un don de fuerza.
Tenemos también el don de sensibilidad.
Nuestra vida nos da este don; lo adquirimos a través de la gota de sangre diaria que se vuelca en nuestro corazón como un licor místico. Como no podemos escapar, todo lo volcamos allí.
Adquirimos una expansión de emociones tan grande que nadie puede imaginarla. Las arideces nos dan luego una mayor capacidad en el corazón. Todo lo tenemos encerrado y ese amor se expande en la medida que se contrae y se transforma en el misionero que atrae a las almas. Una palabra, un hecho cualquiera expande nuestra sensibilidad.
Pero si nos damos cuenta de esta capacidad nuestra, podemos llegar a creer que poseemos algo.
En el aspecto de las cosas mentales adquirimos verdaderos dones, pero como es muy difícil usar el intelecto sin caer bajo el yugo de la razón, cuanto menos sabemos, mejor para nosotros. Hay que pagar un tributo por lo que se sabe; el alma se hace esclava de lo que sabe y cuesta desprenderse de esto.
Si dejamos de saber, empezamos a ver bajo el foco de la mente superior y sabemos sin saber, iluminados por esa luz.
Al entrar al Seminario nos dicen que dejemos todo lo que hemos aprendido para así perder la tiranía de la razón. Al romper la cadena queda la esencia divina que transmuta todo en un poder superior. Dejamos de ser maestros, doctores, etc.; perdemos así un conocimiento limitado y alcanzamos un conocimiento universal. Rompemos un hilo y nos es dado uno más fuerte.
La razón pasa a ser nuestra servidora; hacemos trabajos manuales y los aprendemos rápidamente. Pero el peligro está en pensar que tenemos un poder al dominar a la razón, que podemos manejar el mundo, amar a todos: es una verdad negativa que nos encasilla y nos aplasta.
Ejemplo de la nación que junta trigo y lo guarda. Cuando no hay lo vende a un precio elevado, pero viene un año bueno para otros y para mantener el precio elevado arma una guerra, daña a los demás para que no puedan sembrar y tengan que comprarle a ella.
A la Iglesia le sucede lo mismo: el bien posesivo los aplasta. Si el bien no es posesivo no se guarda nada. El perro come hasta hartarse, pero luego cuando está satisfecho no dice nada si otro perro come de lo suyo. El hombre guarda en el aparador y prefiere que se pudra antes de darlo (Caso del café en el Brasil y de la United Fruit Company).
El bien moral, la oración, es lo mismo; pedimos por los que nos interesan y a los demás que los parta un rayo.
Cristo llamaba a todos para que se acercaran, pero la Iglesia acerca a los que le son adictos, les promete el cielo y a los otros los manda al infierno.
Nosotros hemos de pedir por los que conocemos, pero lo demás ha de expandirse, como se expande el rayo de sol que no pregunta a quien calienta.
El cántaro lo hemos de poner para que todos beban agua.
Si lo hacemos posesivamente, la oración no sólo nos encierra a nosotros, sino a los mismos que amamos. Si amamos a Cafh únicamente, creamos otra religión, otro círculo. Hemos de llegar a quienes no conocemos porque nuestro amor es de la Divina Madre. Amar a los que no nos aman, sentir por todos y si alguien está enfermo o se vuelca un ómnibus, no podemos pensar en los nuestros solamente, sino en todos.
La Enseñanza tampoco ha de ser guardada. Es una mala interpretación del silencio. Hemos de hablar, dar de acuerdo a la comprensión de los otros, a su alcance. Ponernos en el lugar del comerciante. Le hacemos un mal si le damos la Enseñanza del papel con sus detalles y nomenclaturas. Es falsa caridad.
La enseñanza posesiva es la que se guarda y no se da. Si se guarda no es nuestra: es nuestra por amor de expansión. Hemos de darla hasta a los más escépticos, eso es sabiduría; es el Bien Intrínseco.
El Bien Espiritual es negativo. El único Bien Espiritual es la paz, la simplicidad, la desaparición de los compuestos: principios intelectuales, psíquicos, etc.
El Único y Verdadero Bien es el del Espíritu.

Enseñanza 20: Un Programa Social de Renunciamiento (15/09/1956)

Nuestro Reglamento, al decir que debemos ser obedientes a las leyes del país donde habitamos y respetuosos de las leyes del mismo, nos da todo un programa social de renunciamiento.
El Hijo que ha renunciado ha de dejar de pensar y de sentir, para ser. La Renuncia nos hace morir a la vida exterior, al modo de pensar, de sentir, de obrar, para que seamos, sólo después de haber muerto así, seres. Lo importante es ser, es la realización espiritual, pero esta realización espiritual, esta contemplación y acción de nuestra vida de renuncia sería vana e inútil si estuviera dedicada únicamente a nuestro perfeccionamiento interior y además, este perfeccionamiento interior se efectúa de adentro hacia afuera. Quiere decir que el alma que verdaderamente progresa, tiene como base fundamental desde la iniciación del camino, el sentir que no puede haber perfección para ella si esta perfección no se comunica a toda la Humanidad.
El Hijo que ha hecho voto de Renuncia tiene por misión trascendental, a pesar de apartarse del mundo, el que sus resultados directos lleguen a las almas como resultados sociales.
Ahora bien: ¿cómo se puede combinar esta fuerza que llega al mundo con esos dos conceptos de nuestro Reglamento de que hemos de obedecer la ley, respetar los ideales ajenos? Da la impresión de que si somos almas que queremos llevar la liberación tenemos que hacer una revolución cambiando las leyes, religiones y creencias. Esto da la impresión de una rebeldía frente a los valores establecidos; es natural que si vivimos la vida de renuncia queremos llevar una perfección interior a las almas cambiando el mundo. Todo parece contrario a las palabras de nuestro Reglamento, pero no es así.
Ésta es la cuestión: la ley exterior de los hombres y gobiernos del mundo es externa, por lo tanto es imperfecta y con el tiempo tendrá que ser suplantada por la ley universal y única, interior y anímica.
Al obedecer llevamos sobre nuestros hombros la cruz de los hombres, cruz tan pesada porque es exterior. Esas leyes no llevan al hombre más que a la destrucción. Hay una temporada de paz, pero es aparente. Los seres del mundo cuando hablan demuestran horror por la guerra, dicen que no tendría que existir. Antes de la segunda Gran Guerra mundial uno hablaba con Hijos de Cafh que sentían horror a la guerra ¿Qué pasó? Vino un descontento colectivo, probablemente por la influencia del espíritu, ya que si emanamos fuerzas espirituales esto trae una disconformidad colectiva en todos, pero como no están educados en el Sendero espiritual, entonces en lugar de sentirse descontentos de sí mismos y que eso los induzca a la renuncia, a la posesión interior que es la única verdadera, como no son capaces de esto, vuelcan el descontento hacia afuera y lo comunican al mundo. Por eso los que están descontentos se vuelven belicosos.
Algunos han sentido horror porque se castigaba a un animal, no comprenden ciertos hábitos nuestros de América; pero cuando empezó la psicosis de la guerra, razonaban muy diferentemente: querían matar porque era justo.
Han olvidado las palabras de Cristo: “Si tu enemigo te golpea tienes que dar la otra mejilla”. Pero el pueblo quiere tener sus derechos y por eso los pueblos se atacan entre sí.
Todas las leyes llevan a eso, pero tenemos que dar un remedio radical que no es ir contra la ley externa. Cuando el hombre reconoce que su energía tiene que expandirse de adentro hacia afuera, todas las leyes pierden su valor. No nos puede importar si gobierna Pablo o Francisco, pero sabemos que lo que los ha puesto allí son nuestras acciones. Puede ser bueno o malo, todo es resultado de nuestras acciones.
La ley verdadera es la ley interior. Por eso nuestro Reglamento no contradice la ley espiritual, porque si somos respetuosos con las leyes de un país pero somos interiormente lo que tenemos que ser, el mundo se transformará.
Y sólo la renuncia lo transformará.
Uno se pregunta si esto es mucho decir. No. Todas las religiones lo han proclamado. Pero atendamos bien las palabras del Reglamento. Dice “respetuosos”, pero no adherirnos a la ley.
La religión y la renuncia son contrarias. La religión es la vestidura de la renuncia espiritual. Las religiones nos indican que allí hubo una llama que dio vida a un ser, imagen. Pero cuando decimos “respetuosos” no quiere decir que hemos de adherirnos a ella. Todas las religiones se han basado sobre la renuncia, sobre la realidad interior y espiritual, sus fundadores eran verdaderos enviados de Dios; sin embargo, ellos no han dado una reglamentación exterior, no fundaron la religión. Todo se basa en esto: “Me refugio en el Buda, en el método, dharma, sank”; esto quiere decir que uno realiza espiritualmente a través de la Enseñanza de los Maestros. Dharma es método, no religión. “Me adhiero al sanga, baso mi vida espiritual en una renuncia total”. Los que vienen después hacen de esto una religión, pero no el Buda. Él calla, no revela los misterios del más allá; se limita a explicar como liberar el alma en esta vida y siempre es a través de la Renuncia. Buda dice que todo es dolor y sufrimiento, que sólo abandonándose a Dios se vence el dolor. Lo mismo sucede con el cristianismo.
La Religión Cristiana es una poderosa armazón. Los pueblos cristianos han hecho la guerra más destructora del Universo. Si uno piensa un poco, pregunta ¿Tiene sentido esto con el Sermón de la Montaña? Allí Cristo dijo: “Aquél que pierde gana; bienaventurados los que piden, los pobres”. La palabra de Cristo se basa en el renunciamiento: “Toma tu cruz y sígueme; quien quiere venir en pos de mí, deje a su padre, a su madre”. Tiene que luchar contra los valores afectivos, basarse en la Renuncia. Nosotros, Cafh, no hacemos nada más que afirmar lo que dijeron todos los grandes Maestros, pero sus palabras fueron desvirtuadas con las explicaciones teológicas y religiosas.
Nuestra obediencia y respeto no son más que medios de comprensión, porque si una comunidad nos dice que su camino es bueno o si votamos por un Presidente, no por eso lo vamos a seguir. Para nosotros no tiene valor, el valor fundamental está en la ley única, interior, y si nosotros practicamos nuestro voto de Renuncia ya hemos ganado una parte de la gran batalla para la salvación del mundo. Si esa renuncia se hace efectiva a través del dolor, será fruto de salvación para las almas, a ellas se adherirán muchas otras almas; la salvación no vendrá si uno condesciende o desprecia una ley, sino con la Renuncia; si se abandona todo lo exterior y posesivo; volcarse en el interior muriendo a lo aparente, que se contradice y cambia, que choca, se acerca y se aleja. Nuestra ley está en el interior. Hay que demostrarle al ser humano que es esencial para él: embellecer y salvar su alma; quien pierde su alma, lo ha perdido todo.
Nuestra ley se tiene que asentar sobre la Renuncia que se expande hacia los seres. Así el respeto hacia las leyes y religiones se transforma en un método y esfuerzo que en lugar de llevarnos al descontento y la rebeldía, nos hace comprender que las leyes externas cambian continuamente.
La que no cambia es la Renuncia, es una verdad espiritual.
Parece mentira que aquéllos que uno cree que son espirituales se dejan arrastrar por el descontento, injusticia y justicia del mundo.
La Renuncia al hacernos muertos al mundo nos segrega de esa colectividad, nos saca fuera de esa psicosis colectiva; nos da la paz y comprensión de que ese mal puede ser alejado en el futuro a través del verdadero desprendimiento de las cosas externas, no de pensamiento y especulación, sino que ha de ser real e integral.

Enseñanza 21: Las Virtudes Interiores (22/09/1956)

Siempre hemos de tener bien presente que todas las virtudes son esencialmente interiores y que todo lo que ayuda a la virtud exteriormente no es la virtud, sino un método para adquirir una virtud determinada.
El alma que busca a Dios tiene que estar siempre muy atenta para no caer en el equívoco de confundir lo exterior con lo interior, sobretodo cuando se trata de virtudes, de confundir la virtud sólida y verdadera, con los actos exteriores que ayudan y fomentan esa virtud en el interior, pero no son la virtud en sí.
La virtud interior es la que vale, es la única verdadera. Pero si uno sigue el consejo de los virtuosos del mundo nunca llegaría a nada, porque ellos dicen: lo importante es ser bueno interiormente. Pero a pesar de decir esto uno ve que los métodos, la vida del que dice eso son tan contrarios a la virtud verdadera, que bien a las claras se ve que la virtud en el mundo no es más que una teoría racional.
El Hijo sabe que el método que ha de practicar exteriormente se lo da la Enseñanza. En la obrita El Niño Celeste uno ve que el ángel que ha perdido sus alas no puede volver a volar si no tiene alguien que le enseñe. Así también la virtud que puede ser adquirida por el solo hecho de desearla y amarla, es necesario un método exterior para poder alcanzarla. El peligro está en confundir la virtud interior con el método exterior que uno practica. El método no es la virtud. El método nos da un hábito de virtud exterior, pero si esa virtud no se la adquiere en el interior, esa virtud, esa vida exterior es contraria a la verdadera virtud espiritual.
Eso sería una estafa contra Dios, porque estaríamos demostrando en el exterior algo que no poseemos en el interior.
La virtud perfecta es la que mora interiormente, pero que también se demuestra en el exterior. Una virtud que no se demuestra en el exterior es muy posible que tampoco exista en el interior, pero la virtud exterior que no se posee en el interior es un hábito nocivo y terrible para el alma.
Esta vida nuestra que está hecha de métodos para adquirir virtudes tiene que ser un reflejo de la vida interior del alma, del corazón. Nuestro exterior tiene que ser un espejo fiel de cómo procedemos interiormente.
Siempre existe el peligro de que el alma caiga en el hábito exterior con daño de la virtud interior.
La Observancia es la miel de la vida de Comunidad, es el néctar del alma que aspira a la perfección. Amoldándose el alma a la Observancia, conoce la felicidad más perfecta, posible de adquirir, porque quien cumple con fidelidad y amor la Observancia sabe que esa es su mejor medida de la virtud interior y espiritual.
La verdadera Observancia es el espíritu de la Observancia, de perfección de Observancia. Correr al toque de la campana es hermoso, guardar el silencio, hablar al iniciar el recreo, comer como está indicado, como se nos enseña, pero cumplir con fidelidad y puntualidad no es poseer ni adquirir la virtud de la Observancia, porque Observancia, espíritu de Observancia es ver cómo procede uno interiormente con ella.
Por ejemplo: Observancia es estar contentos y alegres en el recreo; pero hay quien sabe entretener con amor a sus compañeros; a veces se cae en el defecto de entretenerse uno mismo. Por ejemplo: si hablo de lo que me interesa y mi compañero quiere hablar de otra cosa y sigo hablando de lo mío. Allí se falta a la virtud. Como lo que me ponen delante porque es la Divina Madre quien me lo ha preparado y por eso me es agradable; pero si pongo un énfasis muy especial en comer lo que está presente es la gula y no la Observancia.
Eso se ve enseguida; si algo gusta más, si me fijo si el plato es más o menos abundante no como por amor a la Divina Madre; ha quedado un resabio de gula. A veces en la conversación se ve una alusión a la comida: allí se ve el espíritu con que se ha comido; por el gesto o la alusión se ve que no tiene la virtud de la mortificación.
Ejemplo de la modestia de los ojos: Por los ojos se ve el estado del alma. Si hay modestia de los ojos es porque se ha vencido la curiosidad, es porque uno se mira en el interior. A veces cuando el Superior está cerca del Hijo éste guarda mucho la modestia, pero cuando está lejos echa una mirada y lo ve todo.
El trabajo manual para nosotros es como la oración, es parte integral de muestra Observancia. El Ordenado tiene pocas horas de trabajo manual, asuetos, festivos que se descuentan, ¿por qué? Porque se supone que rinde el cien por cien, vale por diez, veinte y cien.
Pero también algunos Hijos practican la virtud del trabajo con las manos pero no ponen el pensamiento, amor, esencia y virtud.
¿Acaso el trabajo rinde porque uno trabaja pesado? Para mover una piedra, ¿vale más la fuerza o la maña? No, el trabajo tiene que ser acompañado con el amor, la voluntad, hay que poner la virtud interior. No basta hacerlo porque lo mandan; hay que acompañarlo con la luz interior; sino es estéril.
Los actos exteriores no son más que incentivos para la virtud interior, sobretodo cuando se trata de los Votos que son la esencia de la Observancia.
La mayor parte del día el Hijo calla y su silencio es la voz con que le habla a su Divina Madre; pero ¿qué valor tiene este silencio si en un minuto que habla ofende a un compañero o se siente herido por una observación? Es como el que junta en un tarro la miel preciosa y luego se la come de golpe sin gustarla.
Podemos tener fidelidad a la Madre y esta virtud nos da la grandeza de los ángeles del cielo, pero ¿de qué nos vale si no hacemos lo que tenemos que hacer y nos guardamos siempre algo? Cuando uno va a dar la última gotita, la guarda.
Tenemos una gran fidelidad, pero el corazón reprocha cuando a uno lo ofenden, juzgamos a los Superiores si creemos que no proceden con justicia. Así nos quedamos con la personalidad.
Puede ser grande la obediencia, pero a veces tiene sus oscuridades. Si hay algo que nos desagrada y el Superior se olvida de decírnoslo, callamos. ¿Por qué no se interpretan las palabras no dichas del Superior? Uno se atiene estrictamente a lo dicho.
Es que la verdadera virtud está en el interior, lo exterior no es más que el método que conduce a ella.
Ya que hemos consagrado nuestra vida para la búsqueda de las virtudes para poder encontrar a la Divina Madre, no podemos cambiar nada: la Observancia es interior, la modestia es la ausencia de todo lo que no quiero saber porque no me corresponde; el espíritu de sacrificio es no dejar que se trasluzca lo que me gusta o no, el trabajo que me gusta o no; amar las órdenes y no soportarlas, buscándolas y transformándolas en el bien de nuestra vida. A la Divina Madre no se la encuentra con la dulzura, sino con el dolor del reproche que hace sufrir más, estar con el pobre y necesitado, padecer y ser despreciado. Estar con el que lleva la peor parte, participar de su vida y dolor. ¿Cómo se puede hacer esto si no es con la adhesión al dolor, resistencia, ofrenda? Esas son las virtudes de las almas consagradas.
Ésta es la vida que da envidia a los ángeles, vida admirable que es señal de que la salvación de los hombres está en el espíritu. Éste es el método que conduce a la Divina Madre, pero tiene que ser un reflejo de la virtud que existe en el alma, en el corazón; es la esencia de la luz que se lleva dentro del corazón y será recién entonces perfecta porque no estará ni adentro ni afuera, sino que vivirá en el corazón y se derramará a nuestro alrededor sobre los que nos rodean: Humanidad, Cafh, Comunidad.

Enseñanza 22: La Dirección Espiritual Entendida por el Caballero Gran Maestre (6/10/1956)

Este es para nosotros un tema de común interés porque casi todos los Hijos somos dirigidos por Él. Aquí nos explicó los conceptos que Él tiene de la dirección de almas y cuáles son sus modalidades particulares para que participemos, comprendamos su idea y nos identifiquemos con ella. Todo esto es particular y nada tiene que ver con el modo de dirigir de otros Directores que llevan a los Hijos hacia el estado de perfección; tampoco quiere cambiar o contradecir las directivas dadas por el Reglamento y la Interpretación. No. Cada Director Espiritual tiene su modalidad.
Si uno se pone en el punto de un Superior el único camino es el que indica el Reglamento y la Interpretación. La modalidad del Caballero Gran Maestre no es una contradicción ni una critica hacia nada, es simplemente su modalidad “porque -dijo- los seres humanos somos como las flores: cada flor tiene su tipo, su perfume, su tiempo para florecer, y lo peor sería creer que uno ha de seguir un camino unilateral. Eso es imposible”.
Cuando un alma se entrega a un Director Espiritual no es ésta una elección hecha por ella ni por los hombres; es algo misterioso y divino, desconocido para el hombre.
La ley de la unión de las almas no puede explicarse racionalmente, no puede ser definida por lo que “yo pienso o tú piensas”, viene de Dios.
El Caballero Gran Maestre también piensa que cuando le es dada un alma para dirigir es porque ella ha estado unida a él desde otros tiempos. Él no sabe de dónde, cuándo ni cómo, pero no puede imaginarse que a un alma se la pueda dirigir en un solo día. Viene de antes, desde la lejanía del tiempo.
Claro que ésta es una opinión personal porque la dirección es algo de Dios: se parece al amor que brota cuando quiere.
“Cuando yo recibo para mi dirección a un alma, esa alma es mía y yo soy suyo”. No es ésta una relación de dependencia sino de unión, estrictamente; si hubiera dependencia no podría ser él su director. El amor es el único que da la unión espiritual, no hay dependencia entre ellos. Esta comprensión es fundamental. Esto quiere decir: “Yo comprendo a esa alma y ella me comprende, y lo que ella recibe de mí será la única norma ideal que ella necesita para alcanzar la perfección”.
Opinión del Caballero Gran Maestre: La Dirección Espiritual empieza en la Eternidad y termina en la Eternidad. Es la Unión.
Por eso aunque el alma se fuera al último rincón de la tierra eso no quiere decir que termina su dirección. No puede haber algo que sea y no sea al mismo tiempo. Cuando se ha amado no se puede dejar de amar. El alma pertenece a su Director hasta que alcance la perfección. Es el único bien y finalidad hacia lo cual se puede aspirar.
El Director Espiritual y el Superior son dos cosas distintas. Lo que el Superior le dice y enseña es magnífico y extraordinario. Pero si el Director Espiritual tiene un alma, la dirige durante todas las horas: “Yo tengo que estar contigo, te pertenezco en espíritu”.
El alma no puede tener velos para él, no son estos velos de palabras, sino los velos de la voz del corazón, tiene que haber sinceridad interior.
El Director continuamente le enseña a su alma, le da su enseñanza. La influencia es física, astral, mental y espiritual. Tiene que llegar a ser su imagen, su ejemplo: Así el alma se traslada a Dios.
La Enseñanza es universal (primer tipo) cuando es dada a los hombres a través de las revelaciones de las grandes religiones y está escrita en todas partes.
La Enseñanza de Cafh (segundo tipo) dada para los Hijos.
La tercera es más secreta, profunda e íntima y nos es dada en la Dirección Espiritual: de alma a alma.
Por eso no hay que extrañarse si uno no es llamado periódicamente, porque a veces es mejor así, sino esa conversación se vuelve rutinaria. Como el Director es ante todo enseñante, podría caer o canalizar en un hábito que sería un peso y no una ayuda.
El Caballero Gran Maestre tiene su método: dirige con un reproche, habla una palabra cuando se está en conjunto. Lo principal es pensar mucho en los Hijos y estar a su lado cuando lo necesitan. Prefiere que le pidan la dirección.
Él dirige poniendo una mala cara, palmeando el hombro. El Caballero Gran Maestre dice que no tiene el don de comunicarse con la palabra como otros directores espirituales.
Darle a cada uno la enseñanza ideal para él.
Concepto personal del Caballero Gran Maestre: Si un Hijo va y le dice que tiene distracción en la oración, él le da el remedio una vez; no le gusta repetir las cosas. Volver a decir las cosas sería perder el tiempo. Lo que se dice mucho se gasta.
Hay almas con quienes ha hablado una sola vez en la vida y nada más. Si siguiera enseñando todo sería una repetición. Hay Enseñanzas Eternas: las del director espiritual han de ser Verbo para el Hijo.
No hay que sentirse desamparado si uno no conversa con el Director. Puede ser un gusto y nada más.
Hay que escuchar la voz del director cuando uno está solo y meditando. Cuando está lejos está más cerca, y en el sueño también nos enseña y orienta si tenemos la verdadera disposición. Su método es de pocas palabras.
El Caballero Gran Maestre está convencido de que así como la madre le da vida a su hijo no sólo hablándole sino teniéndolo junto a su pecho, también así enseña el Director.
La Enseñanza él la da siempre: paseos, comidas; les da su propia fuerza y magnetismo.
Los primeros Hijos sintieron la necesidad de estar a su lado. La influencia del padre al hijo es fundamental. Así el maestro y el discípulo tienen que tener una misma tendencia espiritual, los mismos gustos, así como los que se casan gustan de las mismas cosas, también las almas que caminan juntas hacia la perfección espiritual. Identificación total. El Director tiene que ser ejemplo. Pero eso hay que verlo, porque en esto es fácil equivocarse. Uno siempre cree que el Director Espiritual, el Superior, tienen que ser santos y hay que imitarlos. Esto es lo más equivocado. Todas somos flores distintas, de temperamento distinto. Una persona flemática, por ejemplo, no puede imitar a una de temperamento nervioso.
La imitación es interior. Afuera está el hombre con sus hábitos, etc. Imitamos al hombre que ha realizado a Dios en su interior. La imitación está en el seno mismo de la Divina Madre, en el lugar más secreto.
El Director Espiritual no ha de ser un guía, sino aquél que prepara el sendero, saca las piedras y escollos.
Las almas no quieren ser tocadas. Las rosas cuanto más se las toca más se marchitan. Hay que regarlas, sacar los yuyos, pero sin tocarlas mucho.
Hay quien cree que el Director Espiritual le va a dar la Unión Divina. Ese es un misterio que se realiza solo. El Director Espiritual es la imagen del Gran Director Espiritual.
La Unión de Amor ha de ser únicamente la del Director Espiritual y el alma que dirige. Él es la imagen del Gran Director Espiritual que nos dirige desde el más allá: Él es la puerta para ir a la Divina Realización.

