Nº 78 - Himno Al Maitreya

Hace muchos años, cuando el Maestro Fundador vivía y la reunión de los Grupos era una felicidad, algunos de sus discípulos del círculo más intimo, sus amigos, con los cuales solía reunirse por las tardes en el Café Tortoni de Buenos Aires, le pidieron que les enseñase una oración para acercarse al Fuerte Libertador, el Señor Maitreya. Hay varias Enseñanzas que explican la aparición del Gran Ser, y que fueron reunidas en los Comentarios que acompañan a los Cursos de esta Colección del sitio de Internet, incluso el presente himno. Pero los extraordinarios acontecimientos de destrucción que se observan actualmente nos impulsan a reiterar la trascripción de esta maravillosa obra de mística del corazón que el Maestro entregó para beneficio de las almas que buscan la paz.

HIMNO AL MAITREYA
“Amado Maitreya: habítanos.
Revélanos el misterio del amor.
Soledad inconmensurable del que sin ser humano vive entre los hombres.
Y se hace hombre en el más puro, insondable acto y sacrificio de amor.
Pureza, luz eterna de un amor sin mancha.
Solo, y a su vez uno con las almas.
Te llamamos a las puertas del Divino Santuario.
Te glorificamos para ser elevados al Amor.
Te adoramos en el fondo más profundo de nuestro corazón.
Húndenos más y más en el centro del corazón, hasta dejar de ser un hombre aislado y perdido.
Dejar de ser una ilusión.
Pongo en tus manos divinas mi pequeño corazón.
Dejarse caer en el interior de esa cámara secretísima, donde todo es quietud, sosiego y calma.
Donde el corazón se trueca por el corazón de la Divina Madre.
Que este pecho albergue al Divino Corazón, infinito, eterno.
Enséñanos a no querer más.
A no sentir más.
A no ser más.
Que no haya ni una mirada hacia uno mismo.
Ni un gesto de uno mismo.
Ni un sentir de uno mismo.
Que ese uno mismo no calcule más.
No ser nada.
Misterio divino.
Quítanos esta conciencia que nos mantiene separados.
Transpórtanos al Reino del Uno, Eterno, Infinito Ser.
Ver sólo la luz inmutable.
Si nuestra mirada se quedara allí, quieta, sería yo la Eternidad.
Que lo único que quede en el alma sea sólo herramienta para tu Obra.
Que cada instante de vida sea para llamarte, conocerte, adorarte.
Haciendo de nuestra ofrenda diaria holocausto perfecto.
Que para mirar hacia la luz sea más luz para los que están solos y desamparados.
Que por vivir en el Amor, el corazón sin movimientos sea albergue y templo para el que busca amar.
Llamar almas, albergar almas.
Y todos unos recorrer el camino hacia la luz.
Revélate, y el amor de las almas Revelará, Crecerá, y se Expandirá.
¿Dónde estás?
En el centro más íntimo y secreto de cada Corazón.
Oculto, cuando uno sigue siendo un pequeño corazón.
Luminoso, cuando se renuncia a ser, dejando lugar al Divino Corazón.
Más, ven a tus almas ya.
Haz de nosotros granitos de ese puente que tiendes entre el Cielo y la Tierra.
Sumergiéndonos en la infinitud de tu Conciencia Divina.
Toma todo lo que soy para no ser.
Sólo la Chispa Divina, Eterna, sea Tú mismo
Enséñanos a llevar todo hacia la Unidad Eterna.
Al Reino de lo Inefable.
Enséñanos a descubrirte en el más profundo centro del corazón.
Donde cabe todo.
Romper el corazón del hombre, fundirlo en el fuego divino para que se revele el corazón eterno de la Divina Madre.
Ser Tú mismo.
Así una vida será Vida.
Expansión que penetra en el ser de todas las cosas
Enciende nuestra vocación con el fuego de tu Amor por las almas.
Hazla amar hasta la muerte.
Y querer para sí el holocausto total que Tu alma enseña.
Tómame todo.
Que si una infinitésima gota quedara guardada, hiere y es muerte.
Ser Tu mismo.
Recíbenos al centro invariable.
Vernos todos en uno.
Allí cada alma lleva a las almas. Cada corazón cabe en el Único Corazón.
Ahehia ote Hes.
Eret Hes ote Ahehia.”
Esta Reflexión y la anterior están enlazadas por la contradicción y van juntas para que comprendamos las características y los rumbos diferentes de las dos épocas, el viejo signo Cristiano de la sociedad de masas, sin soluciones, y el nuevo signo Americano de la Renuncia que comienza. Entre ambos mundos, la Barrera Radiante del Fuerte Libertador establece el orden integral en la Humanidad después de 4000 años de oscurantismo. Los detritus de todas las actividades, naturales y humanas, van desapareciendo en las crecientes sombras que invaden el planeta, y por un tiempo, tal vez todo el ciclo acuariano, permaneceremos en quietud silenciosa, potencialmente, para que la naturaleza recupere su esplendor, los bosques reverdezcan, los arroyos vuelvan a ser transparentes, la atmósfera se equilibre, las especies animales y vegetales tengan vitalidad, las ciudades desaparezcan en el polvo de sus ruinas y los androides se sumerjan debajo de la Barrera Radiante que está envolviendo el Planeta como un mar de protección en este ciclo. En su tiempo, el Maestro Santiago pedía que las casas de comunidad estuvieran por encima de los mil metros sobre el nivel del mar; quizás debajo de ese nivel no será posible vivir en algún momento.