Enseñanza 23: Trato dado a los Niños en el Colegio (17/12/1956)

Esta conferencia la dictó el Caballero Gran Maestre basándose en unas observaciones escritas que le hiciera la Señora Amelia a pedido suyo. Tomó aquellas observaciones que se refieren exclusivamente a la educación y trato dado a los niños en el colegio.
El trabajo que ha dado la Divina Madre a esta Comunidad es la educación de los niños. Dice la Señora Amelia que el nombre que hemos tomado de Maestras Integrales es muy hermoso, pero que si no se lo llena en todos los aspectos que ese nombre entraña, mueve a risa.
El colegio desde un principio les ha dado un trato sobretodo maternal a los niños. Nosotros éramos los sirvientes y ellos los dueños de la casa. Así se los educó en tal forma que siempre quedará en ellos el recuerdo de la enseñanza y el amor que recibieron. Esto podía ser mientras eran pocos, pero a medida que han ido aumentando en número hemos podido comprobar que adolecemos de varios defectos. Este año la Divina Madre nos ha puesto en una prueba durísima, tan dura que pasarán otros diez años antes de que podamos borrar sus efectos. Hemos tardado diez años en levantar lo que tenemos de la Obra y ahora hemos de empezar de nuevo. Empezar de nuevo no es fracasar; es lo mejor que le puede ser dado al ser y sobretodo al ser espiritual. La Divina Madre quiere de nosotros un espíritu totalmente nuevo, no de entrega sino de súper-entrega.
Veamos. Las Hijas son excelentes educadoras de los niños, pero cuando tienen pocos, pues al ser puestas a prueba con muchos fracasan, pierden el control y el dominio de los chicos. Esto se comprueba en los patios rotos, en la higiene de los chicos.
Otras escuelas consideradas muy buenas tienen una persona por cada 40 o 50 niños y los atienden perfectamente, pero nosotros no tenemos más que 10 y fracasamos.
Un factor observado por la Señora Amelia: Las Hijas aman a los niños, pero su amor es más potencial que activo. Aman colectivamente, pero frente al caso individual pierden la paciencia, la orientación, el campo visual y esto va en perjuicio de la dirección individual del niño.
Por ejemplo: falta el aspecto maternal del amor si al caerse un niño, se le pregunta si ha roto algo antes de comprobar si se ha lastimado. Además el aspecto del juego. En nuestro colegio se ha fomentado el juego. Un colegio donde no se juega es una cárcel. Pero según la Señora Amelia en el juego de nuestros niños hay odio, rencor; con tal de ganar se le da una patada a otro.
El Caballero Gran Maestre considera que hay que vigilar al niño, no en el sueño, sino sobretodo cuando se está expandiendo, en el juego, vigilar sus reacciones, orientarlo, reprenderlo.
No hay que ir a vigilarlo con la silla; eso es ir a descansar nosotros y dejar que el niño se desenvuelva solo. No, en el juego hemos de estar al pie del cañón, muy atentos. No podemos descansar pues allí está nuestra labor. Ahora se ha introducido la costumbre del silbato, y esa no es tan efectiva como la vibración de la voz. Es más cómodo, pero el chico necesita jugar dentro de nuestro radio de magnetismo.
Al niño se lo educa con el ejemplo y la palabra. Nuestro ejemplo es de renuncia, pero nuestras palabras no siempre están a la altura del uniforme que llevamos. Muchas veces se les dicen malas palabras a los chicos. Con eso se les cohíbe y poco a poco se transforman en eso que los llamamos.
Todo esto salta a la vista ahora que somos más, por eso al ser más, nuestras responsabilidades son mayores frente a estos niños que la Divina Madre nos ha dado para que eduquemos.
Tenemos que multiplicarnos, desvivirnos en el verdadero sentido de la palabra. No digamos “no puedo”; eso no cuadra a las Hijas de la Divina Madre que todo lo pueden. Hemos de ser como una madre en su hogar: tiene tiempo para todo, el tiempo no existe. Somos Maestras Integrales, es decir, madres, maestras, hermanas, amigas, todo lo que las circunstancias requieran.
Esto lo hemos de meditar bien. Los Hermanos Salesianos tienen como 800 niños y las de la Madre Cabrini son apenas 6 u 8 para atender 800, y se las arreglan muy bien.
Hemos de llegar a esa fuerza integral de las Hijas de la Madre. Decir: “Ella está en mi corazón y adelante”.
El cuerpo es flaco, se cansa, se enferma, pero la Divina Madre está a nuestro lado y de allí sacamos fuerzas para todo.
Todos los Hijos son muy buenos, tienen el verdadero espíritu pero todavía está muy en potencia. Uno tiene una virtud, otro adolece de un defecto. Si uno es observante, le falta sentido común; sabe administrar, pero no tiene espíritu de trabajo. Tiene que aparecer la semilla de lo que el Maestro ha sembrado: saber organizar, administrar, una verdadera Hija de la Madre.
Que en este retiro sepamos morir, que todo lo pasado quede en la tierra y volvamos a empezar, desde la Madre, no en parte sino en un todo, en una sola pieza, porque desde Ella todo se puede. Que tengamos verdadero desasimiento, que no estemos siempre pensando que esto lo hago bien o mal, que nos olvidemos de eso y tendremos fuerzas para dirigir a la Nación Argentina, a la UN si fuera necesario. De lo contrario necesitamos toda una vida para hacer algo.
Este año hay que hacer nuevos cambios. Esperemos que sean para bien y que después de las lágrimas recojamos la cosecha con alegría.
Nosotros no podemos tener dificultades pues todo lo hemos dejado. Eso es para el mundo. Nuestras dificultades son sólo de nuestro adelanto espiritual, del alma. No tenemos problemas interiores y esto ha de manifestarse exteriormente en la capacidad para solucionarlo todo.
El Voto de Renuncia es la palanca que puede mover a la Humanidad para salvarse, pero ha de ser una fuerza efectiva y contundente, real, activa y no sólo potencial.

Enseñanza 24: Las Vocaciones de Comunidad (18/12/1956)

Tsong Kappa dice que los primeros siete años de una Comunidad son los más difíciles, porque son los años en que se forma el espíritu de la Comunidad; en los diez años que siguen se forma el Cuerpo Místico de la Comunidad, pero después de los cincuenta años la Comunidad es inconmovible.
Quiere decir que el principio es la base y las primeras almas han de ser bien formadas porque son el fundamento de todo.
Nuestra Comunidad es como un juego de ajedrez en que cada alma desempeña un papel, pero es necesario que todas reúnan en sí todos los aspectos de la vida de Comunidad.
De las Tablas de Solitarios el Caballero Gran Maestre puede decir que ya están formadas y él podría desentenderse de ellas, pero no puede decir lo mismo de las comunidades que todavía tienen que hacerse. Si tenemos en cuenta el corto tiempo que tienen se puede decir que ya se ha hecho mucho, pero mucho falta por hacer.
En los principios lo más importante es cimentar la vocación y elegir las vocaciones.
Éste es uno de los problemas más grandes y difíciles. Saber cuáles son las almas destinadas para la vida de Comunidad es uno de los misterios más profundos de la Divinidad. Se ha podido ver que muchas almas de gran vuelo, de sacrificio y oración puestas en la vida de Comunidad han fracasado, y otras más sencillas eran verdaderamente llamadas.
Lo importante es saber cuáles son las elegidas. ¿Cómo puede uno decir si o no a un aspirante? El Caballero Gran Maestre no quiere probarlas y que después si no resultan vuelvan al mundo. Es reticente con respecto a esto, tiene un miedo terrible porque su poca experiencia le ha enseñado que nadie toca este fuego sin quemarse. Nadie pone el pie en el santuario de la Divina Madre sin padecer después una herida tan terrible y profunda que no sabemos si se puede curar. Están heridos de muerte aún a pesar de no haber dado el Voto, sin tener compromiso.
Lo que más hemos de cuidar es no herir. Pero si ellos llenan todos los requisitos para la Ordenación, ¿tenemos que tomarlos? ¿Qué factores nos determinan a hacerlo? Es ésta una responsabilidad de todos. No tenemos ninguna visión para decir si un alma sirve o no. Por lo tanto, hemos de recurrir a la oración y la segunda arma es la paciencia. Recomendémosle a la Madre estas almas y para que no interfiera nuestra personalidad en el pedido es bueno desconocer hasta el nombre del alma. Hay tantos factores que despiertan una simpatía humana, siempre falsa y contraproducente frente a los misterios de Dios.
Hay que orar impersonalmente. Nuestra arma es la oración. La Madre es la única que puede dar la solución verdadera.
Hablemos de las almas que tienen vocación, pero que cuando están dentro no tienen paz ni fuerza para corresponder a su vocación. ¿Por qué no corresponden? ¿Es culpa de ellas, nuestra, de los Superiores que no saben llevarlas por el verdadero camino? Hemos tenido y tenemos almas que están en este punto.
Descartemos a aquellas almas llevadas por el entusiasmo que confunden la Ordenación creyendo que Ordenación es ser superiores, dar órdenes.
Hablemos de los jóvenes con verdadera vocación. Hemos de observarlos muchísimo, que sus ideas no varíen de un día para otro, que no se dejen aplastar por la tristeza.
Hay que estimularlos para que correspondan. Aunque el alma sea idealista, pero si vemos un verdadero amor a la Divina Madre hemos de ayudarlos, guiarlos para que correspondan. No hemos de probarlos y mandarlos luego al mundo para que vean si se pueden encaminar de otro modo.
Oremos por las vocaciones. Sólo la Madre puede iluminarlos.
Nosotros cuidemos de la Observancia. No sólo renuncia interior sino exterior. La Renuncia interior también la puede practicar el mundo, pero nosotros hemos de ser modelos de ascética y renuncia. Tenemos la gracia de vivir que nadie tiene en el mundo: renunciar.
Imagen de la renuncia viva interna y externamente; esto es lo que nos da la fuerza para atraer a las verdaderas vocaciones. Santa Teresa decía: “Cuando una Comunidad está bien formada las hermanas tibias pasan, pero para formar una Comunidad nueva manden buenas sujetas”. Si somos buenos sujetos las almas que vengan no fracasarán. Los hombres son más débiles, las mujeres se saben imponer más, tienen más espíritu de sacrificio, no son tan sentimentales como los hombres.
Que Dios las ilumine y nos ilumine a nosotros para que las sepamos guiar cuando están con nosotros: darles esa cuchillada y ponerles el corazón de la Divina Madre.
Todos hemos de llorar por los que fracasan porque todos somos responsables frente a la Divina Majestad.
El punto fundamental en nuestra vida de oración es: Yo nada puedo, pero que mi vida, mi espíritu de renuncia sea tan perfecto que nadie se desilusione o pierda su vocación por culpa mía, que yo no le ponga ningún obstáculo con mi falta de observancia.
Las almas sufren cuando van al mundo, porque no han podido encontrar aquí el fruto que buscaban. Si la vocación hubiera sido falsa, hubieran olvidado. Es como el que lee un libro y se olvida. Pero ellas sufren porque éste era su primer amor espiritual y lo han perdido.
Oremos también por las almas de los que han fallecido y padecen. Hay Hijos que no saben lo que se padece en el más allá. Si lo viéramos nos moriríamos de terror. Ellas padecen un infierno en este mundo; no hay peor infierno ni martirio más grande que perder la primera ilusión y más cuando la ilusión es espiritual.
Pidamos por los tiernos jóvenes que tienen el gran fervor de tomar la senda de la Renuncia, que Dios les borre la idea si no son llamados; pero si vienen, que correspondan al Amor Divino y nosotros les enseñemos a corresponder a la gracia que han recibido. Esta gracia es tan inmensa como Dios mismo, por eso no hay voz humana que pueda descubrirla. Y como dice nuestra Divina Madre, un perfecto Ordenado de Comunidad puede transformar el mundo y no hay nadie, ni Gandhi, tan grande como él, que tenga una misión tan extraordinaria.
Oremos. Operen los Superiores cuando es necesario, que no nos venza el respeto humano ni el temor de quedar mal frente a ellos, porque si los hacemos sufrir van a responder.

Enseñanza 25: La Observancia (19/12/1956)

La Observancia es la perla más grande y valiosa que tienen los Hijos de Cafh y sobre todo los Hijos de Comunidad.
Sólo la Observancia puede darnos la seguridad de que correspondemos a la vocación, de que cumplimos bien nuestros votos y de que moriremos amparados por el amor de nuestra Divina Madre. Un Hijo observante no perece, está en el corazón de la Madre, ya vive la Hora Eterna. La Observancia es el signo indeleble de que somos Hijos de la Madre, es la esencia exterior de nuestro Voto de Renuncia. Ella demuestra que somos los portadores del Mensaje Divino; aquél que se sacrifica y renuncia a sí mismo, que demuestra su renuncia con todos los actos de su vida está en la senda verdadera. Ésta es nuestra mística.
La Madre nos ha dado esta fuerza negativa -la Renuncia- para expandirla sobre el mundo, pero ella se hace efectiva con el esfuerzo continuado que nos da la Observancia. En el hombre la libertad acrecienta su personalidad y esa personalidad acrecentada es una fuerza que se desperdicia para la salvación. Pero nuestra vida de una aparente no libertad nos libera del yugo de la fuerza sensitiva y hace que esa fuerza se expanda a todos. Nosotros nada necesitamos, ni psíquica ni espiritualmente, porque nuestro alimento es la Divina Madre. Como no gastamos nada todo se vuelca sobre la Humanidad. La vida divina no gasta para subsistir como la vida humana.
Así se comprenden las palabras de Cristo: “Yo soy Pan de Vida Eterna, una fuente de agua viva que mana continuamente y aquél que bebe de esta agua no morirá jamás”.
Es el secreto de la vida de Cristo que pueden conocer aquellos que todo lo ofrendan a Dios a través de la Observancia diaria, que elimina todo lo humano y nos transforma en agua viva.
Pero a pesar de esta extraordinaria misión, a veces olvidamos la Observancia; hay un momento del día en que dejamos de ser dioses sobre la tierra y volvemos a lo humano, por un descuido, una falta de atención, una sombra de humanidad en el alma. ¿Cómo puede haber algo que nos separe de nuestra observancia, si ella es el medio de liberación para nosotros?
Si estuviéramos dispuestos a dar la vida para salvar a la Humanidad, Dios no lo querría, pues Él quiere la gota de sangre diaria de la Observancia. La Observancia ha de ser cumplida con toda dedicación y alegría; negar un acto de observancia es mil veces peor que dar la vida por otros. Dar la gota de sangre de la observancia todos los días de la vida es hacer efectivo el martirio de la renuncia, ser holocausto para la salvación de la Humanidad.
A veces sucede que sabemos cumplirla, pero nos resistimos subconcientemente y no cumplimos algo que se debía cumplir; esto tiene un dejo de tristeza en el alma.
Pero el amor subyugará a nuestra naturaleza. El amor intenso todo lo transforma y se torna una fuente de delicias. Amar el cumplimiento es poseer ese gran bien, así se alcanza el éxtasis del cumplimiento de la observancia. Tanto más negativo el acto de observancia, tanto más dulce será como ofrenda. Ejemplo del Hijo que en la penitencia al suelo sentía gran repugnancia porque le parecía tan poco de hombre, pero un día al estar en esa posición se sintió suspendido en el aire, tirado sobre el mundo, en el cielo, y comprendió que era ese acto de amor el que lo colocaba por encima de todos los seres del Universo.
Al vencerse, la Observancia se transforma en un acto místico, redunda en beneficio del ser que lo practica. La Observancia para ser perfecta ha de ser una unidad absoluta. Todos los seres hablan de la Unidad cuando mencionan la vida espiritual.
Cafh quiere que seamos una reunión de almas sin aspectos diferenciados unas de otras, todas una misma cosa, para expresar el amor y el deseo de salvación de todos.
Pero pasa que aquí en la Comunidad, como vivimos juntos, todas nuestras virtudes y defectos se ven enseguida. Es como en una familia donde todos se conocen por ese contacto continuo. Uno camina, ríe, habla así o asá; la Observancia nuestra es la que elimina esas diferencias y distinciones. Para alcanzar la unidad de conjunto han de desparecer todas esas formas, buenas o malas, han de ser una sola cosa. Ejemplo del seminarista que no comía pan y lo hacía con gran suficiencia. Esas costumbres no valen ni cuentan.
Para entrar en la Observancia hay que unificarse en todo. No hay nada mejor que cuando alguien pregunta: “¿Quién es ese Hijo?, y no lo reconocen.
Observancia: Su base es que no haya diferencias; dejar aún las mejores costumbres para ser como la Comunidad; imitar a los Directores y Superiores para desechar el modo propio de vivir y hacer. Cuando el cascarón queda afuera por esta imitación la observancia se hace fácil.
Mucho hemos vencido, pero aún falta. Uno no tendría que saber si tal o cual Hijo ha sido obrero o profesional, si es de tal o cual ciudad. Hay que sacarse esa pielcita.
Más aún, hay que llegar a ni darse cuenta de que esto es la observancia, tan natural es en sí. Entonces he progresado.
Poder hacer una reverencia, bajar la vista sin darse cuenta, espontáneamente, sin pensar.
“Yo soy la observancia”. Hacer otra cosa sería como el pez fuera del agua. El revés del perfecto cumplimiento de la observancia lo hallamos en el hecho de que nos duele cuando la obediencia nos manda hacer algo en la hora de una observancia. Entonces esta observancia es una cárcel mental. Hemos de sentir lo mismo si la obediencia lo manda, porque la Observancia es el espíritu de la Renuncia. Se puede sentir el tener que estar de guardia y no participar de la Comunidad, pero esto sin que intervenga la personalidad.
Uno puede llegar al éxtasis y sin embargo no puede estar seguro de llegar a la vida eterna; pero si cumple la observancia a la perfección, puede uno estar seguro de alcanzar la vida eterna a los pies de nuestra Divina Madre.
La Observancia es la prenda de la perseverancia; a través de ella Dios nos da la visión de los mundos.
Examen para ver como la cumplimos: ¿Soy yo la observancia o es mi hermana? Pedir por las Damitas del mundo que han llegado al punto crucial y muchas no han comprendido lo que es la vida espiritual de Cafh.

Enseñanza 26: Sobre la Meditación (20/12/1956)

Esta conferencia fue dada en carácter de dirección espiritual. Advertencias hechas sobre cómo entiende el Caballero Gran Maestre la oración, cómo quiere que la practiquemos y cuándo llega el momento de cambiar de método en la oración.
Los Hijos confiesan que en la hora reglamentaria de meditación pasan arideces, distracciones y los vence el sueño. Esto es algo de vital importancia para nosotros, así que hay que prestarle mucha atención.
El ejercicio es indispensable hasta que el alma no se ha identificado con él. No es que después no lo necesitemos, sino que no nos damos cuenta que lo estamos haciendo, tan natural llega a ser en nosotros. Cuando sabemos coser o tejer, lo hacemos tan mecánicamente que la mente no acompaña el movimiento; pero si nos equivocamos hay que volver a poner la atención.
En el ejercicio de meditación al poseer la técnica se lo hace instantáneamente, pero nunca llega a ser un obstáculo; si se transformara en un obstáculo veríamos que no es porque lo poseemos, sino porque lo hemos descuidado por mucho tiempo y así desperdiciamos el tiempo.
Esto les pasa también a los que han tenido estados notables en la meditación. Este ejercicio nos permite trascender cuando lo hemos aprendido tan bien que lo hacemos instantáneamente. Trascender es poseer.
Meditación Discursiva: Los hombres conversan impulsados por la emoción del momento respondiendo a la vibración mental del pueblo, raza, ciudad donde viven.
La Meditación Discursiva enseña una conversación más íntima y egocéntrica; para eso necesita todas nuestras potencias y reconcentración. En los principiantes se ve muy bien que no saben conversar, sino responden a esa vibración mental del lugar donde nacieron o se instruyeron. Nada tienen que decirle a su Divina Madre, pero si se encuentran con un amigo se lo cuentan todo.
Para entrar dentro de nosotros, no conversar simplemente como hombres, sino guiados por la intuición, es preciso practicar la Meditación discursiva.
Habría que empezar con el examen retrospectivo y volver a hablar como en nuestra niñez.
El niño sabe hablar con seres imaginarios, parece que tuviera a alguien a su lado. Así se sale del encierro mental de la civilización y cultura en las cuales se ha vivido. Es bueno invocar el Nombre Divino diciendo: “Madre mía, te amo Madre Divina”. Pero no hay que perder demasiado tiempo con esto, porque muchas veces no es más que una repetición de lo que uno a aprendido, no es una conversación entre la Madre y el alma en la intimidad. Para poseer la verdadera técnica de la Meditación Discursiva, hay que despojarse de los hábitos viejos de conversación.
Hay que aprender a conversar a solas con la Madre y contarle todo lo que a uno se le ocurre, macanitas, todo. Así se logra la conversación con Dios, se toca un resorte desconocido hasta entonces, que está en lo más secreto del corazón.
Cuando se llega a esto uno comprende cómo el ser desperdicia la conversación.
¿Cómo puede uno aborrecer la Meditación Discursiva si nunca la ha poseído? ¿Hemos oído acaso la Voz de los Maestros, esa Voz Divina que no se parece a ninguna otra? Cuando así ha sucedido, uno tiene toda la mente y el ser allí; cuando hay oscuridad uno sufre y se desespera.
Para esto hay que sacar el velo que cubre al alma hablándole y contándole a la Madre lo que nunca le hemos dicho a nadie.
Hay que darle vida a ese Ser con quien vamos a hablar. Al darle vida se posee la oración.
Lo otro es una charla humana que se hace pesada e insoportable con el tiempo.
Lo mismo pasa con la Meditación Afectiva.
La Meditación Afectiva es fortalecer la imaginación, el espejo mental, a través del cual se reflejan las imágenes que queremos observar.
Importante: Muchos Hijos hacen la Meditación Afectiva como si fuera una pintura, fijan la imaginación en una imagen. Es debido a que uno siempre vuelve a caer en lo humano y habitual. La idea o imagen es algo panorámico, objetivo. Pero la Meditación Afectiva quiere que lleguemos a lo irreal, no existente, algo “que no puede ser trasladado al telón del mundo”. Ese algo que crea la Meditación puede subsistir mientras que está en nosotros, pero al reflejarlo afuera deja de existir.
En la Meditación uno quiere despertar una afectividad, sentirla, por eso es necesario el ejercicio activo de la meditación afectiva. Con este ejercicio se educa al alma para que ella pueda elevar el plano de lo sensitivo a un estado superior, espiritual.
1) Esta sería la primera parte del ejercicio.
Cuadro: Veo la montaña y me siento encantado con su belleza. Veo Kaor, el
lago a mis pies, siento que ante esa vista mi alma se expande.
El ejercicio quiere reproducir la misma sensación que cuando lo veo materialmente.
Otro Cuadro: La Divina Madre, sus ojos de paloma, su boca de santa, sus Manos que dan la Bendición, y siento alegría.
Lo habitual es trasladado así a un estado anímico e imaginario que siempre es
objetivo.
2) Segunda parte: se efectúa cuando esa sensación o el cuadro vuelven solos a mí; cuando he creado mi imagen, ésta está fuera de mí.
Tenemos el ejemplo de cuando se oye una canción y luego uno está trabajando y oye el estribillo sin haberlo recordado, o siente a la Madre a su lado. Es que le hemos dado vida, está fuera de uno, ya no es uno. Es una fuerza que hay en mí que lo repite maquinalmente. Esa es la Meditación Sensitiva.
Ahora bien, uno tiene la sensación, pero pasa. Ejemplo de la Hermana de Caridad que asiste al enfermo con entusiasmo, luego eso pasa y seguimos asistiendo y queda la caridad escueta y el hábito que hemos adquirido hace que no sintamos nada. Ante nosotros no queda sino el objeto que significa el Nombre de Dios.
A nosotros nos pasa con los niños. No podemos estar con la afectividad continua porque es imposible. Cuando uno ha logrado el objeto a través de la sensación, todo desaparece y queda el objeto. Por eso repetir un cuadro para volver a sentir la sensación no es lo real. Hay que repetir hasta sentir la sensación, luego ya se ha alcanzado lo que se quiere y queda el objeto escueto.
La sensación no es más que el primer escalón de la meditación, por eso si se insiste, uno llega a no sentir nada; cuesta hacerlo.
La verdadera Meditación Afectiva es la imagen, no hay que cargarla con sensaciones, sino hacerla subjetiva (no objetiva), que tenga fuerza interior.
Ahora bien, la imagen para ser subjetiva no ha de salir fuera de la imaginación potencial. Por ejemplo, si hacemos un dibujo todos lo pueden ver; pero si me surge la idea del dibujo y la retengo sin hacerlo -la afectividad pugna por hacer la imagen, pero si retengo esa fuerza, detenemos el caballo de la mente- impido su desarrollo, esa potencia queda en el alma. Entonces he logrado la Meditación Afectiva. Así la imaginación deja de ser humana y las fuerzas se reservan para cuando alguien las necesita; no hay que responder al instinto sino a la voluntad.
Entonces la Meditación Afectiva se transforma en negativa: no veo, no soy, no quiero. Estoy aquí y nada más. Por ejemplo: el estandarte de la Madre, sin forma, sólo está, está. Si dejamos que la sensibilidad vuele se gasta y no queda nada. Hay que guardarla aunque cueste.
Cuando uno tiene gran entusiasmo por servir a Cafh, la sensibilidad es gastada por los sentidos inferiores.
Pero la Meditación Afectiva ha de llevarnos a otro estado de súper-posesión.
Preguntas: ¿cómo es mi Meditación Afectiva? ¿Gasto mi sensibilidad?
No quiero gastar lo que siento, lo guardo escondido. Mantengo en mí los elementos que dan vida al cuadro. Guardo alegría, afectividad.
Si veo un niño y quiero tocarlo, guardo eso para que los nervios no gasten esa afectividad. La Meditación Afectiva guarda para el momento oportuno.
Si hacemos así, después, durante el día, guardamos fuerzas siempre.
Cuando uno gasta la alegría, después siente la tristeza de no tenerla, pero si se guarda luego se tiene.
La aridez indica que el tornillo se ajusta bien. Es la voluntad la que ajusta el tornillo y retiene las fuerzas en el corazón.
Ese hastío es bendición, hay que beberlo, cuidarlo, no aflojar y dejar que se escape tras alguna cosa sensible o del mundo, porque él nos dará la llave inglesa que regula, saca y pone las energías del corazón. Nos hace dueños del corazón.

Enseñanza 27: Los Superiores (21/12/1956)

Los Hijos de Comunidad son muy pocos y se ha puesto mucho esmero para educarlos porque suponemos que serán los Superiores del futuro.
Han de ser Superiores en todos los aspectos, por eso el Caballero Gran Maestre los corrige tanto, ya que de ellos depende el porvenir de Cafh.
Cuando murieron los primeros Hijos, quedaron los otros con los cuales fundó las primeras Tablas de Solitarios y el Caballero Gran Maestre se preguntaba si no olvidarán las enseñanzas al surgir dificultades en sus familias y al avanzar en edad.
Las almas que pueden conservar el espíritu de Cafh son las consagradas, los Ordenados de Comunidad. Ellas no envejecen, no tienen las preocupaciones que tiene la gente del mundo ni pierden la agilidad de la mente. No muere nunca y es reemplazada por otra alma que tiene su mismo espíritu e imagen, conocimiento y capacidad.
La mayoría de las almas consagradas han de formarse para dirigir almas; no han de tener fallas.
La dirección de la Comunidad ha de recaer sobre el Superior, pero como todavía somos jóvenes, el Superior es sólo una parte. No sólo hay que saber dirigir, ser capaz, sino saber dar la subsistencia a los Hijos. No debe adolecer de ninguna cualidad. Estar bien centrado mental, emotiva y prácticamente. Los Hijos pueden ser “Cupertinos”, pero no el Superior.
Hay que saber dirigir a los Hijos en todos los sentidos. No sólo saber hablar sino pensar en todo, porque el Caballero Gran Maestre no va a estar siempre detrás.
La ruina de la Comunidad puede ser un Superior práctico, pero con poco sentido común, intelectual. No, tiene que ser capaz en todo, verlo todo.
No tiene derecho a descansar nunca, no en el sentido de que tiene que trabajar, sino en el de la atención, observación.
Ha de obedecer siempre a las necesidades de los Hijos, sus adelantos espirituales y vigilar las necesidades económicas de la Casa.
Para ser integral el Superior ha de ser sabio, bueno y capaz. Decía Santa Teresa: “Saber mirar el cielo, pero tener los pies bien asentados en la tierra”. Saber hablar de teología y ascética mística y saber cuantas papas hay en la olla. Todos los grandes fundadores miraban y tenían en cuenta hasta las cosas más pequeñas.
Obediencia absoluta del Superior. Él se debe a sus Hijos y a la Observancia. Un Hijo puede faltar a la Observancia, se lo reprende y pasa, pero el Superior que deja pasar una falta de Observancia ha desobedecido a la Ley Divina.
Una Superiora de un convento de Capuchinas tenía la manga un poco grande y perdonaba mucho. Cuando murió todos la creían una gran santa. Cierta Hermana que estaba un día en la ropería oyó un gran ruido, y vio cómo una mano quemada se posaba sobre el ropero y una voz le decía que estaba padeciendo infiernos. Era la voz de la Superiora.
Un Superior no puede hacerse agradable a los Hijos: es preciso que apriete un poco a veces. No buscar que tengan simpatía. Así se mantiene la Observancia. Ese sacrificio también ha de ofrendar el Superior y hasta es bueno cuando le demuestran que no le tienen tanta simpatía y lo creen un poco duro. Así esa simpatía se transformará de humana en divina.
La gran misión del Superior es capacitar a los Hijos que aprendan aquello que no saben. La enseñanza ha de ser por eso continua: en los recreos, paseos, conferencia particular, dirección espiritual.
Cuando el Caballero Gran Maestre era joven y preguntó que estudios debía realizar; le contestaron que estudiara todo aquello que pudiera ser de provecho para las almas; todo lo demás no vale nada.
A los Hijos hay que enseñarles y continuamente, así se capacitan no sólo para comprender, sino para la enseñanza. Tienen que saber exponer la doctrina de Cafh; lo que no sabe el Hijo es por culpa del Superior.
Los Hijos han de saber distinguir una Enseñanza Universal de una particular de Cafh.
Formar almas verdaderas que abarquen con un divino sentimiento a todos los seres. Por ejemplo, formar una Maestra Integral. Eso hay que demostrarlo con los hechos, todos los días, no aflojar. Tienen que ser fuerte de corazón, que no les entre el sueño de la pereza humana.
El Superior debe conducir a las almas hacia su fin, con el amor, la reprensión y hasta con hechos drásticos y extremos si fuera necesario: Vale más el alma de la obra que no la contemplación de una persona. El tumor hay que operarlo para que no se extienda al cuerpo.
¡Pobre del Superior que cree que los Hijos tienen que recompensar con amor su trabajo!
Las cosas se hacen con el trabajo de la dirección y no sólo con el de las manos.
Cuando un Superior va y mira, ya se ha ganado el día. Pero ha de conocer los pequeños y grandes trabajos, conocer el sacrificio para ser un buen Superior. Simone Weil dice que “hay que trabajar para conocer el sacrificio de alguien”. Así se conocen las reacciones internas que trae el trabajo.
Por eso nos hacen rotar. Hemos de aprender los oficios de abajo porque desde allí se ve todo. Ejemplo de la mujer rica que decía que en la cocina sabían mejor cual era el movimiento de su casa que ella misma.
El Superior tiene que poner una coraza a su orgullo, al amor propio, al corazón, porque allí es donde le van a pegar. Es natural que como es un ser humano tenga sus debilidades y entonces los golpes caen allí.
Si el Superior se apega por cariño a los Hijos necesita una coraza para el corazón, porque por allí tiene que reprenderlo y sabe que no quieren el golpe y sufre. No hacerlo sería debilidad y un gran mal.
Si tiene personalidad es tremendo como sufren si los cambian después.
Todo esto se necesita para ser buen Superior: vigilancia mental, del corazón y de los Hijos.
Nuestra responsabilidad es grande, por eso hemos de hacer un examen de conciencia y ver cómo se enseña la doctrina, cómo van los Hijos por el camino místico, que tengan capacidad y sepan defenderse en la vida.
El Hijo de Cafh tiene que ser un conjunto integral de mente, materia y fuerza puesta en acción. Los Superiores son los maestros de almas que han de llevar a las almas por el camino de la luz. El que ora, pero no tiene capacidad de trabajo, es un mal Superior.
Ha de ser la imagen de la Divina Madre, no en su personalidad y en su aspecto exterior, sino como expresión de Cafh con los hechos, obras y en la Comunidad.

 

Enseñanza 28: Conceptos de Cafh sobre Nuestra Vida de Obreros (22/12/1956)

El momento que vive la Humanidad es de gran importancia porque no se ha dividido en clases, sino en dos sectores que están dispuestos a la guerra y a destruirse mutuamente: el hombre que produce y el hombre que explota la productividad.
Los Hijos de Cafh que van a actuar en la salvación de la Humanidad tienen que conocer este problema a fondo.
En una época el hombre que trabajaba era únicamente un hombre de trabajo y existía una dependencia entre el dueño y el trabajador, existía una cultura, una comprensión y dirección entre ambos.
Con la cultura y la escritura, cambiaron las cosas: ya el obrero no era un ignorante, un analfabeto. Ahora se prepara el gran choque, porque nada ha dado la solución. El cristianismo luchó durante dos mil años por la paz y fraternidad, pero ha fracasado. ¿Por qué? Porque predicó el renunciamiento total de los bienes materiales, lo que es imposible para la capacidad del hombre. Es una renuncia ideal, que dio el fruto maravilloso de la caridad: cerrar los ojos a un moribundo, atender al enfermo, dar lo que uno tiene para los pobres. Pero el cristianismo fracasó.
Ahora el obrero ha elevado su nivel pues sabe leer y es capaz. Cuando oye en una iglesia repetir las palabras de un San Francisco de Asís, Vicente de Paul, Don Bosco; cuando le cuentan que ellos han fundado hospitales, casas de ancianos para su vejez, él se siente indignado y no quiere ese dinero ni esa ayuda porque dice que es darle lo de él, lo que le pertenece y eso no es caridad, es un insulto, es darle como caridad lo que le han robado.
Pero la Iglesia no puede dar otra cosa, porque se ha unido a los poderes estatales del mundo y no puede volver atrás. Sólo le queda contemporizar impidiendo que se le robe más al obrero. Ningún obrero está con la Iglesia al día de hoy.
El Papa León XIII dijo que “Hemos perdido la clase obrera”, y el Papa actual Pío XII podría decir que “hoy tenemos al obrero en contra nuestra”.
Este sería el primer punto: La posición católica como solución queda desechada.
Segundo punto. La idea materialista del comunismo: renunciar y darlo todo para enriquecer al Estado. En vez de trabajar para un patrón, el obrero trabaja para el Estado. Quiere decir que podrá estudiar, comer, pero le quitan esa satisfacción individual de gozar de lo que uno mismo ha creado.
En Cafh nos hemos hecho obreros para demostrar que únicamente por la participación progresiva puede el obrero llegar a la posesión de sus más elevadas posibilidades. El capitalismo, el capitalismo estatal y la repartición caritativa de los Ministros de la Iglesia no han hecho sino fomentar la lucha por el salario, por la superproducción y por el monopolio.
El problema es éste: el obrero es retribuido por su trabajo, pero siempre la retribución es inferior al valor real de lo que puede producir una persona.
El obrero tiene un alma exactamente igual a la del hombre más rico del mundo; es un ser egocéntrico e individual.
La única participación posible es la que se practica en Cafh. No puede haber un renunciamiento total a todas las cosas materiales pues para eso habría que desaparecer como ser humano.
El ser humano por la renuncia no posee, pero participa; no posee, pero tiene lo que le pertenece.
No puede haber arreglo en el mundo mientras exista el salario. El dueño es patrón, pero no es dueño absoluto, sino participante.
Por ejemplo: nosotros construimos nuestro colegio y todos participamos; la obra no es de nadie, pero el trabajo es de todos. El obrero ha de ser así: no tiene un salario, tiene lo suyo. Ni el patrón ni el obrero existen, sino que cada cual ocupa su lugar.
El aumento de salario no soluciona nada porque el patrón enseguida aumenta lo que produce.
Nuestra idea es la verdadera. No somos ni políticos ni sacerdotes para predicar nuestra idea; lo que hacemos es vivirla.
Demostramos así al mundo que la felicidad está en la sencillez de la vida, no en la abundancia de los bienes.
Nosotros no podemos vivir en el mundo, pero vivimos en la Comunidad como obreros no asalariados, sino participantes y ésta es una súper posesión anímica de lo que se realiza.
El obrero ha perdido el amor al trabajo porque todo es para otro, nada es suyo. Entonces gasta más de lo que pueden darle sus posibilidades anímicas.
Para comprender esto hay que conocer el Radio de Estabilidad, el magnetismo del lugar. Damos fuerza y recibimos bienes. El trabajo no quita energía sino da fortaleza. El obrero se cansa prematuramente porque nunca está en el mismo lugar y entonces no arraiga. Cuando el ser trabaja gasta energías, pero genera una pila eléctrica por la cual esas fuerzas vuelven a él. Cada vez que uno cambia tiene que construir un nuevo generador.
La verdadera posesión está en permanecer en un lugar y tomarle amor a ese lugar. Así se vigorizan los músculos y se vive plenamente.
La segunda participación es poseer el bien magnético del Radio de Estabilidad: saber donde están las cosas, no perder el tiempo buscándolas. Porque no damos felicidad sólo con lo que poseemos, sino permaneciendo en el Radio de Estabilidad.
Nosotros impregnamos el lugar con nuestra capacidad y él nos devuelve las fuerzas de la tierra y la súper posesión no sólo es del ser humano sino que va más allá.
El obrero del mundo desconoce el valor de las cosas: $ 10 para nosotros son como $ 100 para otro.
El obrero al tener que trabajar para un tercero no produce lo que debiera, se cansa y al no producir lo que debiera todo aumenta y el mundo se arruina.
El obrero desconoce el poder de la resistencia: el obrero para que le aumenten se declara en huelga y surgen luchas entre los delegados obreros y los patronos y mientras tanto el obrero no cobra su salario. El obrero es la víctima. No consiguen nada porque si aumenta el salario aumenta el costo de la vida. El obrero tiene que impedir el aumento del costo de la vida, pero para eso es necesario una súper fortaleza: la resistencia pasiva -que practicó Gandhi- no usar ni adquirir lo que es aumentado. Si aumenta el tranvía vamos a pie. Es el espíritu de sacrificio, pero todavía falta para que la Humanidad lo comprenda. Los ingleses dejaron la India porque dejó de ser un negocio para ellos. Es la tercera etapa que tiene que conocer el obrero: la vuelta a la sencillez de la vida.
El obrero tiene que dejar de pensar que la felicidad es ser como el patrón, tener un taller. Sabemos que el que alcanzó a tener un taller fue de los más grandes explotadores. No; la mayor posesión es el bien magnético y además el obrero que trabaja tiene la obligación de ayudar a los necesitados. Tiene que aumentar en posibilidad de sacrificio, resistencia, dominio de su naturaleza. Así es el obrero Ordenado. Hemos dejado el mundo para ser una expresión viva de la vida. El mundo de mañana será del hombre que trabaja porque ha comprendido que a su trabajo se une la comprensión mental.

Enseñanza 29: Santa Francisca Romana (23/12/1956)

No se puede dejar pasar el Retiro sin echar una mirada hacia nuestro Pueblo, hacia la Eternidad, desde donde nos viene todo el consuelo y la asistencia y, sobretodo, hacia aquellos guías que nos acompañan y nos ayudan a cruzar el puente rápidamente.
Hoy recordamos a nuestra Santa Protectora, Francisca Romana, para que la imagen de sus virtudes sobre la tierra nos permita ser sus compañeros en las Tablas Invisibles del cielo.
La vida de los protectores sobre la tierra nos da la pauta de que también nosotros podemos imitarlos y que ellos, por su virtud, dejaron tras de sí una estela de fuerza magnética que nos da la fuerza para imitarlos.
Los escritores al hablar de los hechos, de las personas que acompañaron a los Santos pierden de vista el punto fundamental y central de sus vidas, lo que es de real y vivo interés. No penetran en el alma para ver la flor magnífica que allí se ha abierto.
Hemos de buscar en Santa Francisca cómo desarrolló la virtud central de toda su vida, esa virtud que es la que le da la fuerza y vida al alma y la proyecta sobre todas las almas para vivificarlas.
La castidad fue la virtud primordial de Francisca; era mental, moral, física. Era un don divino.
Todos los hechos de su vida toman trascendencia alrededor de esa virtud. Ella alcanzó un tan alto grado de renuncia a través de esa virtud. Su Renuncia fue absoluta, de todo lo que puede poseerse sobre la tierra.
Santa Francisca es muy de Cafh porque su Renuncia es la que se practicará en los tiempos futuros. Toda la fuerza de su Renuncia está en su castidad.
Imaginemos el martirio que tiene que ser para un alma tan casta y tan anhelosa de pureza, el ser atada a la ley del matrimonio.
Cuando tenía nueve años un día, mirando el cielo, le dice a su madre: “Soy la Esposa de Cristo”, pero los seres del mundo piensan que esas son cosas de niños y no les dan importancia. Así, sin que ella intervenga, un día es casada con un hombre que ya es casi viejo, que no sabe lo que es la vida espiritual y conoce todo el mal y el vicio del mundo.
El primer martirio de Francisca fue éste; cuando sus padres arrojan su pureza al fango humano. Sus padres no sabían nada de lo que se ocultaba en la niña. Después de su muerte, una vieja sirvienta atestiguó que estando en pañales, Francisca lloraba desesperadamente cuando la tocaban. Sus padres se ríen de esas muestras de pureza. Pero los destinos divinos señalan que por ese camino llegará a la plenitud del Renunciamiento.
Esa alma de doce o trece años al ser arrojada a la carnicería de la vida, cae gravemente enferma. Nadie sabe cual es su mal; la presencia de su esposo es para ella como la muerte. Pero hay un alma, su cuñada Vanosa, que la ha comprendido. Es la compañera de su vida espiritual.Vanosa le dice al esposo que no se acerque a Francisca pues así podrá salvarse de la muerte.
Alejada Francisca del problema matrimonial, mejora, pero una fiebre devoradora la consume. Una noche, Alejo, el santo romano, se le aparece y le dice que es preciso sacrificarse: “Dios te quiere madre, empezarás a ser madre y a llevar la pesada cruz”. Cuando Vanosa viene al día siguiente, Francisca le dice que está bien y que la acompañe a la iglesia para darle gracias a Dios.
Tiene después su primer hijo y sus sentimientos son purificados por la maternidad. A pesar de que su director espiritual le dice que el matrimonio es su deber, para ella ese es un martirio y siempre escupe sangre cuando su esposo se acerca a ella.
El matrimonio es pecado por más santo que sea, y ella lo siente así, pero de ese martirio le brota la fortaleza para hacerse madre de todos los seres.
Es entonces cuando vierte el amor hacia los miembros doloridos de Cristo: enfermos, necesitados.
Su gran deseo era consagrarse a Dios en un lugar apartado, pero comprende que Dios quiere que ella cure a la Humanidad.
Empieza su misión para las almas. A todos cura ella con el aceite de su lámpara que aún hoy se conserva.
A pesar de que siempre lucha por volver a la pureza de la niñez, el Señor la ha escogido para que a través de ese pecado matrimonial pague por el pecado de todos los seres. Una vez Cristo le dice: “Te he elegido para que pagues por aquellos que hacen mal y para que como Esposa mía seas madre de todos”.
Comienza a derrumbarse todo a su alrededor: se le mueren dos hijos y uno se lo llevan de rehén los enemigos políticos de su marido.
Sin embargo, ella tiene una gran fuerza interior y todo lo que le quitan lo considera Voluntad de Dios. Pero Dios en medio del dolor le da un ángel para que la acompañe durante toda su vida. Es su hijito muerto quien se le aparece para decirle que le enviará un compañero. También por entonces le devuelven a su hijo Bautista y a su esposo maltrecho y arruinado.
La gente la llama al ángel de Dios y se arrodilla y besa el suelo por donde ella pasa. Cuando se eleva en éxtasis Cristo le habla y le dice que si bien en la tierra ella es madre y esposa, en el cielo es toda Suya, porque ha cumplido la voluntad que Él le ha impuesto.
Sus compañeras muchas veces al verla en éxtasis decían que parecía el cuerpo de una virgen. Como su esposo es anciano ella piensa que ya ha cumplido su misión humana, pero él es terco y pide a la esposa que Dios le ha dado.
Su confesor le manda cumplir con su deber, pero todas las veces que él la toca baldes de sangre salen de su boca.
Son años y años de martirio. Dios no la deja morir. Ella tiene que ser la imagen más pura de la Renuncia y de la castidad.
Al final el esposo la manda con Dios, pues es muy inútil, pero muy santa.
Ese día se eleva en éxtasis porque ya nada la puede separar de su anhelo.
Parece decirnos: “Yo he padecido mucho. Todo el sueño de mi vida era reunir a mi alrededor almas vírgenes y ahora lo he conseguido. Quiero que nada las toque y que cuiden la flor maravillosa que el Señor les ha dado. Embelleced esa flor con la vida interior de castidad y apartamiento y sobretodo con la renuncia que es la corona de todas las virtudes”.
Hemos de recordarla mucho, sobretodo cuando tenemos tentaciones, no tentaciones groseras, sino de ira, gula, pereza, indolencia y enseguida la fuerza de Francisca llegará a nosotros.
Muchos dones nos ha dado Dios, pero el más grande de todos es el de poder mantenernos puros y castos y decir: “ego sum Sponsa tua”.
Todos reconocen la riqueza de este don, prenda segura de nuestra Renuncia y Observancia.
Imaginemos a Francisca tendiéndonos la mano para cruzar el puente que conduce de aquí a la Eternidad.