En esta generación, los hombres tenemos el privilegio de conocer el cambio de razas y la posibilidad de elegir entre dos mundos, nodo que se produce cada 24 mil años: la antigua Raza Teutónica, agonizando en la decadencia y la Raza Ario Americana naciente, cuyas ideas se expanden por el Mensaje de las Enseñanzas. Los Acuarianos encarnarán y volverán a encarnar muchas veces, aprendiendo a vivir la Renuncia.

El Himno al Maitreya contiene las claves de la Nueva Era, así como el Himno a la Divina Madre conserva la sabiduría milenaria que poco a poco irán desarrollando las nuevas generaciones. Se sugiere estudiar atentamente los Cursos Esotéricos: “El Devenir”, “El Aura Astral”, “La Ciencia de la Vida”, todos, y se podrá vislumbrar un mundo virgen con sus riquezas intactas, esperando al valiente explorador que las descubra.

El mundo físico ha revelado gran parte de sus secretos, esfuerzo magnífico que culminó con la desintegración atómica poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Todavía quedan muchos territorios de la Naturaleza reservados para el futuro, pero en otras dimensiones y con otros instrumentos de conocimiento. Con el desenvolvimiento espiritual, los hombres tendrán acceso a las dimensiones desconocidas de la realidad y perfeccionarán sus capacidades mentales, energéticas y psíquicas. Con la Barrera Radiante que ha extendido el Libertador no sólo quedan inoperantes los poderes del mundo caduco, sino se abren las potencias reservadas del hombre las que en Acuario empezarán a desarrollar sus capacidades, armonizando la mente con el corazón; el Himno a la Divina Madre contiene la sabiduría del Cosmos; el Himno al Maitreya señala el camino del corazón por donde el alma caminará libremente.

Como ya se ha mencionado, las dos últimas Reflexiones exponen claramente la alternativa de la hora y en el medio de ambos mundos está, no la muerte, como propone el siniestro personaje de la Reflexión anterior, sino el hombre individual, usted, yo, otros, y tenemos que elegir pronto, mejor dicho, ya, porque esta elección no es un proceso evolutivo que avanza o retrocede, sino la iluminación espontánea del alma tal como es: una síntesis de muchas encarnaciones con alegrías y sufrimientos, que ha llegado a esta encrucijada en el tiempo predestinado por su propia realidad interior, buena o mala, santo o pecador, negro, blanco o amarillo, no importa, para encontrarse con el Redentor, que lo espera en su propia casa.

Lector: Busque la Enseñanza “Discernimiento Vocacional”, del Curso “Intimidad de los Perfectos”; allí encontrará los detalles de ese llamamiento interior que le ayudará a comprender su propia situación en el mundo actual. Aunque fue escrito por el Maestro Santiago para los Ordenados de Comunidad, sus palabras alcanzan a todas las almas que buscan el camino. Y si quiere enriquecer esa comprensión para esclarecimiento de sus decisiones, busque en “Interpretación para Ordenados de Comunidad” la primera Enseñanza: “La Puerta Santa” y verá que esta hora también es un Portal que separa dos mundos: Se abre una sola vez.

Bienaventuranza junto al Maitreya.

José González Muñoz
Agosto de 2006

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