Enseñanza 30: La Puerta Santa (30/03/1957)

La Divina Madre es la que ha dado al Ordenado la gracia de su vocación y esta divina vocación ha conducido al Ordenado hasta la Puerta Santa del Hogar de la Divina Madre. Es la Divina Madre quien ha salvado los obstáculos, roto los lazos con el mundo y los sentidos. Ella es quien ha hecho el trabajo. Nos tomó en los brazos como a niños inocentes y nos introdujo en el hogar del misterio y del amor. Pero una vez que hemos llegado allí, nos muestra la otra puerta secretísima de su adorable e íntimo santuario. Pero allí Ella no nos llevará, hemos de ir solos. Para cruzar esa diminuta puerta, hemos de tomar toda la fuerza de nuestra alma, de nuestra voluntad. Una vez que el alma se ha consagrado, no sólo tiene la obligación de ser fiel al voto, sino que ha de llegar al máximo de la perfección, que es penetrar en ese secretísimo santuario.
No sólo hemos de cumplir sino que hemos de entregarle todo nuestro corazón, hemos de ser místicamente totales, incondicionales y eternos. No hemos de ser sólo buenos, sino perfectos. Sin embargo la mayoría de las veces, el Hijo Ordenado admira esa Puerta pero no se decide a penetrar allí, a la Felicidad.
Si todo lo hemos dado, hemos roto las cadenas que nos ligaban al mundo ¿qué nos detiene ahora? Hemos de hacer sin vacilar esta segunda ofrenda, íntima y profunda, una verdadera conversión.
¿Cómo puede ser que el alma generosa, esté allí dudando, dejando pasar los días y los años, sin decidirse a dar el salto? Le sucede lo mismo que a aquél que tiene que ponerse en manos del cirujano y por temor a la operación sigue sufriendo y uno se pregunta: ¿Cómo puede ser que después de tantos sacrificios no penetremos en el santuario íntimo de la Madre? Lo que nos detiene es una pequeña cosa, que se hace habitual, una amistad, una mirada, una condescendencia de vanidad, un apego de comodidad. Tenemos hambre y no sabemos mortificar nuestra gula; tenemos sed y nos viene la desesperación por tomar agua. Cualquier cosa nos puede retener fuera del Santuario de la Divina Madre.
El alma consagrada ha de ser total en generosidad. Basta romper una vez para vencer. Hay que decir: “Hoy me doy, empiezo hoy”. No seamos como los servidores que siempre limpian y no conocen el rostro de su Rey. Nuestra misión no es estar en el atrio, sino penetrar dentro del Santuario de la Divina Madre. No nos puede importar nada, ni saber ni no saber, ni tener ni no tener, ni hacer un trabajo u otro, soportar a una compañera con paciencia o no.
Hay almas santas que quieren saber si cumplen con su entrega total a la Madre. Muchas almas dicen que tienen arideces, tristezas, que no saben concentrarse, tienen sueño, inconvenientes en la acción. Todo esto es muy común en las almas consagradas, pero...hay un pero; aquella alma que está toda entregada puede tener grandes arideces, pero siempre tienen luces divinas, relámpagos de comprensión en los que la Divina Madre se hace presente.
Si la aridez no está matizada por estas luces es que la entrega no es total, porque la contemplación es el fruto de las almas consagradas y todas lo han de recoger.
Cuando la aridez no tiene nunca el signo divino es señal de falta de entrega. Porque la aridez santa es retribuida con el consuelo por la Divina Madre.
No hay que decir nunca que uno tiene tanto que hacer que le es imposible mantener la mente y el corazón tranquilos, porque si así fuera habría que dejar toda ocupación, porque todas las ocupaciones del mundo de nada valen comparadas con un minuto de entrega.
Es de mucho más valor al alma el vivir la vida interior que el trabajar mucho y escribir mucho. Todas las actividades externas son buenas si son dirigidas desde el interior, sin poner nada nuestro.
¿Cómo hay que hacer para penetrar por esa Puerta que Ella tiene abierta? Hacernos pequeños, sin apegos, sin gustos, por santos que sean. Podremos tener tentaciones, arideces, pero vendrá la luz de la contemplación.
No olvidemos que podemos hacer mucho, pero lo principal es entregarse, darse al Divino Amor, ser pequeñitos para pasar por esa Puerta.
La Madre nos trae, pero la realización de amor y entrega es nuestra.

Enseñanza 31: Amar a la Divina Madre (6/04/1957)

Nuestro trabajo principal es vivir la vida interior y esto no es posible sin la oración. Por eso la oración es nuestra finalidad y obligación principal.
Cuando el Caballero Iniciado llega a la Divina Madre para realizar las Místicas Bodas le pregunta: “¿Dónde estabas Tú Amada mía?” Y Ella le responde: “Estaba escondida en tu propio corazón. Por tí he creado el Universo, he sufrido y luchado. Todo lo he hecho por ti”.
Si bien nuestra vida no excluye el trabajo y los deberes, todo esto es nada comparado con el divino ejercicio de estar en unión con la Divina Madre.
Todos son atributos, pero nuestro único trabajo es la oración, porque Ella todo lo ha hecho para llegar a morar en nuestro corazón.
No quiere esto decir que haya dos vidas: una de trabajo y otra de oración, de actividad y de rechazo de la actividad. Lo principal es vivir en el interior, todo lo demás es una secuela de ese estado interior.
La vida nuestra está inspirada en ese divino trabajo de amor y oración. Nuestro oficio es amar a la Divina Madre.
Al principio del Camino Espiritual aprendemos a orar, a hacer el ejercicio de la meditación y en ese esfuerzo llegamos a la paz y vida interior.
Después, aconsejados por el Director Espiritual dejamos ese ejercicio, porque parece que oramos con más elevación y a veces se olvida ese ejercicio.
Pero hay que tener en cuenta que la naturaleza es débil y aflojamos en la oración al trabajar y estar ocupados.
Pero nuestra vida es toda espiritual y tenemos horas establecidas para ponernos en contacto con la Divina Madre, pero, ¿qué pasa? Ocurre que perdemos el tiempo, nos dormimos, luchamos contra las tentaciones de la voluntad. ¡Qué lástima que perdamos ese anillo que nos tiene agarrados a la Escalera Eterna! La Madre quiere darnos una Luz, una iluminación especial y esto no lo da para que olvidemos luego el ejercicio, sino para que lo activemos y perfeccionemos más. Este ejercicio educa nuestra voluntad y nos enseña a ser sencillos y humildes para que conquistemos lo que una vez perdimos.
No dejemos el ejercicio por considerarlo innecesario. Siempre es bueno bajar unos escalones para volver a subir y hacernos pequeños para que sea la Madre que nos eleve hasta Ella.
El ejercicio es el cayado, el apoyo de los momentos humanos. Más aún, hasta es preferible rechazar la contemplación y hacer bien el ejercicio, que si la contemplación es verdadera será como un fuego que vendrá a pesar de todo.
Lo único que espera la Madre es nuestra humildad, que nos consideremos pequeños. No ir nunca a la meditación sin haberla preparado. Santa Teresa nunca iba a la oración sin su libro de oraciones.
Es bueno tener un método sencillo adaptado a nuestra alma, pero no hay que divagar; el Reglamento recomienda el método: “por disciplina exterior alcanzaremos la disciplina interior”.
Tener un cuadro generalizado, semanal o quincenal que esté dentro del trabajo que uno ejecuta en el momento.
El Caballero Gran Maestre divide la meditación en tres puntos generalizados:
1) Invocación: “Pedid y se os dará”. Aquél que no pide el pan a Dios no tiene derecho al pan de cada día. Pedir es ya de por sí un movimiento de humildad y esto nos abre las puertas de la oración.
Con respecto a la misión de las almas desencarnadas: Pedirle a la Madre que nos permita ver lo que estas almas padecen. Uno sabe muy poco, sólo Ella puede enseñarnos y mostrarnos ese gran padecer de los que están en el más allá.
Nuestro modo de orar y de pedir ha de ser espontáneo y sincero. Nuestra mente comprende la importancia de la misión, pero olvida fácilmente porque es humana y débil.
2) Cuadro Imaginativo. Luego entrar en el Cuadro Imaginativo. No buscar colores, imágenes. Que sea fácil. Buscar sensaciones para ser rápidos porque nuestra media hora vuela y hay “que sacar el pan del horno”.
Cuadro: Me veo por la calle, viene un auto y creo que va a atropellarme y me asusto. El miedo cuando estoy solo en la pieza por la noche. Viene un amigo, me toca sin que lo vea y me sobresalto. Esa es mi arma de trabajo.
A las almas -como tengo la ayuda de la Divina Madre- les llevo paciencia, humildad, mortificación, lo que he hecho durante el día.
Por ejemplo: se puede tomar el trabajo sobre las almas que uno tiene que dirigir.
No se puede decir que uno no tiene voluntad y que se pasa la hora sin hacer nada. Hay que tener un método.
El sueño: la verdadera oración quita el sueño; es como cuando leemos un libro interesante y no nos dormimos; pero si es aburrido nos dormimos.
La Madre está en nuestro corazón y nos reclama los minutos y la vida. No podemos perder el tiempo. Ella nos pide el esfuerzo, es lo único que podemos darle, y luego vendrá Ella con su luz y comprensión a elevarnos.
No olvidar: No dejar el ejercicio de la Meditación. Si bien el Caballero Gran Maestre aconseja la quietud, a veces, cuando eso pasa hay que volver al ejercicio. Sean esforzados y tenaces. Si la Madre da el 10, dará el 100, el 1000 y mucho más.

Enseñanza 32: Sobre el Misterio de la Divina Encarnación (13/04/1957)

Como hombres que somos estamos acostumbrados a hacer separaciones; por eso hablamos de épocas y fechas determinadas para la Encarnación de un Salvador de la Humanidad, como si cada Iniciado que viene fuera distinto de otro. En realidad el Verbo Divino, la Encarnación Divina es una sola y el acto de Redención se está cumpliendo ininterrumpidamente sobre la Humanidad.
El Verbo Divino está siempre presente, no baja a la tierra en forma intermitente y la Humanidad no se redime por períodos determinados o muchas veces (cuando encarna un Iniciado Solar), sino que la Redención también es única y continua.
La Sangre de Cristo es derramada toda una sola vez y no por partes. Si bien la Encarnación Divina es única como lo es la Redención, a veces, cuando la evolución de la Humanidad lo requiere se hace más palpable, se manifiesta a través de distintas expresiones.
¡Cuántas serán las diversas expresiones de la Divinidad Encarnada sobre la Tierra que nosotros no sabemos! Pero de ellas tomaremos tres: Rama, Buda y Cristo.
Antes de venir Rama, el hombre vivía presa de sus instintos, estaba bestializado. Rama le enseña a dominar sus instintos, a ser hombre divino. Rama le dio esa fuerza, ese poder de vencer a la bestia. Le hizo ver al hombre el poder del cual era poseedor: el pensamiento. Rama le enseñó a pensar (ésta es la fuerza).
Cuando el hombre conoció que podía pensar, vio que tenía instintos, pasiones. Los instintos y las pasiones estaban en él, pero él ya los veía.
Entonces encarnó el Buda, que con su suavidad, su belleza, su armonía, su dulzura extraordinaria, le enseñó al hombre a dominar el pensamiento, la mente, las pasiones, mediante el poder de la voluntad (Buda es la voluntad).
Pero no sólo era necesario al hombre el dominio de su pensamiento sino también de la fuerza de su corazón, del sentimiento.
Al tomar una nueva forma humana, la Divina Encarnación se hizo muy semejante a la Humanidad para vivir en sí su propio dolor. Aparece el Cristo.
Cristo enseña a los hombres el poder del corazón, la fuerza del amor. Cristo con su holocausto enseña a los hombres que la Redención puede ser realizada individualmente.
A nosotros nos toca ahora ser Cristos pequeños, víctimas de holocausto, hostias propiciatorias en el altar de la Madre.
La Redención individual no se logra por la acción ni por el pensamiento, ni por la virtud, ni por la fantasía, sino con la renuncia de holocausto.
“Creo que esto es lo que enseñará el Maitreya, la nueva expresión de la Encarnación Divina: la forma, la manera en que debemos convertirnos en Cristos pequeños, en pequeños holocaustos, en pequeñas hostias”.
Nosotros que no tenemos nada, que nada somos, que nos apoyamos en nuestra única expresión que es la Renuncia, somos los precursores del Maitreya.
Tenemos que vaciar nuestro corazón de toda sangre humana, ser nada para que Dios viva en nosotros. Queremos vivir el dolor de la Humanidad, tomar el dolor de los que desean, de los que sufren, porque estamos vacíos de todo; porque no poseo ni una sola virtud, ni una sola pizca de santidad, nada, absolutamente nada y estoy desnudo de todo.
¡De pie Hijos e Hijas mías! Ceñidas las túnicas, bien ceñidas, descalzos los pies, apoyados en el bastón, comiendo bien apurados el dolor de la Humanidad, el Cordero Pascual, para salir al encuentro del Maestro que llega.
Él llega y nadie va a su encuentro; pero nosotros estamos prontos, Señor, todo lo hemos dejado, nada tenemos. Esa ha de ser nuestra Pascua ahora y siempre, esa la dulce ofrenda, la dulce renuncia nuestra, la renuncia dolorosa que prepara la nueva Pascua que esperamos.

Enseñanza 33: Como hacer la Adoración por las Almas Desencarnadas (29/06/1957)

Un alma cierta vez le consultó al Superior acerca de cómo había que “entretenerse” en la hora de Adoración. Quería saber cómo pasar la hora, cómo meditar y orar.
Como la misión que nos ha tocado es muy extraordinaria llama la atención que pase esto, porque el amor tendría que suplir la deficiencia de capacidad para orar; sin embargo, hay que tener unas normas para saber cómo dedicar nuestro tiempo a las almas que han pasado al más allá.
Si el alma ama, la hora vuela. Llega y ve a la Divina Madre rodeada de todos aquellos seres que claman a Ella pidiendo liberación. Así vuela la hora.
Un alma de mucha oración decía que la oración tiene la característica de que no cuenta las horas y los minutos. Si bien el Señor permite a veces que el alma pase por momentos de aridez y encuentre dificultades, debido a ello uno tiene que ir a la oración con método. Puede venir una distracción, pero el mejor medio para que dé fruto la oración es aquello que podemos pensar y sentir a través de la imaginación.
Ejemplo: El padre de una Hija. Ella le pidió al Caballero Gran Maestre que orara por su papá. En una visión el Caballero Gran Maestre pudo ver al pobre viejito que tomaba el ómnibus de Bel Ville, que busca a su compañera y no la encuentra. Al pedir informes le dijeron que en los últimos meses se había ido a vivir allí con su señora; no se daba cuenta de su estado.
Hay que caminar al lado de ese ser y decirle que el camino que hace no existe, es ilusorio.
Son elementos físicos que llevó con él al más allá y esa es la causa de su tristeza y dolor. Así se le pasaron dos horas al Caballero Gran Maestre.
Primero: Ofrendar la oración por las almas más abandonadas, que nadie recuerda y sufren. Pensar en los seres desencarnados que aún creen estar aquí con un cuerpo. Esto es lo más desesperante, porque lo peor es creer vivir sin estarlo, querer participar de los bienes físicos. Ser sus compañeros.
Ejemplo: Inundación. Muertes y daños que causa. Ellos no se dan cuenta de su estado; continuamente ven derrumbarse sus casas. Pierden su ganado. Claman los desesperados: ¡Dios mío, Madre!
Necesitan de alguien que los ayude. Hemos de verlos con los ojos del alma y de la fe. Escucharlos a través de la comprensión que nos da la doctrina espiritual. Hemos de auxiliarlos: “Soy un alma que ha venido para estar a tu lado, para darte la mano en este duro trance. No te has ahogado nunca. Si pudieras darte cuenta, en un solo instante estarías en el otro mundo”.
Imaginarse que vamos por los campos y todo esta lleno del desastre. Hemos de llorar con ellos. “Comprendo tu dolor en este momento en que has perdido el don preciosísimo de la vida, pero soy el Mensajero, el Portador de otra Vida más feliz y sin muerte”.
Ejemplo: Avisos fúnebres de los diarios. El anciano que miraba al anochecer las nubes y veía allí dibujados los rostros de ancianos y jóvenes y se imaginaba que son las almas que suben al cielo.
Veía la similitud de las imágenes al pensar en todos los seres que dejan de vivir.
El tiempo de la Adoración es muy poco, breve para la gran misión que hemos de cumplir. Por eso no hemos de distraernos.
Ejemplo: El Salterio con sus maravillosas expresiones que nos permiten acompañar a las almas desencarnadas.
Decir, que es como si uno acompañara al alma a través del fuego y del agua para ir al descanso.
De profundis: Allí esa profundidad es más grande que la de la hora de la muerte; uno no sabe donde está ni cual es su destino. “De esta profundidad llamo, Señor, para que escuches mi voz y me atiendas”.
Repetirlas al oído, enseñarlas a pronunciar con nosotros como lo hacía nuestra madre al ponernos en sus rodillas cuando éramos niños y quería enseñarnos las oraciones.
“Hemos perdido el camino, pero si te miramos a Ti...” Sentirnos que el alma se ensancha, que perdemos la noción del tiempo y que esa hora tendría que transformarse en todas las horas de la vida.
Enseñarles el canto de la alabanza tomándolas de la mano. Todo se ha desvanecido: “Sic transit gloria mundo noctem...” Decirles: “Ha llegado la hora de la más profunda oscuridad, pero tengo una palabra secreta. Repite conmigo esta fórmula de mis Votos: Renuncia al mundo”.
Así esa alma se entrega voluntariamente.
Hay que estimularse a uno mismo con imágenes, figuras, para hacer bien la obra.
El Hijo del mundo puede tener dificultades, pero el Ordenado ha de suplir esas deficiencias con su amor. Tiene que ser tan grande ese amor que supla todas las misiones del mundo.
Ir con fervor y amor a la Adoración. Cargar la hora con los suspiros y llantos de los que caminan en la noche y así esa oscuridad será bendecida con la dulce paz, porque no es éste un fruto personal sino una carga voluntaria de amor.
Sería suficiente que una sola alma pudiera recibir nuestra mano para penetrar en el Umbral de la Luz.

Enseñanza 34: La Casa se Mantiene sin Sostén (6/07/1957)

Hace muchísimos años, el Caballero Gran Maestre le preguntó a un santo hombre: ¿Cómo se da cuenta el alma de que ha llegado a una verdadera comprensión espiritual? Ese buen hombre contestó: “Cuando la casa se mantiene sin sostén”.
Esa frase es la síntesis de la vida espiritual de Cafh.
Cuando el alma ha llegado a sostenerse por sí sola, es decir, que no necesita sostén, puede decirse que conoce la Verdad y ya no volverá a ser engañada por las verdades parciales y aparentes.
“Creo que la sustancia de la vida espiritual de Cafh es quitarle al alma el engaño del consuelo, del falso conocimiento. Hay que asentar al alma sobre sí misma, sobre la base santa de la renuncia”.
El hombre que quiere la verdad está cansado de recorrer santuarios, de la apariencia engañadora de lo que es lo divino sobrenatural.
Todos los valores actuales han de caducar para que la Humanidad se encuentre a sí misma.
Todos los senderos espirituales y religiosos nacen de la luz del amor, el sacrificio y la renuncia. Todos los Fundadores no prometen más que el dolor, la cruz escueta. Buda, San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Ramakrishna, El Kabir prometen el estado de nada.
El hombre corriente busca el consuelo, lo sobrenatural, por eso las religiones se envuelven en dogmas, ceremonias y doctrinas.
Aún la misma doctrina redentora de Cristo hay que tomarla en un sentido cósmico; de lo contrario nos lleva a una idea engañadora de la Verdad.
El hombre quiere, mendiga el pan del consuelo, por eso es explotado y engañado. Quiere que se le diga: Yo te perdono. Quiere que se le prometa un cielo.
Nuestra doctrina nos quiere valientes y fuertes, basados en la renuncia que asienta al alma en sí misma. La Renuncia es ausencia de consuelos humanos y divinos. Nos da así la claridad de una enseñanza única y no nos envuelve en muchas enseñanzas y conocimientos.
La Renuncia desarrolla en nosotros un estado de autorrealización y sentimiento.
La Casa ha de ser una Verdad espiritual, asentarse por sí sola y sin sostén. Es una doctrina escueta que nos hace temblar frente a la realidad y no nos permite atrevernos a revelar a las almas la realidad. Ahora bien, cuando el alma se entrega a la Divina Madre no la podemos engañar, no podemos dejar que crea que necesita un apoyo para lograr la liberación espiritual.
El alma no ha de esperar nada sino “realizarse a sí misma frente a la expresión divina de la Verdad”.
No podemos pedir consuelo si sabemos que éste es sólo un paliativo para nuestra ceguera y debilidad. Cuando hablamos de miseria humana no nos referimos al pecado, sino a la miseria humana que está hecha para la muerte, la vejez, la enfermedad.
Nuestra misión no nos da consuelo, sino que nos descubre la Verdad: “No podrás encontrar ningún consuelo que te sostenga; la Realización Espiritual está en ti a medida que vives tu Renuncia”.
Cuando no renunciamos queremos hilar sutilmente con la mente para justificar nuestra falta de Renuncia.
La ilusión mental nos engaña con la creencia de que alguien nos necesita.
Hay que desmenuzar los sentimientos. No permitir que a través de ellos la mente forje fantasías, enlace razonamientos. Lo único real es el puñado de cenizas.
Ningún sentimiento es real sino a través de la Divina Madre. Ningún conocimiento es verdadero, porque el verdadero conocimiento es la estabilidad en la entrega de un alma a la Divina Madre.
Uno tiene que hacerse de acero, resistente, fuerte. Muchos renuncian, pero luego se atan a las ataduras sublimes.
La felicidad está en rechazar todo lo que nos aleje de la renuncia.
Comparemos al alma con un avión supersónico y a través de la velocidad el aviador parece que perdiera la noción del tiempo, de la memoria, de la realidad física para vivir en un estado de inmensidad en que nada cuenta. Eso lo dicen los aviadores.
Uno está en la inmensidad, pero no por eso pierde el control del avión. El subconsciente se vuelve más atento. Aunque el alma que ha renunciado parezca fría y sin corazón, sin contacto con el mundo y su realidad, al conocer su corazón vemos qué resistente es y que su sensibilidad abarca a todos los seres que son, que fueron y que vendrán.
Si bien puede que no tenga cultura, vemos en sus sentencias la potencia de su conocimiento. Su palabra es vida.
No necesitan consuelo y perdón para ser redimidos porque se redimen por sí mismos.
Claro que para alcanzar esto hay que luchar, pero nuestra fuerza es la Verdad.
Así, si viniera la Divina Madre y me dijera: “No tienes salvación”, yo creería que estoy salvado porque en mi alma he adquirido el concepto de Eternidad.
No hay martirio más grande que vivir sin consuelo. Ese es el holocausto más grande y real que nos da la comprensión de la inmensidad del sentimiento y de la razón.
Es tremendo pensar que no tenemos nada, ni a nadie; por eso la mente vuelve al pasado, que alguien se acuerde de nosotros; pero esa rotura al realizarse nos hace abarcar a la Humanidad. Ejemplo de cuando estuvimos con el Caballero Gran Maestre en el asueto y miramos a los niños en el comedor: nos hizo ver cómo dentro de 50 años habrá otras Hijas y otros niños y ni tendrán memoria de nosotros.
Es preciso que esta experiencia no sea atenuada por lo que vendrá, que no se empiecen a infiltrar en Cafh conceptos de consuelos humanos, transformándola en un canal de dogmas, indulgencias y consuelos.
Hemos de luchar por esta verdad integral de Renuncia, para que ella sea la herencia de los que vendrán, y no les pase como a las otras religiones que si bien tuvieron grandes fundadores luego grandes almas desfiguran sus verdades.
Nuestra verdad es: La Casa que se mantiene sin sostén. Si la realizamos en nosotros, no perecerá.


Enseñanza 35: Votos Temporarios (Septiembre 1957)

Palabras pronunciadas por el Caballero Gran Maestre al tomarle el Voto Temporario a un alma:
“Me alegra mucho recibirla, de ser yo quien la reciba. Le recomiendo que haga a la perfección estos seis meses de Seminario. Mire bien todo. Las más pequeñas cositas, aún las más insignificantes.
Según haga su Seminario, será también como haga su vida de Ordenada.
Una sola cosa encontrará aquí: la Paz del Corazón.
El que no encuentra paz en la Vida de Comunidad es porque no es llamado por Dios, no es para la vida de Comunidad.
La Renuncia es Felicidad, Hija mía”.

Enseñanza 36: Votos Solemnes de la Señorita Malka (3/10/1957)

Presentarse al Santo Altar para hacer los Votos de Renuncia en el día en que se conmemora la festividad de Santa Teresita es un verdadero acontecimiento del alma, una verdadera fiesta del alma, porque si hay alguien que puede enseñarnos el cumplimiento del Voto de Renuncia en todos sus aspectos, hasta llegar al martirio místico, al holocausto perfecto, ese alguien es Santa Teresita.
La vida de renunciamiento, para alguno que no la conozca, puede parecer que es llegar a un goce perfecto, a una unión perfecta con Dios, en una palabra, a una felicidad posesiva, a una felicidad sensible. Nada es más falso ni nada está más fuera de lugar; pero es bueno que el mundo no conozca los verdaderos goces de la Renuncia, para que se mantengan siempre ocultos los secretos del Rey divino.
La Renuncia en sí es llegar a una no-posesión de todas las cosas, aún de aquellos bienes místicos, aún de aquellas satisfacciones místicas, dones espirituales que parecen por vía ordinaria el fin de toda vida. Eso lo enseñó Santa Teresita.
Ella va pasando por todas las etapas místicas a través de la Renuncia. Pero no se detiene en el éxtasis. Bien dice al Baghavad Gita: “¡Oh, Santos que estáis atados al samadhi!, la Renuncia verdadera no es quedar en el éxtasis sino trascender el éxtasis y vivir en un perfecto abandono en brazos de la Divina Voluntad”.
Santa Teresita lo enseña así porque no se detiene en el éxtasis, como tantos grandes santos que no alcanzaron a llegar a la realidad. Va mucho más allá. El éxtasis es una traba también al final.
La Renuncia, posesión divina, es algo más allá, desecha las posesiones, aún las espirituales, para dejar al alma en ese vacío absoluto que sólo es digno de ser llenado por la inmensidad divina. Santa Teresita es el mejor ejemplo de renuncia porque no se detiene nunca, trasciende hasta el mismo éxtasis para llegar a esa perfecta simplicidad, al abandono en los brazos de Dios: No querer nada, no ser nada, no poseer nada, ni intelectual ni espiritualmente, que es la verdadera Renuncia, la súper y más trascendental felicidad.
En el ejemplo de Santa Teresita ven que ella no llega a esta Renuncia por un don sobrenatural, ya que pasó por todos los estados que es necesario pasar, como la más humilde de las almas consagradas, para llegar a ese fin sublime.
¿Por qué tendría que recorrer todos esos pasos? Es como aquellos que dicen: Ya que mi alma es un todo con el Universo, ¿por qué hace falta pasar por las pruebas?
Santa Teresita no quiere que ese recuerdo sea una palabra, una ideación. Ustedes la ven en las más duras de las etapas purgativas de la vida espiritual; enseguida que pone el pie en el sendero monástico empieza la prueba, quedará a oscuras. “Ninguna sensibilidad sentía en mi corazón. Era yo como el juguete del niño Jesús”. Esperaba que un día la volviera a tomar o que si no lo hacia quedaría siempre olvidada, abandonada.
El martirio de un corazón joven no tiene comparación con el martirio de quien ya sabe cómo es la vida. La capacidad sensible de los niños, de los adolescentes, es inmensa; tienen una inmensa capacidad de amar y sufrir.
Piensen qué verdadero dolor era el de Santa Teresita, cómo ella pudo decir: “Me creía abandonada del cielo y de la tierra; ni un rayo de luz había para mí; el cielo de mi alma permanecía oscuro y nublado”.
La Superiora le hacía duros reproches.
Sin embargo, esa alma se templa en esa purgación, en esa aridez; ella misma lo confiesa a cada paso: “No hubiera cambiado por ningún tesoro del mundo, la amargura, la tristeza de esas horas; creía que mis hermanas no me reconocían”. Eso es mucho decir.
Sin embargo Teresita está allí, pasa por la vida purgativa; es el primer paso de la renuncia, el paso más dulce de la renuncia, porque algunas cosas se olvidan, pero las penas, las arideces que nos han costado no se olvidan nunca, quedan grabadas allí en el alma y en el corazón, como si estuvieran grabadas con fuego y oro.
Pero enseguida llega el día de su vestición; la Divina Madre le concederá el hábito y la vida iluminativa comienza para ella.
Está toda blanca; recibirá un velo blanco; su alma toda se ilumina; ya desde antes de la ceremonia de la vesticion, siente que algo distinto invade su corazón; entonces se atreve a pedir al Divino Esposo que le dé un poco de nieve. El tiempo está que no promete nieve, pero al salir al patio está todo blanco de nieve. Una luz nueva llega a ella.
Después que nos hemos apartado y hemos renunciado a nuestra parte afectiva, sensible, carnal, entonces una época nueva empieza para nosotros.
Aún la atadura del voto abre un horizonte nuevo, una luz nueva para la intuición, para el alma; no será el éxtasis un volar por los aires, sino esa luz que ilumina nuestra alma.
Teresita pasa esta etapa. De todas las pequeñas cosas de la vida conventual saca ella felicidad, alabanza de gloria, su canción admirable de amor que tenía que llegar a todas las almas por tantos años.
Empieza a tener esa luz de interpretación del Evangelio que la hace la mujer interpretativa del Evangelio por excelencia y de esta vía iluminativa saca Teresita fuerzas no para el éxtasis, ni ese goce perfecto que vendrá con el éxtasis que ella presiente como una melodía de desposorios, sino para prepararla a la renuncia de esos bienes perfectos y espirituales.
¿De qué vale que yo comprenda que Dios está en mí, en mi corazón, si mi carne y mi sangre responden todavía a mi condición humana, si mi carne y mi sangre no se han liberado?
Es que todavía estoy viviendo en una condición humana. Únicamente esa liberación vendrá con el cumplimiento de los deberes, con los votos; es algo que se conquista, que se logra y cuando se logra, todo lo que se ha hecho para lograrlo no existe ni tiene valor. Porque esta trascendencia no tiene ni principio ni fin, ni camino, ni etapas, ni consumación.
Teresita quiere ser un alma humilde, quiere llegar a esa perfecta renuncia paso a paso, hora a hora, con esfuerzo tras esfuerzo de voluntad. Sabe que a Dios no se lo conquista con ejercicios, pero que el ejercicio es indispensable para el alma hasta que las puertas del cielo se abran.
La Luz que nos da la Divina Madre, que nos hace ver, con una luz superior a nuestra inteligencia, la belleza y profundidad de las Enseñanzas, de las amonestaciones de los Superiores, de nuestras normas; esa luz Divina da una fuerza, templando con un conocimiento que será la luz de toda nuestra vida espiritual, mística. Hasta que, como les decía, un día vendrá la contemplación, porque no puede ser que un alma no tenga un momento de Divina Unión con Dios. A Teresita le llegó este estado admirable; también para ella llega esa flecha que hiere su corazón y la inunda en un mar de dolor y felicidad.
El mundo no existe, todo ha desaparecido; sólo el amor perfecto permanece.
Eso lo leemos en muchas vidas de grandes seres.
Ustedes leen las biografías de Ramakrishna, Vivekananda, Brahamananda, Ramana Maharishee, Aurobindo, y ven cómo ellos llegan al éxtasis supremo; pero algunos permanecen en el éxtasis volviendo continuamente a él y otros lo rechazan como hizo Santa Teresita.
Van más allá.
El éxtasis al final es una experiencia, resultado de un goce profundo de Dios en el alma, pero no es la divina renuncia; la perfecta renuncia es la de permanecer en paz, no desear ni éxtasis. Como le dijo la Señora de Gaudelle a Ramana Maharishee cuando vio la belleza natural que la rodeaba: “¡Qué bien se está aquí. Esto es tan hermoso que uno no desea la suprema liberación!” Y Maharishee le contestó: “Esta es la suprema liberación”.
Santa Teresita pronunció esas frases en los relatos de su vida, frases que lo confirman plenamente: “No deseo ser como los grandes santos que vuelan muy alto. Soy una pequeña alma”. Ejemplo del caso de los alfileres. Una monja le pidió alfileres y ella se impacientó. Ante la extrañeza de su Hermana por su reacción, ella dijo: “¿Se extraña de mi imperfección? Yo ni la perfección deseo”.
Eso es lo grande, lo más sublime: no desear ni la perfección espiritual. ¡Qué altura de renunciamiento!
Esa sea la divisa de todos ustedes, Hijos, el día de los Santos Votos: Tomar de Dios las grandezas, pero trascender esas cosas. El Voto de Renuncia es una perfecta conformidad con Dios y su voluntad; renuncia de las grandezas del espíritu para ir al campo de una inmensidad tan grande donde sólo Dios existe.
Dios es la inmensidad misma; yo soy con Él la felicidad, la perfección, la luz. Yo no soy nada y Él lo es todo y Santa Teresita lo enseña: “Quise hacerme pequeña y no quise imitar a las grandes almas que suben muy alto”.
Sea ésta, Hija, la palabra de orden de su vida espiritual. Abandónese en los brazos de Dios, en las manos de la Divina Madre. Ella la levantará, hará de usted una perfecta expresión de su Divinidad y Admirable Voluntad.

 

Enseñanza 37: Votos Perpetuos (11/02/1958)

En un día tan solemne como el de hoy -centenario de la aparición de la Virgen de Lourdes- para esta Comunidad no hacen falta palabras; pero no puedo dejar de decirlas a estas dos Damas.
La Renuncia no se puede expresar. Mejor no hablar de la Renuncia. Lo que es sí para lo humano, es no para la Renuncia.
La Renuncia es la ley de los contrarios. Lo que es positivo para lo humano, es negativo para la Renuncia.
Lo que es potencial para lo humano, es activo para la Renuncia.
Cuando una lámpara está prendida aquí aparece oscuridad en el astral; cuando el vaso de la lámpara se rompe aquí, aparece en el astral. Cuando el ser es niño y está en los brazos de la madre tiene vida astral; después, a medida que se hace hombre y se va llenando de lo humano, se va endureciendo y hasta su físico va tomando su dureza. Eso lo prueba la misma conformación del cráneo. Después es cuando vive en este plano y olvida el astral.
Cuando se hace anciano empieza a olvidar estas cosas y decimos: Qué viejo que no recuerda nada, no sabe nada. Es que empieza a vivir otra vez en el astral.
La gran Renuncia de ustedes empezó al llegar al Seminario.
Al renunciar a los sentimientos. Dejar el hogar en que uno ha vivido durante 20 o 25 años; renunciar a la sonrisa de la madre; ¿hay algo más grande para una mujer que renunciar a ser madre?
Renunciar a la maternidad es renunciar a sí misma; vuestro seminal es puramente astral y espiritual, porque el renunciar a un hijo es hacerse madre de todos los hijos del mundo y de muchas almas. Todos los hijos del mundo son vuestros. Al renunciar a vuestro hogar os habéis hecho dueñas de muchos hogares, tenéis ascendencia en todos los hogares.
Cuando termina el Seminario empieza la renuncia de los siete años: la renuncia del saber. Se dejan los anhelos de conocimientos: conocer nuevos idiomas, nuevas leyes, buscar en libros, viajar. Hasta la gente que los mira dirá: “No saben nada”. El saber para el mundo es el no saber para la renuncia.
Como consecuencia de esto se adquiere un nuevo saber.
El Ordenado no puede tener un título porque lo sabe todo, sabe hablar, sabe enseñar; donde van los Ordenados saben desenvolverse, saben trabajar, saben producir.
La Renuncia es tan inmensa que se logra por etapas.
Todos los actos que habéis hecho hasta ahora, han sido sucesivos actos de renunciamiento, que no son más que la preparación para la Gran Renuncia. De esto no se puede hablar, porque hasta entonces el alma tenía comprensión espiritual de todos sus actos de renunciamiento, pero ahora tenia que renunciar aún a esos actos de comprensión del renunciamiento. De esta Renuncia es mejor no hablar.
Escuché a un locutor que decía que desaparecerán los ejércitos humanos. Si un solo hombre con la fuerza atómica puede destruir el mundo, una sola alma consagrada lo puede salvar. Para qué quieren muchas vocaciones, si una sola alma que se entrega de verdad puede salvar al mundo.

Enseñanza 38: Presentación del Caballero Delegado de las Tablas Argentinas (23/05/1958)

Quiero que conozcan el desenvolvimiento de Cafh.
Como todos los Hijos de Cafh formamos un solo Cuerpo, es bueno que se sepa lo que a cada uno le corresponde hacer. No creer que la labor de uno es más o menos importante que la de otro, por la mayor o menor solemnidad del Voto emitido.
Es bueno que tengan sentimientos luminosos e ideas claras. Y por eso quiero que conozcan la situación de Cafh en la actualidad.
En esta Asamblea de Plenilunio los Maestros han estado presentes por un acto puro de amor y nos han hecho ver que el sentir de los Maestros ha de ser el sentir de los Hijos, y la comprensión de los Maestros ha de ser la comprensión de los Hijos.
El Mensaje de este año no es más que el epílogo de lo que los Maestros han hecho llegar.
Debe haber unidad en la vida del Patrocinado, del Solitario y del Ordenado, porque Cafh es una sola Obra, un solo principio y un solo fin.
Formar un Cuerpo Místico es lo más difícil, porque siempre el hombre cree que hace algo propio, distinto de los demás y se equivoca.
De ahí la importancia de la unidad en la Comunidad; para eso es preciso no concederse nada. Creo que es suprema obra de caridad tratarlas con disciplina, con mano de hierro. Hoy exíjanse el máximo, dejen la caridad a un lado, para ser todo Observancia y así mañana podrán ser todo caridad y amor. Maten la caridad con la Observancia.
Este año la divina Madre nos ha hecho ver un poco el fruto de nuestra labor, no para vanagloriarnos sino para glorificarla a Ella.
Dada la característica de la Obra yo, Caballero Gran Maestre, cuando empecé la obra no creí que podría ascender a más de 70 almas, y sin embargo hoy ese número se ha duplicado muchas veces.
Pensaba así porque la característica de nuestra educación espiritual es individual y no va a la masa. Llega a la masa a través del individuo.
En la Argentina hoy hemos llegado a una cifra tope.
Antes se tardaban años antes de que fundara una Tabla; hoy en un año en el Brasil se han formado cuatro Tablas.
Antes, para formar la primera Tabla se tardaron cuatro años; la primera en 1938, la segunda en 1941 y en 1942 la tercera.

Enseñanza 39: Adoración por las Vocaciones (28/11/1958)

I. Recurrimos a Tí, Madre nuestra, recurrimos a tu Celeste Corazón para que sea sólo de allí que nos venga tu Palabra de bendición y tu ayuda.
¿Cómo podremos nosotros atrevernos a penetrar en el sublime secreto de las vocaciones sino a través tuyo? Tú que eres, oh Madre nuestra, la única luz, la única verdad de todas las almas. Sólo a Ti, oh Madre, podemos pedir para que elijas entre las almas a aquéllas que han de llevar el estandarte espiritual en el mundo y para que de entre todas ellas elijas aún a las almas que han de llevar el estandarte espiritual de Cafh.
Tú sabes cuales son las predestinadas a Cafh. Tú sola puedes indicarnos cuál es su Nombre; por eso al no tener otros medios humanos para conocer este admirable destino, recurrimos al auxilio divino, a tu Divino Auxilio, para que Tú nos guíes con mano segura, con tu consejo certero, desprendido nuestro corazón de simpatía y antipatía hacia las almas predestinadas.
Creo que entre los seres humanos, estos Hijos aquí presentes son aquellos que más pueden pedirte esta gracia. Te la piden no por su valor sino por su consagración. Ese admirable misterio de las vocaciones de las almas ha sido descubierto y confirmado a través de nuestros votos, que es el acto que confirma nuestra vocación y la vocación sobre esta tierra, quiere decir, el lazo consagratorio de unión entre el alma y Dios.
Por eso nos atrevemos a pedirte, oh Madre, para que nos descubras las vocaciones espirituales, para que le indiques a las almas predestinadas el camino para acercarse a nosotros. Por eso venimos a golpear a tu Celeste Corazón. Tú conoces el nombre de todas las almas que tendrán que ser consagradas a Dios, lo conoces con tu amor, con la luz de tu Celeste Corazón.
II. Te pedimos esta noche por las vocaciones de los Hijos de Cafh. Ya Cafh ha mandado a todos sus hijos a todas las ciudades y a varios países para proclamar tu Divino Amor, la grandeza de tu obra espiritual sobre la tierra. Haz que estas almas consagradas, misioneras de tu Nombre Adorable, tengan la fuerza, la virtud, el consejo divino para guiar a las almas que les han sido confiadas y que se confíen a ellas.
Haz ¡oh, Madre Divina! que sean muchas y cada vez más las almas que vengan a buscar en la Gran Corriente de Cafh la Puerta Interior para su desenvolvimiento espiritual.
Haz, sobretodo, Madre, que estas vocaciones sean cuidadosamente custodiadas. Nunca sabremos, Madre, si estas almas cuando han caído en los primeros pasos, nunca sabremos si eran verdaderamente predestinadas o si al ser predestinadas las hemos apartado de su camino espiritual por falta de comprensión, de amor, de verdadera correspondencia.
No sólo te pedimos muchos Hijos para Cafh, oh Madre, sino toda la virtud para poderlos guiar por la senda espiritual.
Trae muchos Hijos, oh Madre, a nuestras Tablas de Patrocinados, esas tablas que son la puerta que lleva a la realización de nuestra vida.
Protege a esas almas que empiezan el Sendero, porque aquél que empieza el Sendero Espiritual en su principio siempre tiene gran fuerza humana, pero Tú das la fuerza del entusiasmo divino.
Haz que encuentren el pan que necesitan, el consejo que les dé la seguridad y que los aparte del peligro y los haga fuertes, en las primeras dudas y pruebas que tienen que pasar aquellas almas, no sabemos si por falta de vocación o por las circunstancias de la vida.
Haz que esa semilla que ha sido depositada en el corazón florezca como una gran vocación universal que da frutos copiosos en la intimidad y en el secreto de esas almas.
Llama a muchas almas para que florezcan esas Tablas, para que hagan inviolables los Radios de Estabilidad en donde han sido fundadas y sean semilleros vivos de otras vocaciones espirituales. Te pedimos hoy para que bendigas a las vocaciones de Cafh, a las que han ingresado últimamente; que sean fortalecidas en el amor, en la fe y sobre todas las cosas, sean fortalecidas en la fidelidad.
III. Pedimos a tu Celeste Corazón para las vocaciones de las almas consagradas.
La esencia de toda religión y el culminar de todo camino místico es la ofrenda de la vida a Dios y siempre hay en el mundo almas generosas con esto o aquello, pero que quieren dar toda su vida.
El mundo no podría subsistir sin las almas consagradas, porque ellas son el único puente entre el entre el cielo y la tierra, entre la construcción espiritual y la destrucción humana.
Te pedimos Madre por todas las almas consagradas enteramente a la Divinidad en todo el mundo; para que todos los caminos y religiones puedan llevarlas a la cumbre de la consagración; para que todas las religiones tengan muchos religiosos y religiosas todas consagrados a Dios; para que los senderos místicos y espirituales tengan muchas almas que abandonen todo lo del mundo y sólo busquen la Eterna Verdad; no importa a qué religión pertenezcan ni en que país se encuentren. Ellos son nuestros hermanos de sangre espiritual: en la India, en Europa, en América hay un lazo común, hay una ofrenda común que nos hace hermanos.
A Ti te pedimos por la consagración de los Hijos de Cafh. Lleva a las almas predestinadas a la Ordenación.
Entre los Hijos de Cafh a aquellos que han de ser sacerdotes, guías de sus hermanos, ejemplo para todos aquellos que confían en nuestra Obra.
Da a estas almas sobre todo el don incomparable de los Votos, de ese lazo de unión Contigo que transforma la miseria de los hombres, la pobreza de la carne, la limitación de los sentidos y afectos, que transforma en una luz brillante de comprensión, obediencia, fidelidad y da una consagración real y verdadera.
Haz que las almas consagradas a Tí que han elegido este Sendero sean fuertes en los primeros pasos, en las pruebas que siempre el recuerdo y la carne les depara, que sepan distinguir entre los panes espirituales de los Hijos de Cafh que están en el mundo, que son reflejo de esta verdadera felicidad espiritual, que no tiene asidero ni en el intelecto, ni en nada, sino que se asienta sobre su renuncia total.
Haz que nuestra vocación, oh Madre, sea tan absoluta y extraordinaria que las almas consagradas comprendan que la conquista de las almas sólo se realiza a través de nuestra entrega, renuncia y muerte mística.
Eso te piden hoy todas las almas consagradas a Ti, oh Madre, eso piden a Tu Celeste Corazón.
IV. Pedimos a Tu Celeste Corazón para las vocaciones espirituales que nacerán en esta obra de Cafh, en este nuestro Colegio.
Tú nos has puesto aquí para cumplir una misión educacional, pero detrás de esa misión está la divina misión de instruir a las almas, de despertar el sentido espiritual en esas almas a nosotros confiadas.
¿Cuántas almas, Madre nuestra, serán conquistadas e irán a la vida espiritual en la vida, fruto del trabajo de estos Hijos consagrados a Cafh en tu Santa Casa?
Te pedimos, oh Madre, para que estas almas que hemos preparado para la vida espiritual con toda la fuerza de nuestro corazón y amor, que las guíes por la senda de la vida; que apartes de ellas las tentaciones; que las ayudes en las necesidades materiales de la vida para que nunca pierdan de vista la luz divina que les ha sido confiada. Han vivido en contacto con almas consagradas, han sentido el Poder de la Gran Corriente, por un instante han estado unidas a la Unión Substancial de nuestra consagración de Renuncia.
Te pedimos de corazón que estas almas mantengan el fuego espiritual, se encaminen, no que estén consagradas a Cafh, porque eso seria egoísmo. Lo único que te pedimos es que sean espirituales, que lleven el Fuego de Cafh que les hemos infundido, al mundo, en la vida, sociedad, trabajo; en aquel campo dentro del cual tendrán que desenvolverse en la vida y si alguien fuera destinado para el Camino de Cafh, guíalo hasta la hora en que pueda volver a nosotros, no volver en espíritu sino como alma de Cafh, un ser de infinitas posibilidades.
Hoy te lo pedimos en la Capilla de tu Colegio, dentro del Radio de Estabilidad de Tu Tabla de Ordenados de Embalse, para que bendigas nuestro trabajo espiritual que entregamos al bien de la Humanidad.
V. Te pedimos por las vocaciones espirituales de las almas que moran en el mundo astral. Danos una fuerza tan admirable de concentración, un don tan sublime de oración y ofrenda para las almas desencarnadas que podamos penetrar en ese otro mundo y escoger a las almas que son destinadas para Cafh. No lo pueden hacer en la tierra y piensan y desean hacerlo en el más allá, y Tú sabes cómo esas almas necesitan de la oración y ayuda sobretodo de nosotros, para poder volver a orientarse en ese mundo de oscuridad y tinieblas terribles y continuas y tremendos cambios. Tú nos has dado, por la fuerza de nuestra vocación, confirmada por los votos, por la oración continuada en acción, estudio y concentración mental, Tú nos has dado el poder para auxiliarlas, llevarlas por esas sendas que ellas íntimamente han deseado seguir y no han podido realizar.
Cada una de las oraciones de un Hijo consagrado es una puerta que se abre para un alma desencarnada.
Hoy te quería pedir para un alma y Tú me lo has confirmado con una carta. Una Señora me escribió que había tenido un sueño en el cual esa persona había venido al Cerro y que el Caballero Gran Maestre la esperaba aquí, cerca de la Capilla, mientras Révora le abría la tranquera para que pasara.
Admirable confirmación a mis deseos.
Otras veces me los has demostrado: cómo a través del contacto de nuestra oración y sacrificio, vienen a incorporarse en el mundo astral, vienen a incorporarse a Cafh astralmente.
¡Cuantas almas muertas en fatales accidentes fueron liberadas de esa tremenda pesadilla de una muerte violenta!
Danos esa fuerza para que demos tu consagración de renuncia para guiar a estas almas a ese hogar de paz que es la Tabla Astral de los Hijos de Cafh.
Abre la puerta para que vengan a formar parte de la Sagrada Corriente de Cafh, que muchas sean orientadas hacia nuestro Camino.
Que nosotros podamos tener siempre esa fuerza de sacrificio y renuncia para darle la mano a estas almas anhelosas de luz, de protección espiritual y del Sendero de Dios y de la Gracia.

Enseñanza 40: Recomendaciones sobre Educación (29/11/1958)

Quiero dejarles hoy algunas recomendaciones. Hemos tenido este año, como tenemos todos los años, una nueva experiencia, o mejor dicho, todos los años y así es siempre, se va aprendiendo algunas cosas nuevas en la labor que la Divina Madre nos ha encomendado, y todas las Hijas van poniéndose en condiciones de servir verdaderamente a la Divina Madre a través de la asistencia a los niños varones de este colegio; hay algunas niñas también, pero la finalidad de este colegio es la educación de los niños varones.
Ahora, las señoritas que están al cuidado de estas almas, de estos niños, tienen que estar siempre vigilantes, atentas. Ustedes ven que el chico es un manojo de sorpresas. En el momento menos esperado es cuando hacen una travesura, una picardía; cuando hace algo indebido es cuando menos lo esperamos; en ese momento nos revela un pensar y sentimiento que no imaginábamos en él. Tienen que extremar la atención. Les he dicho muchas veces que esta atención no puede ser trabajo para un Ordenado, como lo puede ser para un hombre del mundo, que gasta tanta energía que luego tiene poca; pero nosotros que estamos todos dedicados a la Divina Madre y podemos concentrar todas nuestras energías en Ella, quiere decir que no tendríamos que descuidar nada en ese trabajo.
Hemos de tener cien ojos, manos, fuerza, visión y capacidad; y sobretodo ha de haber en la Hija Ordenada un don extraordinario de asimilación de experiencia. Quiere decir que una experiencia basta plenamente para una sola vez y no necesita dos veces para aprender.
Entonces verán que en el año entrante las cosas serán todavía mejores, distintas; los problemas que hemos tenido este año no se repetirán. Tendremos problemas nuevamente, pero no se repetirán.
Entonces hemos de hacer como un recuento de este año.
He notado que entre los chicos ha habido un poco de nervios, rebeldía, pero no una rebeldía infantil, un poco de chicos grandes. Bien, este caso no tiene que repetirse porque eso esta totalmente en nosotros, estimadas Hijas, en el sentido de que tenemos que darle absoluta importancia a todos los niños y del mismo modo no hacerse la idea de que porque es de poca edad, calla.
Los niños tienen comprensiones inauditas, extraordinarias, de las que ni nos damos cuenta. “Bueno, yo me escapo, me voy a mi casa”, dicen. Es una reacción nerviosa que nosotros hemos de controlar en nosotros mismos. Sin embargo, cuando yo reprendo al niño ¿estoy serena, hago yo siempre como hace la serpiente que dice: “te voy a picar” pero no lo hace? Eso es lo importante.
No tiene que haber un solo niño que diga: “yo me voy”. El niño que diga eso se lo manda a la casa.
Los chicos repiten siempre la misma música. Ustedes lo deben hacer como yo lo he hecho y no se repite. Es una cosa desagradable. Vuestros ojos deben ser clarividentes, ver bien a los niños. No vean al niño que tienen delante sino a todos, sobretodo los que están atrás. Los que tienen cerca son los más buenos y dóciles, los traviesos están escondidos, se escapan, están atrás de las piedras; que no vayan al camino. Si van al fondo, se van a los peligros y ya estamos bastante escarmentados de confiar que los niños están seguros. No queremos que vuelva a suceder. El caso de Hugo, cuando estaba bailando encima del pozo negro en el fondo. Si no sale un Hijo, se va abajo y no lo encuentra nadie (hay dos pozos negros, el nuestro y el del vecino). Piensen que peligro grande.
Los caminos están recién pavimentados. Piensen lo que puede hacer un chico que va al camino. Los chicos van y vuelven. El peligro es el camino, por donde pasan autos, camiones; por la loma viene un coche sin que uno se de cuenta. Piensen en esto para que no tengamos nada que reprochar a nuestro corazón. Los niños corren peligro en el momento menos pensado. No hay que pensar en vigilar, sino vigilar, estar encima y no permitir que ni uno se aleje de nosotros. Recontarlos continuamente para saber el número de los chicos.
Hemos terminado bien el año, siempre al final todo se soluciona, porque las cosas salen más o menos bien y nosotros estamos unidos.
Ahora demos gracias a nuestra Divina Madre que al santificar vuestras manos y pies, os sea dado infundir tantos buenos sentimientos en el alma de estos niños, porque ésta es la confirmación de que nuestra labor no es educacional, sino sobrenatural.
Lo que han enseñado como madres no lo olvidarán nunca. Tendrán momentos de desvío, de oscuridad, pero las Enseñanzas surgirán y, sobretodo, el cariño que les hemos dispensado.
Hemos terminado nuestra labor. Los hemos depositado en las Manos de nuestra Divina Madre; ahora cerremos la tranquera bien cerrada. Vigilad bien la clausura y el Radio de Estabilidad y nosotros recojámonos en el silencio y la oración.
¿De dónde nos viene a nosotros la fuerza para hacer tantas cosas, esa fuente inagotable para aportar en todas partes lo que necesitan los seres? Nos viene de nuestros votos, de nuestra renuncia, y sobretodo de nuestro amor interior, del amor de nuestro corazón y ya que tenemos esta gracia, hemos de cerrar todas las puertas, sobretodo de nuestros sentidos.
Han estado un año allí, al pie del cañón; ahora es necesario que vuelva esa paz, cerrar los ojos y no desear ni querer ver lo que han hecho para estar en la tranquilidad de los sentidos y poder sentir el amor de la Divina Madre y ver el Adorable Hijo que Ella lleva en sus Brazos.
Estar sin otro pensamiento que nos aparte de todas nuestras obligaciones, porque cuando uno cose lo hace maquinalmente, se puede equivocar, pero luego se reconcentra más en el interior. Aprovechemos las horas de soledad: hortens corda sor mea Sponsa... y ven Esposa, Hermana mía... a dar gracias, la gracia espiritual... y permanezcamos solos, el alma y el espíritu.
Demos gracias a Dios a fin de que nada enturbie la paz de nuestra alma. Ha llegado la primavera y el Señor viene: “Surge amica mea et vedi”; levanten la faz conmigo, al retiro interior del silencio y de la verdadera entrega.
Encontraremos bonificación sublime a nuestros trabajos, preocupaciones, que fueron originadas al tener que luchar con los niños y con los padres; todo lo encontraremos allí pero muy sublimado.
Cuando se muere una persona, después no nos damos cuenta de sus defectos. Así son las obras que no nos han costado trabajo, sacrificios, después se embellecen. Así es lo que nos da goce y alegría y no conoce el rencor.
Esa es la única llama de los antiguos caballeros que decían: “Mi fuerza está en mis heridas, en mi sangre derramada, en mi dolor, allí en el sufrimiento sublime”. Encontramos en esto la verdadera realización.
Únicamente la sangre de la ofrenda, las heridas que la Divina Madre nos permite hacer no son lazos que nos atan, sino lazos de su Voluntad. Y así las manos heridas se transforman en nuestra fuente de luz y alegría.
Cierren las puertas de la clausura y del Radio de Estabilidad. Sumérjanse todas en el amor de la vida espiritual, en la paz interior, en la cara que se transforma en mirada amorosa y sencilla vuelta hacia Dios. Tomen nuevas fuerzas para el año que viene. Tendrán mucho trabajo. Olviden el invierno de la noche y vean la primavera del amor.

Enseñanza 41: El Examen Retrospectivo (25/04/1959)

El examen retrospectivo que nos enseñan cuando empezamos el Sendero de Cafh es una de las bases fundamentales de la Renuncia. No exactamente el ejercicio que es el que introduce al examen retrospectivo, sino el examen retrospectivo en sí.
El examen retrospectivo de Cafh, a pesar de que muchos dicen que existe una similitud, no es el examen de conciencia. El examen de conciencia es un hermoso ejercicio en donde las potencias del alma vuelven a activar la voluntad y el sentimiento, porque como va el alma recordando los hechos ocurridos durante el día vuelve a vivirlos y sentirlos, se entusiasma por el amor que le ha infundido un hecho que ha ejecutado, o siente aborrecimiento por un mal que ha hecho; se detiene especialmente sobre ciertos hechos relevantes que recuerda y a medida que va rememorando los considera. La voluntad y el sentimiento se ponen en actividad para volverlos a vivir y sentir.
Pero el examen retrospectivo es completamente distinto; no es un examen de actividad y emoción, comprensión y sentimiento, sino un puro acto de renuncia.
El examen retrospectivo de Cafh, como han podido observar, no es nada más que una vuelta de todas las potencias del alma en sí, es un detenerse en el momento más importante de nuestra vida, como es aquel en que uno se va a entregar al sueño para entrar al misterio de la noche. Antes de entrar al sueño se realiza una reposición de energías, una eliminación de elementos dañinos, para entrar a ese estado completamente libre de toda atadura, verdaderamente entregados a la muerte, a la Eternidad.
Cuando el alma se ha acostumbrado a este hermoso examen, entonces el hábito concreto interior hacia el examen en sí que se va a hacer a la noche no tiene ya tanta importancia, lo que tiene importancia es el modo de vivir del alma a través de sus exámenes retrospectivos. Quiero decir y esto es lo fundamental, que todas las veces que nuestras potencias se expanden hacia afuera hay un hábito interior que nos detiene, nos inmoviliza, que retrae la atención de la mente y vuelve a cerrar las compuertas de la emoción para ver los hechos, el fruto de nuestra obra, con otros ojos, salir del foco al mirarla desde lejos.
A medida que el alma va avanzando en esa entrega total de si misma a la Divinidad, se hace impersonal. Todos creen que es analizarse a uno mismo, ver la película, ver lo que hemos hecho durante el día. Esa es una irrealidad. El hombre cree que tiene algo, sufre, esa es la ilusión de la posesión, pero a través del examen retrospectivo, cuando penetra dentro de la renuncia ve que esos hechos no son nada más que la composición de varios hechos en donde él en sí no tiene casi parte, porque otros factores se ponen en juego. Así se hace impersonal.
Nos vemos dentro de un conjunto de cosas, hechos, en donde no somos nada más que una pequeña parte de un gran todo. La Renuncia es cada vez más segura, los hechos no son nuestros sino el resultado de varios factores, de una fuerza puesta en movimiento. En Comunidad, el examen es más el de la Comunidad que el nuestro; a medida que pasa el tiempo es el de toda Cafh y no el nuestro, y como va pasando el tiempo es el de Cafh frente al mundo, a la Eternidad, de la obra que ha de cumplir y que le resta para cumplir en el futuro.
Creo que después de diez años de vida de Comunidad tenemos derecho a un examen retrospectivo de conjunto.
Muchas veces, si nos aislamos no vemos más que sombras, reflejos, pero en la Renuncia se hace impersonal, de conjunto y toma una claridad sorprendente, extraordinaria.
Vemos la importancia de las obras recién a través de la realización de este conjunto de seres, obras y demás.
En diez años de vida de Comunidad, estimadas Hijas, hemos realizado mucho, desde luego, y eso es lo que consideramos y no lo que queremos realizar.
La obra de la Divina Madre está patente en nosotros y nos confirma en nuestra vocación.
La Voluntad Divina es muy distinta de lo que nosotros creemos.
Visión del Caballero Gran Maestre donde veía mujeres que bajaban de este cerro para ir a llevar la palabra de Dios al mundo. No creía que serían Hijas Ordenadas; me sorprendió y pensé qué clase de mujeres serían. Y como si la Divina Madre quisiera confirmarme que ese no era un sueño, me hizo ver los hermosos parques que ahora existen, porque siempre Dios se vale de un detalle para decirnos si algo es o no es verdad. Desde entonces, cuántas cosas han pasado y se han cumplido que nosotros ni pensábamos, ni imaginábamos.
Quiero explicar cuál es el verdadero sentido de vuestra Ordenación de Mujeres.
Antes, jamás pensé que sería una Institución sobre la cual tendría que fundarse, y fundarse para el futuro la seguridad de Cafh. Yo siempre pensé que las Ordenadas serían buenas mujeres y que procurarían hacer todo el bien posible y admití hasta a personas casadas porque creí que se podría armonizar una vida con la otra.
El pensamiento de la Divina Madre era otro. Luego me di cuenta que ese no era fundamento para Cafh.
En este último año estuve haciendo averiguaciones: ¿por qué son tan pocas nuestras Hijas?
Al hacer averiguaciones procuré penetrar en la vida íntima de estos seres, en las congregaciones.
Una buena persona me dijo: “nuestras congregaciones han aumentado mucho, pero cuando aumenta el número es porque se deja aparte al espíritu. Cuando se fundan los institutos son pocas. Cuando dejan de existir los fundadores los compromisos aumentan y hay que ir aflojando con la disciplina, con el verdadero espíritu. Entonces se reúnen muchas almas, pero el verdadero espíritu ya no existe. Si es puro tendrían que ser muy pocas”.
El alma, la de vocación, no siempre tiene la fuerza cabal para la perfecta renunciación, para cerrar todas las compuertas del alma.
Estas superioras me hacían ver muy bien: “La congregación tiene Colegios, casa, si usted observa -me decían- tienen una infinidad de escapes. Hablan con mucha gente, salen a la calle, tienen contacto con sus familiares, van a su casa, tienen también deseos. Escapes que hacen que el verdadero problema interior se tape porque tienen infinidad de escapes que le hacen olvidar su problema principal”.
Podríamos tener muy buenas chicas, pero habría que conceder una infinidad de cosas que no permiten amalgamar el verdadero espíritu de la Ordenación. ¿Por qué?
Ustedes saben muy bien que si no está el espíritu, después que hayan muerto los fundadores, pasaría lo que ocurre en otras obras cuando admiten personas que tienen otros compromisos y otras cosas. Únicamente va adelante la obra cuando quienes solucionan los problemas son los de la casa.
Recién después de tanto tiempo me di cuenta de esto. Hemos de ser únicamente madres, hermanas, esposos de la Divinidad para mantener el verdadero espíritu de la Renuncia; porque Cafh no tiene más que un Mensaje que se resume en una palabra: Renuncia. Todo lo demás son rellenos.
Entonces empecé la terrible tarea para un hombre de hacer la voluntad divina y hacer de estas mujeres almas verdaderamente consagradas.
Las eduqué en el verdadero espíritu de la entrega.
Volviendo al examen retrospectivo: vemos al alma luchar contra sus necesidades humanas y formarse en el verdadero espíritu de la Renuncia, a lo humano, afectos, comunicaciones; para entregarse sólo a Cafh; ésta es su casa, su vida; si bien ésta no es más que una expresión, afuera todo se diluye a través de las posibilidades del paso dado.
Esto no puede juntar muchas almas. Ustedes podrían ser muchas, podrían ser como treinta al día de hoy, si tuvieran todas sus distracciones y todo lo que puede servir de escape para la humana naturaleza. Pero la obra sería humana y no divina. Es preferible tener pocas Hijas y fundadas en la Renuncia, y no muchas que practicaran la renuncia por temporadas.
Veo que la Divina Madre fue construyendo este Cuerpo de Mujeres para que fueran fundamento de Cafh, para que ésta fuera su verdadera preocupación y que no tienen más familia que la de Cafh. Después de la muerte de los fundadores, seguirán teniendo la misma idea de la renuncia, de la santidad; que la única santidad es la que se basa en el fundamento de la Renuncia.
El alma tenía que tener una fuerza tan grande que sólo pudiera vivir de Dios y no de los hombres. Es fácil juntar almas, pero afirmarlas en la Renuncia, en el verdadero espíritu, es muy difícil, cuesta hacerlo, cuesta una enormidad.
Pero haciendo el Examen Retrospectivo vemos que el espíritu se forma poco a poco. La satisfacción de lo que hemos logrado y hemos hecho a través de los años, y vemos la aridez del corazón que está en Dios y nos podemos ver allí como una parte de este Cuerpo Místico, de este divino conjunto.
Este año seguirá; vuestra Comunidad dará un paso más adelante; en vuestra Comunidad habrá algunas almas que serán plantadas como árboles de vida para que sólo sean una semilla.
Tomen fuerzas espirituales; hay que hacerse invencible para esta nueva etapa de realización. Que cada una de ustedes se sienta parte de todo el conjunto del Cuerpo Místico de Cafh y pueda lograr una verdadera fuerza interior que la haga fundadora, oración verdadera, que todo se base en la renuncia; que sean de aquellas pocas que saben cerrar todas las compuertas, para abrir las compuertas de la Divinidad.
No tener escapes es lo más difícil, pero es lo único que nos puede hacer verdaderos Ordenados.
Ordenado es una palabra tan grande como el Universo, queridas Hijas, abarca todos los confines del infinito, es una verdadera luz en el mundo.
Cuando ustedes comprendan la inmensidad de esta palabra en un minuto, a través de un verdadero examen retrospectivo, se sentirán iguales a Dios, no por soberbia, sino porque serán embargadas de su espíritu creador, de su misericordia, cada una de ustedes se transformará en una madre de la Humanidad. Pero ¿le espera algo al mundo de hoy en que vemos que la ciencia se transforma en un factor de ruina? Sólo puede confiar en las almas espirituales que lo han dado todo voluntariamente para transformarse en imágenes vivas y transparentes de la Divinidad. Eso es lo que damos nosotros desde nuestra Comunidad.
Verán ustedes, Hijas pequeñísimas, cuántas fuerzas les han dado. Aquellos que ustedes no pueden imaginar que existan sobre esta tierra se han divinizado a través de la lámpara divina; cuántas revelaciones recibirán las almas en el momento más oscuro de nuestra vida de Comunidad.
A cada momento nos espera una revelación nueva, porque es como si en nuestra vida el Verbo Divino se revelará a nosotros en cada instante, ya sea a través de una gran comprensión o desolación interior, porque todo lo que es grande es divino.
Todo tiene un sentido nuevo a través de los cambios que ven y pasan, comprueban que ya nada existe de ese ser antiguo, porque si estuvieran en el mundo, el mundo no sería nada; sería inconsubstancial.
Hagan el Examen Retrospectivo, que se vuelve impersonal, que abarque el conjunto de la Eternidad creada, de la vida.

Enseñanza 42: Nuestra Vida de Holocausto (16/01/1960)

A pesar de nuestra entrega total, siempre está la personalidad humana que se manifiesta en nosotros a través de acciones sublimes, pero que por sublimes que sean, no son nuestra misión. Nosotros no hemos de ser más que la llama que arde a los pies de la Divina Madre.
Hemos sido sacados del núcleo de los Hijos de Cafh que actúan en el mundo para que no seamos más que eso: la llama de Cafh.
Si un Hijo del mundo va al Superior y le dice: “Quisiera hacer un colegio o privarme del cine por este año o invertir mis ganancias de este año en la obra X”, le decimos efectivamente: “Hace usted muy bien, es esa una obra magnífica y se le da el apoyo de Cafh para que la realice”. Así estas almas viven su holocausto y contribuyen efectivamente a la obra de Cafh.
Pero para nosotros todo eso no vale nada. Nosotros por nuestros votos no somos ya seres humanos sino seres divinos.
La característica de la Ordenación, sobretodo de la Ordenación de Comunidad, es que todo se ha dado vuelta al revés; nada de lo que antes era importante, nada de lo que antes tenía valor, nada de lo que considerábamos sublime vale ya nada.
La Madre no quiere nuestras obras, sino nuestras vidas. Nuestra única realidad es el holocausto.
Si yo deseo ser maestro no estoy cumpliendo mi vocación, si yo deseo ser enfermero no estoy cumpliendo mi vocación, si yo deseo someterme a las más duras penitencias no estoy cumpliendo mi vocación.
Únicamente se ha de desear hacer la Voluntad de la Divina Madre.
El Ordenado no tiene nada, no quiere nada, no desea nada, no espera nada. Simplemente “es”.
Cuando estábamos en el mundo podíamos ayudar a las almas, proteger a un niño, salvar a una familia.
Pero ahora nada de esto vale para nosotros, son basuritas que le viento hace volar. Nuestra misión es otra: redimir la Humanidad a través del holocausto perfecto y continuado.
Si yo pienso que me gustaría hacer la fundación en Norteamérica o en Colombia, o cualquier otra cosa que me gustaría a mí, en ese momento la llama de mi holocausto se apaga a los Pies del Altar de la Divina Madre. Aunque de todas maneras lo que se hace al final es siempre la Voluntad de la Divina Madre, yo he hecho siempre lo que menos he pensado o deseado.
En el momento en que la personalidad actúa se apaga la llama del holocausto, pero cuando luego el alma recapacita y se abandona nuevamente, se vuelve a encender.
Todo esto al margen de nuestra fidelidad interior que en el fondo siempre está. La Divina Madre a través de nosotros llega al mundo; negarnos a morir, negarnos a ser perfecto holocausto, es como impedirle a la Divina Madre que lleve la luz de redención a la Humanidad. Todo lo hemos de ofrendar a nuestra Divina Señora. Hemos de permanecer en el calvario de nuestros secretos padecimientos interiores. Esto es precioso.
Cuán responsables debemos ser de nuestra misión. Cada vez que la mente o el corazón se van tras los pajaritos de la fantasía, la llama de nuestro holocausto se apaga. Le estamos negando a las almas la Divina Redención de la Madre.
Un alma que muy joven se consagró a Dios, tuvo luego en un momento de su vida, un deseo de mundo. Se dijo: “Qué lindo sería estar en el mundo, por esto o por lo otro”. Y tuvo la gracia extraordinaria de ver el Rostro de la Divina Madre con tal expresión de dolor y de muerte, que nunca lo ha podido olvidar.
Cada vez que nos dejamos llevar por la ilusión y la fantasía, cada vez que se cruza por nuestra alma un deseo de vida, un deseo de mundo, el rostro de nuestra Divina Madre se cubre de la palidez de la muerte; revive en sí, puede decirse, todo el tormento de la Divina Encarnación.
Por eso imaginemos cada vez que nos dejamos llevar por los pajaritos de la cabeza, o cuando algún deseo se hace presente en nosotros, a ese Divino Rostro, desfigurado por el dolor, cubierto de la palidez de la muerte. Porque Ella sufre un tormento de muerte cada vez que le negamos nuestro holocausto.
Le hemos dado nuestra vida a la Divina Madre. Le hemos dado todos los latidos de nuestro corazón; pensemos en la angustia que sentirá cuando nota que ese latir de nuestro corazón entregado se detiene. Pensemos que Ella está adentro de nuestro propio corazón, que lo siente todo, que lo percibe todo y cuál no será su angustia al advertir una duda, una vacilación, al advertir que le negamos algo. Mejor dicho, es el propio corazón de la Divina Madre que late en nuestro pecho y que a través de la ofrenda perfecta, del holocausto continuado, se expande a todas las almas.

Enseñanza 43: Ceremonia de Votos Solemnes (30/01/1960)

Emitir un Voto Solemne es un acto, en el camino de realización de los Hijos, de extraordinaria importancia, de vital importancia, de única importancia. Yo, en sí, no creo en los votos sucesivos; personalmente, yo creo en el voto en el momento de la primera entrega, del primer acto de amor que nos une a la Divina Madre. Pero creo en la importancia extraordinaria de los Votos que nos responsabilizan frente a nosotros mismos, frente a la Sagrada Orden y sus componentes y frente a la Humanidad.
Por eso el Voto Solemne es de extraordinaria importancia.
El alma que se presenta frente al altar de la Divina Madre para realizar este holocausto maravilloso, ofrenda el pedazo mejor de su vida, la parte más extraordinaria de su exteriorización humano-divina.
¡Hija! llegar a emitir el Voto Solemne, dar irremisiblemente a la Divina Madre siete años de vida es un acto que hace dar envidia a los seres divinos, a los mismos Divinos Iniciados.
Pero uno es un pobre ser humano, hecho de barro, de carne y de sangre, que por la ofrenda se transforma en un ser sobrenatural, porque ¿no es acaso un ser divino, aquél que ofrenda los mejores años de su juventud, aquél que renuncia a toda posibilidad de vida, aquél que da un adios a todas las ilusiones del mundo, aquél que da un soplo sobre la linterna de todas las ilusiones, un adios a todos los disfraces de la vida, de apariencia transitoria y ofrenda todas las posibilidades y esperanzas de los cambios y sucesiones de la vida?
Siete años representan la juventud; son muchos, los mejores años, esta vida que tiene tan poco de lindo, de hermoso, entre las pocas cosas que alegran el corazón de los seres y ustedes le dan los siete más maravillosos años.
El Voto Perpetuo será una confirmación de esta magnífica ofrenda, un sello, pero es ahora cuando la entrega del alma surge en todo su esplendor, porque da lo mejor de ella a la Divina Madre.
Sabemos muy bien todas las ilusiones que encierra el mundo y que esconde más tristezas que alegrías, pero la Humanidad tiene el consuelo de la ilusión. Hoy Hija, usted le da la ilusión a la Divina Madre.
Cuando empieza la vida se lo hace todo color de rosa y si bien en lo íntimo se sabe que muchas cosas no resultarán, sin embargo se encuentra un poco de alegría en esas ilusiones.
Desde hoy no habrá más ilusiones, Ella ha tomado lo mejor de su alma, el corazón especialmente. Hoy no habrá ni la ilusión de creerse bueno.
Eso es muy importante en la Santa Ordenación. Todos tenemos una parte mala que en los seres consagrados se va eliminando poco a poco, pero desgraciadamente hay seres en este mundo que tienen una parte mala que es tan poderosa que no la podrán vencer. Pero hay una misericordia de Dios.
Una madre dice: “¡Ah, mi hija es tan nerviosa, distraída, rebelde!” Tantas cosas así oímos decir porque la madre no tiene coraje para decir que todas las manifestaciones exteriores son el indicio de un gran mal que hay en el interior.
En la Ordenación esto no es posible porque aquí se descubre, limpia y saca. Es tan ordenada nuestra disciplina que si hubiera un alma que tuviera esa desgracia, porque tener esos defectos es una desgracia y hubo almas que la tuvieron aquí y fueron vueltas al mundo, y esas almas pueden decir que les pasa porque esa es su única triste herencia y porque es eso lo que ellas son. Las almas ya no tienen derecho a esas ilusiones que les hace más llevadera su vida. Aquí todo sale afuera.
Esta es verdaderamente la muerte de las manifestaciones exteriores y es gloria cuando un alma se ofrenda se da a la Divina Madre.
Usted hoy es como si muriera, porque da lo mejor de sí misma: la juventud, la ilusión, la vanidad humana, la posibilidad de variantes de la vida; pero más allá de esa tumba, una vez resucitada, usted volverá a vivir con una vida toda extraordinaria y divina.
¿Acaso cree Usted que un solo suspiro ofrendado a la Divina Madre se ha perdido, que una ilusión de su corazón, una fantasía de su pensamiento se ha perdido? No. Nada se ha perdido; todo se transformará, tomará un brillo especial, nuevo, será coronado con la aureola divina que diviniza el holocausto.
Todos somos de carne y hueso, pero su ofrenda borra todas las imperfecciones, las distracciones de la mente y muy particularmente la Madre Divina las toma como un ramo de flores y las transforma en flores eternas.
Su ilusión del día se transformará en una realidad; las ilusiones de su niñez se darán a la Humanidad, serán la realidad de la Humanidad.
Hermosa muerte que la hace tan fulgurante, tan real. Antes estaba sujeta a las variantes de la vida, posibilidades, apariencias.
Usted será siempre usted, la Hija de la Madre, la Llama que brilla delante del altar, la madrecita de todos los que están perdidos, que penan.
Imagínese Usted que Dios le ha dado la misión de iluminar al perdido en la noche oscura. ¡Divina y extraordinaria misión! Dése hoy toda entera, ya que ha resuelto consagrarse. Su ofrenda sea total, real y verdadera, verdadera muerte.
Tome su espada hoy para abrirse el corazón, para que no quede ni una gota de sangre y sea toda del Celeste Corazón de la Divina Madre.
Sea la rosa de oro, secreta semilla de las almas eternamente consagradas al Eterno Amor.
Levántese usted para ser apoyo de todas las mujeres, para transformar las cenizas en un resplandor divino, en la hoguera de Kaor que brilla sobre toda la Humanidad, sobre la nueva raza, fundadora de una Humanidad mejor, de hombres más felices y mejores.

Enseñanza 44: El Corazón de la Divina Madre (6/02/1960)

Han de entregar los Hijos Ordenados y todos los Hijos de Cafh su corazón a la Divina Madre, o mejor dicho, el corazón del Hijo ha de ser el Corazón de la Madre Divina.
Sobre las alturas de la vida espiritual siempre está la entrega de la intimidad del sentimiento, del amor y un corazón humano ofrendado a la Divinidad se transforma en un corazón Divino.
Los corazones de los Hijos han de ser corazones celestes de la Divina Madre. Desde el corazón de los Hijos ha de irradiar el amor sobre toda la Humanidad.
¿Cómo hemos de hacer para que éstas no sean figuras imaginativas, explicaciones intelectuales? ¿Cómo hemos de hacer sino dar todos los momentos de nuestra vida y que nuestro corazón sea el de la Divina Madre?
¡Cuántas cosas y complejas, cuántas contrariedades y cuántas cosas distintas tiene este corazón nuestro, humano!
Todas las veces que él late y late continuamente, es como si enunciara una nueva forma de sentir o de expresarse; o se estremeciera por la pasión, o se doliera por la pereza, o se adormeciera por el olvido de nuestros deberes sagrados y de nuestras obligaciones. Y sin embargo, es el corazón de la Divina Madre que enuncia su amor y no deviene. Podemos pensar que es la Voluntad de la Divina Madre, porque no late siempre de la misma manera, no es siempre una misma expresión de silencio, de paciencia y rutina; parece que es la prueba y es el destino y es la participación del Ordenado con los corazones desesperados del mundo.
Pero yo no creo que sea así, sino porque siempre dejamos infiltrar allí nuestra personalidad, dejamos que el mundo penetre, que el pasado y el porvenir tome su lugar allí, cuando no ha de existir allí nada más que la Eternidad.
Con una observación vigilantísima podemos nosotros llegar a ese ritmo perfecto, a ese silencio divino, a esa rutina que no puede cambiar, a esa paciencia que vence a la mente, los sentimientos, a todas las cosas exteriores; mejor dicho, el corazón celeste del Hijo Ordenado, quiero decir, el de la Divina Madre, está envuelto en un aura divina, toda espiritual. Esa aura que envuelve el Corazón de la Divina Madre a nuestro corazón, no puede dejar que nada ni nadie penetre allí, pero ¿es verdad todo esto?
El Hijo Ordenado consigue un dominio exterior de sí mismo, admirable y divino dominio de todo; es observante en su vida, disciplinado en todos sus actos, su entrega es de día y de noche, pero ¿qué hay detrás de ese velo impenetrable del corazón? Ese corazón está entregado, pero en el fondo hay sangre, hay soledad allí; pero esa sangre bendecida toda celeste, ¿es toda celeste o hay algo de humano de pasión, de deseo, o hay algo de vida del pasado que envuelve esa sangre, o hay sueños del porvenir que lo turban, cuando allí no puede penetrar absolutamente más que el Ojo Divino de la Madre? Porque ese es el misterio admirable del alma en contacto con la Divina Madre; esa es la realización sublime del Voto de Silencio: el alma y el Amor Divino, el alma y la Madre Divina.
Pero, sin embargo, a pesar de que es un secreto tan admirable, los pobres superiores, directores espirituales, por el hábito que tienen ven a veces algo de lo que pasa en ese corazón: un sonrojarse al leer una carta, una emoción demasiado profunda en contacto con personas que hemos dejado atrás y que sólo puede percibir el ojo avisado del Director Espiritual; las tormentas silenciosas que pasan en el alma y que nadie ve a través del choque de nuestra personalidad con la personalidad de otro.
Infinitos detalles que permiten descubrir que el corazón no está todo entregado, que el alma se ha dado toda, pero que ha escondido una pequeñísima parte allí y hasta que esa parte no sea toda entregada al amor de la Divina Madre, hasta que este residuo profundo e interior no haya sido ofrendado, no podemos decir que nuestro corazón es el corazón celeste de la Divina Madre, que ha trascendido, que nada ni nadie tiene que ver con las cosas humanas.
Este corazón está hecho a través de los latidos humanos del pasado y del porvenir, del dolor, esperanzas, deseos, amor, de todo eso que constituye la vida y que la hace hermosa, pero esa era la ofrenda que Ella pedía y que nosotros le hemos dado, y que a veces es como si se encendiera una luz que no es la luz de la Divina Madre, esa luz incandescente que no tiene sombras, que no tiene cambios ni intensidad, ni depresiones, nada.
Para que nuestro corazón sea todo dado a la Divina Madre, el trabajo tiene que ser intenso, completo y continuado.
Como les dije, allí no puede penetrar nadie, el ojo puede ver algunas cosas, pero el trabajo lo hace el alma, sola, en contacto con la Divina Madre. Todo lo dimos, fue hecho en conjunto en la Comunidad a través de los Votos, ofrenda, consejos de los Superiores, pero ese último trabajo es individual. El alma tiene que darse por sí sola, tiene que hacer lo último por sí sola, esa pequeña fase personal y propia y esa divina herencia de la vida; porque eso que guarda el alma en el corazón (recuerdo de una buena obra realizada, sacrificio de una vida, de un afecto) eso no es la parte divina, sino la última parte que tiene que ser entregada para que la Divinidad pueda expresarse toda íntegramente, sin figuras, expresiones humanas, cosas vividas.
En la vida espiritual y en la realización del alma con la Divina Madre no hay vivencia sino Eternidad; no hay tiempo, pasado, porvenir, sino duración; no hay cambio ni sucesión, sino expansión eterna y continuada. Eso es lo que tenemos que ofrendar a la Divina Madre como última expresión de nuestro amor a Ella.
Ese es el misterio de nuestra vida de silencio que tiene que realizarse en lo íntimo de nuestro corazón: ofrenda del tiempo, de la vida, de todo lo que somos, hemos sido y podemos llegar a ser.
Hay una expresión, Hijas mías, que os dará la pauta y que os dirá si vuestro corazón se ha transformado en el corazón celeste de la Divina Madre y en ese momento, es cuando ustedes todas olvidadas de sí mismas, sabrán sentir toda esa permanencia de pasado y de tiempo a través de las almas que no participan de la obra que tienen que realizar.
Es tan perfecta y divina la realización del alma con la Divina Madre, que cuando todo lo ha entregado no deja de amar, sentir y sufrir, pero todo esto que pasa ya no lo siente por sí misma, sino por los otros.
Cuando nosotros nos acordamos de nuestras miserias pasados y dolores nos entristecemos, lloramos, pero cuando estamos satisfechos de nosotros mismos, cuando nos ponemos tristes pensando en lo que no hemos hecho y en lo que hemos dado, es porque estamos siempre mirando nuestro corazón humano. Pero el día en que sentimos todas esas emociones y pensamientos reflejados en nosotros y lo nuestro ya no nos depara ningún sentimiento, sino indiferencia, entonces tendremos la pauta de que nuestro corazón es el de la Divina Madre.
Ya no trabaja el corazón alrededor de nuestras emociones y modo de ver, sino que está trabajando por otros, reflejando el problema de los otros; es un reflector divino que se enciende y enfoca los problemas del corazón de la Humanidad. Y entonces el Hijo abre su celeste corazón, lo ofrenda y lo da a la Humanidad.
Una Hija me preguntó por el Voto de Unión. ¡Pero si éste es el Voto de Unión, el último, sublime y divino, la entrega de ese sentir por mí, pensar por mí, algo que todavía expresa el “mí”! Cuando el alma, sea hombre o mujer, Hijo o Hija, cuando haya llegado ese momento en que se ha olvidado de sí, a ese estado permanente de conciencia en que ya no recuerda su pasado, no le emocionan sus afectos, ya no le interesan, hay indiferencia frente a sí, porque no se recuerda de sí. Entonces, en ese momento, se realiza el Divino Desposorio con la Divina Madre, que es cuando nosotros le damos el corazón a Ella y Ella nos entrega el de Ella y nos transformamos en sacerdotes.
Sacerdote es el que siente para la Humanidad. ¿Cómo podemos tener derecho a decirnos Salvadores de la Humanidad, si no hemos realizado esa obra en nosotros mismos, si cuando vamos a las almas hemos de darle todo lo nuestro?
Cuánto mal hacen los sacerdotes en el mundo, porque se han guardado algo para sí, no han hecho ese voto último de unión y de ofrenda. Se han hecho sacerdotes, pero no dan más que el reflejo de sí mismos; si les pasa algo, le dan eso a las almas, esa es la oración que le dan. Así no cumplen con su misión divina, porque el verdadero sacerdocio del alma es darse puramente, uno no puede realizar nada cuando tiene algo propio; pero cuando en el corazón no hay nada que le moleste, ni la más pequeña sombra que empaña el corazón de la Divina Madre, entonces transmite la Luz Celeste, la Luz Divina.
¿Cuándo vendrá ese momento en que el alma se desposará con la Divina Madre? Tiene que llegar; no podemos estar esperando que llegue. Tiene que ser hoy, Hijos, Hijas, en este momento, si son capaces de dar su corazón, de no tener ni pensamiento ni emoción, sino transmutar todo en la vivencia de toda la Humanidad.
Ése es el misterio del amor, del sacerdocio, de la Unión a realizarse en el Corazón Celeste de la Divina Madre.
Y no hay otro. Eso es lo más grande. Todo lo demás son corrientes que van y vienen como el mar, son sucesiones de días y de noches; la única verdad no es el Voto, la ofrenda, la vida, sino la ofrenda íntima y secreta del alma, del corazón a la Divina Madre.
Es cosa de un momento, Hijas, Hijos; el cuchillo tiene que estar bien afilado, y el tajo tiene que ser bien profundo, la mano no tiene que temblar, la mente tiene que estar vacía, y entonces todo está hecho. Un poco de sangre, un pequeño temblor, una lágrima y ya el alma ha muerto, ya no existe más y cada uno de nosotros se ha transformado en el Corazón Celeste de la Divina Madre.

Enseñanza 45: Ofrenda de Vida (13/02/1960)

Lo que distingue esencialmente la vida de los Ordenados y sobretodo la vida de los Ordenados de Comunidad de los demás Hijos y seres del mundo, es la ofrenda de vida, de la fuerza vital y del ser. Por eso la virtud que los Ordenados de Comunidad, especialmente, más han de amar y más han de defender es la virtud de la castidad. Por la virtud de la castidad los Ordenados se transforman virtualmente en unos seres privilegiados sobre la tierra, seres divinos sobre la tierra, seres que completan, transforman, divinizan, eternizan el Voto de Unión.
Hablar de la virtud de castidad a Ordenados de Comunidad no es cosa fácil ni es cosa conveniente, porque por el método de vida que ellos llevan por la participación constante que ellos tienen en su vida diaria a la vida divina, es casi imposible que haya algo que sea contrario a esa virtud sublime y extraordinaria.
Por eso es mi intención hoy hablar de la castidad, no como una virtud vulgar, sino hablar de la Castidad como una Virtud de Ofrenda, como una Virtud Sublimante.
El Ordenado de Comunidad es casto, sobretodo, porque transforma su presencia humana en una presencia inconsubstancial y divina. Ir a la Comunidad, entrar en esta vida santa y extraordinaria es, en una palabra, perder no sólo la personalidad corriente de los seres, sino perder todas aquellas características que distinguen a los seres humanos entre sí.
Se podría decir que lo que constituye, sobretodo, la atracción de los seres entre sí, es la distinción como característica de cada uno de los seres. Como si a través de la diversidad de las atracciones humanas y físicas, los hombres encontraran el medio para su goce material.
Por eso el Ordenado con su Presencia hace la primera ofrenda a la Divina Madre. El Silencio, el Método, la Rutina, el modo de vestir, de hablar son todas expresiones de esta sublime castidad de Comunidad. Sobretodo y a pesar de todo, el modo de vestir, a pesar de que hay un refrán muy antiguo que dice que el hábito no hace al monje, sin embargo ayuda. Cuando está revestida una persona con los caracteres que expresan el mundo y a los otros su estado, es muy difícil que esta persona no esté compenetrada de su condición, es muy difícil que lleve el velo sin que se sienta compenetrada de este misterio de la Presencia Divina, compenetrada de divinidad y castidad, que no sienta la emoción de participar de la vida de la Divina Madre. Es esta presencia continuada del Hijo que hace que pierda toda característica individual y se transforme únicamente en una figura expresiva del Servidor de la Divina Madre; esa participación es Presencia de castidad.
Con su sola figura el Hijo o la Hija es una presencia de castidad para todos los seres.
Con el correr del tiempo esa presencia se hace cada vez más impersonal. Lo impersonal en el Hijo es su Presencia de Castidad. Cuando se oye a una persona que ha visto a varios Hijos decir que no los sabe distinguir, quiere decir que ha percibido la Presencia de Castidad del Hijo. Sólo queda la figura, la figura del Ordenado de Comunidad.
Eso que hace y ayuda a hacer el hábito y sobre todo hace el hábito interior del Hijo, que al no tener posibilidades de expresiones humanas, transforma las emanaciones de su figura material en una sola expresión: el magnetismo de ofrenda.
Vuestra presencia continuada, aún dentro de Cafh, es presencia de Castidad, de una verdadera ofrenda de vuestras fuerzas vitales.
Esta castidad de presencia, al ser continua, se transforma en una participación a La Castidad de los grandes seres que tienen los destinos de la Humanidad.
Siempre estamos en lo mismo. Ustedes ven que hay distintas corrientes en las ideas religiosas. En el budismo, para realizar a Dios hay que ser casto, absolutamente casto, evitar el matrimonio. Otras corrientes dicen, como la evangélica, que no, que el hombre tiene que realizar a Dios a través de la vida natural; esto quiere decir, del matrimonio.
Esto es grande y bueno, pero no es toda la verdad. La Verdad es que los seres humanos tienen que ir a procrear -Cristo lo dijo-, pero Cristo es casto, los Apóstoles y los que lo siguen son castos. Quiere decir que si todos los seres tienen que rendirse a la fuerza humana, sin embargo hay un número entre todos los seres, destinado para una vida sobrenatural sobre la tierra.
Los seres humanos, llevados a la vida natural, tienen que seguir la vida del matrimonio, tienen que entregar sus fuerzas vitales. El común de los seres tiene que seguir esa senda, pero los pocos no tienen que seguir la ley natural.
A los primeros dice Cristo: “Id a procrear”, pero a sus discípulos les dice: “Deja al padre y a la madre...” y esto no admite más explicación.
Entonces el Hijo con su ofrenda vital participa a la Vida Divina de los seres divinos que fueron, que son y que vendrán; de los que han sido castos y abandonaron la vida común para seguir una vida de castidad.
Los Hijos Ordenados de Comunidad participan de la vida divina de todos los movimientos espirituales de la Humanidad; en una palabra constituyen la selección, la participación a las almas divinas que han de salvar, que han de redimir a la Humanidad.
Quiero dar una idea general, idea filosófica de la doctrina de la Castidad.
La Castidad, entonces, en el Hijo de Comunidad, al ser divina, misional y salvadora, cumple todo el ejercicio sacerdotal y divino de los Hijos mandados por la Divina Madre a la redención del mundo.
Nuestra castidad es de presencia, es participante, es la expresión viva de la reversibilidad sobre la tierra.
Una verdadera castidad en la vida de Comunidad es expresión perfecta de vida de Comunidad. No puedo explicarlo Hijos.
Una Hija que llega a la Comunidad y ofrenda su fuerza vital, a través de su participación va perdiendo su personalidad física.
Ese es un trabajo que lleva tiempo; la mujer es femenina, es la expresión de lo femenino sobre la tierra. Pero en la Comunidad pierde esa característica, su modo de mirar cambia, su voz tiene un timbre distinto. Todas tienen un mismo modo de expresión, pero hay aquella que todavía no ha llegado a eso, le falta algo del pulimiento de su castidad.
Por ejemplo, la forma de caminar. A la mujer se la conoce en su modo de caminar. Aquí ya no es más femenino. Cambia. Es una expresión de derechura frente a los seres del mundo. Se endurece un poco. Su expresión es un poco más dura, su caminar es más varonil; eso es reversibilidad.
Lo que distingue al varón en el mundo es la rudeza. El hombre tiene modales rudos. Es la expresión de su aspecto viril. La reversibilidad que da el don de la castidad lo hace más suave en el modo de hablar. Sus manos pierden esa característica varonil: en el hombre son las manos. La mujer tiene manos más de hombre.
Los hombres del mundo no comprenden. Dicen: “son todos iguales”, pero sólo nosotros sabemos de la transformación que se ha efectuado.
La reversibilidad es expresividad. El hombre tiene que cambiar su expresión. Tiene que cambiar su trabajo y recién entonces podemos hablar de una castidad de holocausto, absoluta, de vida.
El holocausto de la castidad es la renuncia que hace el ser a los goces más inocentes y más legítimos de la mente y del corazón. Aquí empezamos a planear más alto.
El holocausto de castidad es algo tan sutil y extraordinario que sólo lo puede conocer aquél que lo siente y lo realiza. Es una muerte de nuestra visión intelectual, una muerte de nuestro sentir del corazón. Muerte de todo lo que constituye la vida exterior de los seres humanos. Tampoco se puede expresar con palabras porque no tiene expresión.
Un ejemplo: Un Hijo de Comunidad que ha permanecido varios años en una Comunidad, cuando llega el momento de irse, ofrenda inmediatamente ese Divino Amor a la Divina Madre. Eso es castidad. Renunciar a esos goces aún santos y divinos.
Otro ejemplo: Un Hijo Ordenado ha sido puesto en trabajo que lo hace con todo amor y también le ha tomado cariño a los chicos que le confían. Mañana es eliminado de eso; renunciar a saber como están esos niños. Eso es castidad de holocausto.
Otro ejemplo: Un Superior que lo han sacado del lado de Hijos que quería mucho. Eso es ofrenda de castidad, holocausto de castidad. Son goces pequeños, no puedo desearlo, pero lo son.
Es la sal de nuestra vida.
La castidad es la fuerza que mueve nuestra vida espiritual. Toda Cafh está fundamentada y cimentada en nuestra caridad. Es el tesoro más grande y precioso que pueden tener los Hijos de Cafh.
Hablar de esto es muy vano, porque se dice con el pensamiento y se siente en el interior y no se puede expresar.
¿Qué puedo yo desear más que pedirle a nuestra Divina Madre que Ella viva en nuestro corazón y haga de nuestro corazón un santuario de castidad? No podemos pedirle a la Divina Madre una castidad física porque no puede ser de otro modo, pero le pido a la Divina Madre que nos conceda la espiritualidad de esta divina virtud, la parte divina y sublimante de esta divina virtud; que haga que nuestra presencia sea presencia de castidad, que nuestra participación a la salvación del mundo sea participación de castidad, que haga que nuestra vida, desprendida de todas las cosas del mundo, sepa ser reflejada en todos los aspectos de la vida para mantener este don de castidad. Que haga de nuestra castidad la fuerza, el palanquín de nuestra ofrenda, un corazón fuerte para la castidad, porque sólo los corazones fuertes saben ser castos.
Que ablande todos los modales exteriores, que nos de manos fuertes para la misericordia y la caridad. Que en todas nuestras expresiones humanas desaparezca el rastro de lo personal para que estemos en su Divina Presencia; que nuestra presencia en el mundo no sea más que una expresión de castidad, de pureza verdadera. Le pedimos que esa castidad sea continuada, que nuestro método, disciplina, continué con nosotros, que los fantasmas impuros no vengan a tentar a los Hijos e Hijas en las horas impuras; que uno pueda ir con el propósito para que la carne no sea molestada en esas horas de tinieblas y esos fantasmas se ausenten de nuestro alrededor; que los ángeles nos rodeen para que ninguna fuerza extraña nos moleste cuando no estamos en el dominio de nuestra voluntad.

Enseñanza 46: El Cuerpo Místico de la Comunidad (26/06/1960)

El Cuerpo Místico de la Comunidad adquiere toda su fuerza espiritual e inconsustancial por la inmovilidad, la penetración y la transformación. Es indispensable que este Cuerpo Místico de la Comunidad sea uno; es imprescindible que este Cuerpo Místico de la Comunidad sea la viva expresión de nuestra Divina Madre y de su Obra Redentora sobre la tierra.
Para que este Cuerpo Místico esté libre de toda mancha, libre de toda luz que no sea la Luz Fundamental, es indispensable que aquellos que lo forman, aquellos que prestan su vida para darle Vida, aquellos que dan todas sus fuerzas espirituales para que sea la vida del Espíritu sobre la tierra, es indispensable que desaparezcan, que no sean. Esa transformación y este aniquilamiento de la personalidad para la subsistencia del Cuerpo Místico sobre la tierra es la labor admirable que hacen los Hijos a través de su renuncia, de su entrega, a través de su holocausto.
Pero es necesario que este Cuerpo Místico, que está alimentado por esta llama extraordinaria de renunciamiento, tenga también una unidad que se representa al mundo, una imagen que se refleje sobre la Humanidad, tenga un aspecto exterior que haga más fácil el contacto de lo divino con lo humano.
El cuerpo mismo de la Comunidad, esa parte del Cuerpo Místico que se pone en contacto con lo exterior, logra esto por la inmovilidad, la penetración, por la transformación.
La personalidad humana que está tan provista de atributos distintos, que continuamente saca fuera de sí una de sus personalidades para que actúe en distintos y en determinados momentos, hace que los seres sean distintos unos de otros. Porque a veces se expresan de un modo y otras veces de otro; cada uno desde modalidades de personalidades sobrepuestas que los distinguen continuamente de los demás.
Aquéllos que forman el conjunto de un Cuerpo Místico son una sola cosa, quiere decir que han de tener una sola expresión, un solo movimiento exterior y este movimiento único exterior hace que sean aniquilados todos sus aspectos individuales y personales y se expresa a través de la voluntad única, de la observancia, y esto es, vive en los Hijos a través de la inmovilidad.
Ponerse inmóvil es todo lo que es necesario, Hijos e Hijas, para que el Cuerpo Místico de la Divina Madre se exprese en el mundo de una única forma. ¿No es verdad que nosotros no tenemos ningún interés en que sobresalgan nuestras personalidades? Para nosotros es indiferente; si nosotros tuviéramos ese pensamiento, entonces la Divina Madre no nos hubiera elegido para formar una parte del Cuerpo Místico.
Si alguno se expresara de ese modo quedaría tan fuera de lugar, sería tan llamativa su atención que enseguida sería rechazado del Cuerpo Místico de la Divina Madre. Todos tienen una sola voluntad. Es la observancia.
Pero hay una sola cosa que puede traslucir afuera todavía y son los resultados de nuestras personalidades anteriores que se expresan a través de movimientos mecánicos: el modo de correr, de sentarse, estar parados. Para que esos movimientos mecánicos vuelvan a su fuero interno es necesario que el Hijo adquiera la inmovilidad. No es solamente permanecer dentro de la clausura continuamente, frente a la Presencia Divina que nos orienta a todos hacia una única misión. Es necesaria la inmovilidad muscular, dominar las reacciones habituales consecuencia de nuestra vida en el mundo, para que todo sea una perfecta expresión del Cuerpo Místico sobra la tierra. Quien ha visto a un Hijo Ordenado, a una Hija Ordenada, ha visto a todos. Que aquél que vea a una Ordenada o un Ordenado, diga: “Todos son iguales, caminan iguales, etc.” Que nadie pueda decir: “Yo prefiero a este señor o a esta señorita”.
Como les digo, esta inmovilidad mecánica hace que el ser se exprese exteriormente como si no tuviera expresión, sólo como si fuera la imagen reflejada de la Divina Madre sobre la tierra.
Cuesta un poco adquirir la inmovilidad. A ustedes que tienen toda la facilidad que les presta la Comunidad no les cuesta tanto adquirir ese admirable don. El Ordenado de Comunidad ha de pensar siempre: “No sólo estoy a la presencia de la Divina Madre, yo he de ser la estatua y Ella ha de ser la vida, yo he de ser la vestidura y Ella el cuerpo que la anima”.
El mundo expresa todo por sus movimientos. Cuando uno ve al mundo comprende su estado mental, sentimental. Entonces la expresión exterior de los Hijos y de las Hijas de Comunidad ha de ser un solo movimiento, el movimiento que expresa la Divina Madre sobre la tierra: estar rígido, no hacer muecas, no darse vueltas de un lado para otro. Todo eso ayuda para que se adquiera un mecanismo nuevo de expresarse. Esta inmovilidad que sería dureza de expresión en el mundo, en el Hijo que tiene que expresar algo divino se transforma en algo grandioso; resume en sí el ritmo del universo, el ritmo del Corazón de nuestra Divina Madre. Pero esto inconsubstancial, esta forma única, esa fidelidad que no se puede romper ni ver y sin embargo existe con toda su fuerza, se adquiere por penetración, no solamente participando de la vida de los seres, porque el Hijo o la Hija de Comunidad no puede sólo participar sino fundirse, penetrar. No puede haber dos corazones, dos pensamientos, sino un solo pensamiento, una sola acción.
Digo penetrar dentro de los Hijos compañeros de la Comunidad, porque es el único modo para que desaparezca completamente el ser personal; es indispensable cumplir la misión para la cual hemos sido destinados, traer un nuevo sentir de la vida; enseñar a los seres no las felicidades sino la Felicidad, dar a los hombres la ruta a seguir, no las diversas vías. Para eso es necesario entonces que nuestro Cuerpo Místico sea santo, vivo, se perpetúe.
Es desesperante mirar desde el punto de vista personal la vida espiritual. Las obras espirituales necesitan a veces una eternidad para cumplirse. Una Tabla necesita para establecerse casi diez años, para expandirse casi veinte años.
Yo tiemblo frente a esta obra divina que debo realizar. Es necesario que haya un ser que haga la Obra, eso sólo se logra a través del Cuerpo Místico y si nos penetramos uno dentro de otro.
El cuerpo está siempre fuerte y vigoroso; nosotros somos la sangre que penetra allí y seguimos haciendo la obra que otros han dejado y seguimos viviendo y trabajando siempre. ¡Qué importa cuándo uno morirá! Estamos listos para enfrentarnos con todo, con todo lo que trae la expansión espiritual.
No hay cuerpos, es un solo cuerpo, el de la Divina Madre. Desde luego que eso lo logramos a través del pequeño trabajo de cada día, asimilándonos con aquéllos que tienen gustos distintos a los nuestros, siendo agradables con aquéllos que nos son antipáticos: ésta es la obra de penetración. Ésto hace de la obra un Cuerpo único, de conjunto. ¿Qué importa si yo muero en este momento, si en el momento en que yo muero voy a penetrar en el cuerpo de otro para que sea Caballero Gran Maestre sobre la tierra?
Ustedes nunca han muerto, vuelven siempre a nacer y seguir la obra que han hecho. Ustedes van a penetrar en el cuerpo de otra Hija o Hijo que se está formando y que está para venir; nuestra participación es penetrante, viva, desaparece el cuerpo físico y la expresión de nuestro ser para haber un solo cuerpo.
En la Comunidad no hay un Superior, Asistente, Director, Maestro, es todo uno que lo hace. Cómo puedo yo decir: “Yo hago mejor las cosas que otro”? y “Esta cosa no está bien” He de decir: “Hoy me ha salido bien”. Cómo puedo decir: “La otra señorita o el señor o la Hija” ¿Este es un mal si soy yo quien lo hago? Si ella me dice algo desagradable soy yo que se lo he transmitido. Si yo también estoy obedeciendo y si obedezco; si trabajo estoy orando, y si oro estoy trabajando. ¿Si yo estoy en el mundo, no están ustedes conmigo allí? No hay dos, nuestro cuerpo es una única expresión, somos una sola cosa y una sola vida. Desde luego, esta comprensión penetra en el alma poco a poco, llega un momento en que esta idea es tan nuestra que uno no piensa que un pensamiento es de otro, el otro soy yo.
Entonces esto nos da la fuerza de la cohesión, fuerza existente a través de los cambios. La reversibilidad del cambio se transforma en nuestras manos en una fuerza actuante, que continuamente se expande y va más allá de los límites humanos y llega a lo infinito. Es la única forma de hacer algo los seres humanos; haciéndonos divinos lo podemos realizar.
El cambio en la vida de Comunidad es la sal de nuestra existencia; en una vida de continuo autocontrol da la impresión de que el alma se acostumbrara siempre a un ritmo. Pero no, milagro divino del Cuerpo Místico de la Divina Madre. Esta inconsubstancial forma sin embargo se expresa sobre el mundo en mil expresiones, se opera también en nosotros como Cuerpo Místico de la Divina Madre; pero ¿cuál es el don de reversibilidad en el cambio? ¿hay alguna diferencia entre cuando uno estaba en el Seminario y ahora, que está con los niños? No hay cambios. Es la reversibilidad; luz y sombra al mismo tiempo, sin que la luz infiera continuamente. La vida de Comunidad cambia continuamente: hoy estoy en una Casa y mañana he desaparecido, estoy en otra. Sin que nadie lo supiera, hoy, en la hora de silencio he hecho mi atado y me he ido. Yo siempre permanezco donde he estado, no me voy nunca de allí. El cambiar no es pasar al otro lado, trasladarse, sino que estoy en el Cuerpo de la Divina Madre y yo no he hecho más que ampliarme con Ella.
Estos cambios continuos son mucho más difíciles de adaptar al alma debido a que el alma está dentro de un método, de un ritmo determinado, debiéndose transformar sin que nadie se de cuenta. Esa es la asimilación de la vida única del Cuerpo Místico de la Divina Madre que se refleja continuamente.
Mi obra cambia Siempre. Hoy estoy con ustedes y mañana estoy con los Hijos que están en el mundo. Ese cambio no tiene que ser hecho haciendo yo un esfuerzo, tiene que ser natural. Uno tiene que decirse: “Hoy eres esto y mañana serás la maestra que dicta clase”. Todo cambia, todo se transforma y uno no se ha dado cuenta. “Tú sigues, eres siempre la misma”. Eso es la reversibilidad, un cambio de vida, cambiar a través de las actividades sin que nuestro interior sufra por eso, cambiar sin darse cuenta de todo eso.
...Ha tocado la campana; eso también es reversibilidad.

ÍNDICE

Enseñanza 1: Doctrina de Cafh
Enseñanza 2: Vida en Oración
Enseñanza 3: La Imagen de la Divina Madre (12/12/1953)
Enseñanza 4: Adoración al Comienzo de un Retiro (21/01/1954)
Enseñanza 5: La Devoción a Nuestra Divina Madre (5/10/1955)
Enseñanza 6: El Maestro te Llama (10/12/1955)
Enseñanza 7: Parábola de la Samaritana (17/12/1955)
Enseñanza 8: Las Bodas de Canaán (2/01/1956)
Enseñanza 9: Parábola del Maestro donde manda a su Servidor para que invite a sus Amigos a un Banquete que Él dará esa Noche (14/01/1956)
Enseñanza 10: Parábola de los Discípulos que iban Camino de Emaus (21/01/1956)
Enseñanza 11: Educación de los Niños (14/03/1956)
Enseñanza 12: Acerca del Consuelo y la Aridez en la Oración (11/03/1956)
Enseñanza 13: Hacer el Bien a los Niños (17/03/1956)
Enseñanza 14: Sobre la Vanidad (24/03/1956)
Enseñanza 15: Palabras del Caballero Gran Maestre en la Ceremonia de Votos Solemnes de la Señorita María Esther (12/05/1956)
Enseñanza 16: Recogimiento y Reserva de Energías (19/05/1956)
Enseñanza 17: Somos una Reunión de Almas (9/06/1956)
Enseñanza 18: Éste es el Reglamento de Cafh (11/08/1956)
Enseñanza 19: Los Bienes de Cafh serán Intrínsecos (11/08/1956)
Enseñanza 20: Un Programa Social de Renunciamiento (15/09/1956)
Enseñanza 21: Las Virtudes Interiores (22/09/1956)
Enseñanza 22: La Dirección Espiritual Entendida por el Caballero Gran Maestre (6/10/1956)
Enseñanza 23: Trato dado a los Niños en el Colegio (17/12/1956)
Enseñanza 24: Las Vocaciones de Comunidad (18/12/1956)
Enseñanza 25: La Observancia (19/12/1956)
Enseñanza 26: Sobre la Meditación (20/12/1956)
Enseñanza 27: Los Superiores (21/12/1956)
Enseñanza 28: Conceptos de Cafh sobre Nuestra Vida de Obreros (22/12/1956)
Enseñanza 29: Santa Francisca Romana (23/12/1956)
Enseñanza 30: La Puerta Santa (30/03/1957)
Enseñanza 31: Amar a la Divina Madre (6/04/1957)
Enseñanza 32: Sobre el Misterio de la Divina Encarnación (13/04/1957)
Enseñanza 33: Como Hacer la Adoración por las Almas Desencarnadas (29/06/1957)
Enseñanza 34: La Casa se Mantiene sin Sostén (6/07/1957)
Enseñanza 35: Votos Temporarios (Septiembre 1957)
Enseñanza 36: Votos Solemnes de la Señorita Malka (3/10/1957)
Enseñanza 37: Votos Perpetuos (11/02/1958)
Enseñanza 38: Presentación del Caballero Delegado de las Tablas Argentinas (23/05/1958)
Enseñanza 39: Adoración por las Vocaciones (28/11/1958)
Enseñanza 40: Recomendaciones sobre Educación (29/11/1958)
Enseñanza 41: El Examen Retrospectivo (25/04/1959)
Enseñanza 42: Nuestra Vida de Holocausto (10/01/1060)
Enseñanza 43: Ceremonia de Votos Solemnes (30/01/1960)
Enseñanza 44: El Corazón de la Divina Madre (6/02/1960)
Enseñanza 45: Ofrenda de Vida (13/02/1960)
Enseñanza 46: El Cuerpo Místico de la Comunidad (26/06/1960)

Volver

Si lo desea puede copiar las Enseñanzas a su computadora, para leerlas sin conectarse a Internet.