N° 131 - Los Falsos Espirituales

Un día el Maestro Santiago viajo hasta Rosario conducido en automóvil por su amigo Carlos Plus pernoctando en casa de Pascual Agueci, para tratar algunos asuntos con un grupo de Superiores de Cafh. Al poco tiempo de ingresar a esa reunión salió visiblemente fastidiado. “¡Vamos!”, dijo subiendo al vehículo. Tras unas pocas cuadras de marcha se volvió hacia el asiento trasero donde estaba Pascual, también muy amigo y colaborador, siciliano de la misma edad, y le dijo: “¡Mire Pascual. No deseo volver nunca más a la Tierra, pero si tengo que volver para hacer una obra, no la haré con santos, sino con pistoleros!” Esta anécdota me la contaron después de su muerte los dos amigos, en lugares diferentes.

Las Religiones, las Sectas, las Órdenes Esotéricas, las Congregaciones, Monasterios, Conventos y Ashrams, los clubes de amigos, los grupos civiles, la sociedad moderna en general están plagados de falsos espirituales que buscan en las apariencias mostrar una imagen superior de la personalidad que tienen. Éste es un fenómeno psicológico que viene de la noche de los tiempos. Jesús protestaba contra los hipócritas que ocupaban los mejores lugares del Templo mostrándose con vestiduras suntuosas y joyas. El Tartufo de Moliére señala un personaje de la burguesía francesa que se repite en todas partes hasta nuestros días. Los campesinos, los obreros y los pobres que viven de su trabajo no muestran estos signos de simulación, pero los que buscan una posición que está más allá se su realidad personal simulan una espiritualidad relacionada con la religión, la literatura, las artes y las obras de beneficencia. La mayor parte de las Fundaciones establecen en sus reglamentos la práctica de obras de caridad, pero su función es guardar y proteger bienes económicos. La falsa espiritualidad tiene un largo historial en las personas que no tienen nada que hacer pero quieren figurar en sociedad, viven pendientes del qué dirán.

La vida moderna de las ciudades es muy exigente en las formas externas, no sólo la vestimenta, el automóvil y la calle en que viven, sino las actividades que reporta beneficios anímicos, sensibles, especialmente una posición sobresaliente. Si asisten a sesiones de poesía y pinturas, recorren los salones de exposiciones artísticas, participan de conferencias y encuentros grupales, tés de beneficencia, visitas a los templos y otras actividades frívolas del turismo cultural; éstas personas son consideradas muy espirituales, entendiendo la espiritualidad como la alternativa superior a las tareas económicas.

Éste es un tipo de espiritualidad corriente relacionado con la cultura y la competencia social. No tiene mayor importancia en el desenvolvimiento personal, porque se mueve en la superficie y no penetra más allá de la piel. Es un entretenimiento que cubre las horas vacías que necesitan ser llenadas por actividades visibles. La Librería Kier de Buenos Aires, especializada en esta literatura, siempre tiene una buena cantidad de personas buscando en las estanterías libros y folletos esotéricos que se exhiben en vidrieras y estantes. Es como una enfermedad psíquica de moda que hace muchos años se mantiene y crece por promoción de la radio y la televisión. Incluso hay canales internacionales que se dedican a difundir la espiritualidad con informaciones, lugares, formas de meditar y predicaciones sobre sectas prestigiosas. Como en la antigüedad romana que organizaban viajes a los templos griegos y egipcios, hoy se promueven “tours” espirituales a lugares de templos famosos. Incluso se han renovado las excursiones al estilo antiguo por el camino de Santiago en el norte de España. Acá en Argentina, para la fecha indicada, la Difunta Correa convoca a miles de peregrinos de todo el país hacia la tumba. La Iglesia organiza peregrinaciones hacia Luján, Itatí en Corrientes y otros lugares santos. Ni qué hablar de los domingos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, con miles de turistas y curiosos de todas partes, o los viajes del Papa al exterior.

Las más fuertes y poderosas fuentes de este tipo de espiritualidad provienen de las herejías y desviaciones de las grandes religiones, alejadas de la doctrina y de las tradiciones. En América especialmente es como una inundación de nuevos grupos y sectas que con mucha fuerza propalan alguna idea sobre Jesús, la Salvación, el Paraíso, Krishna, el Buda, la Kábala o el fin del mundo. En nuestro país las revistas presentan el horóscopo de la semana según diversas corrientes y los diarios hacen publicidad comercial de curanderos peruanos, hechiceras de Brasil, adivinadoras de la suerte y diversas actividades de falsa espiritualidad. Igualmente en Mendoza son cientos los profesores de Yoga que dirigen reuniones, enseñan y otorgan títulos para poder abrir centros similares. En tanto que las Iglesias, las Sinagogas y las Mezquitas están casi vacías.

El abanico de grupos y actividades que hemos mencionado está estrechamente relacionado con el beneficio económico. En Norteamérica hay Pastores millonarios, buenos oradores por televisión y radio, que dominan el arte de la predicación. Alan Wats ha escrito algunas páginas cómicas sobre estos personajes y cierta vez dijo: “Uno no puede bañarse con la palabra agua”. Para bañarse uno necesita agua y para ser un espiritual debe poseer algunas cualidades propias, una manera de vivir auténtica y una vocación permanente de expresarse integralmente.

Hemos dicho muchas cosas sobre la espiritualidad falsa, pero nada sobre la verdadera. Como en las Reflexiones anteriores sustentamos nuestra exposición en las ideas expresadas o sugeridas en las Enseñanzas, aunque no se encuentren páginas específicamente dedicadas el tema. Más bien, del estudio de las mismas se aprecia una especie de emanación que brota de las ideas como el aroma que exhala una flor. La espiritualidad es la poesía que expresan aquellas personas que viven integralmente, cualquiera sea el nivel de sus afectos y las cosas que esté haciendo.

La espiritualidad no es un oficio ni una profesión como la actividad de los sacerdotes (el oficio de Pedro), sino el conjunto armonioso de una variedad de tareas exteriores e interiores propias de una ser coherente, cualquiera sea el nivel intelectual y social en que se desenvuelve, los analfabetos, los estigmatizados como el Padre Pío, muy activos como Vicente de Paul e inmóviles en su lecho de enferma como Sor Isabel de la Trinidad. Ostentar grandes títulos de cargos imponentes, fortunas asombrosas o fama en las artes impide el desenvolvimiento de la espiritualidad. Muchas almas con grandes posibilidades espirituales, al hacerse cargo de una autoridad en la institución que profesan, fracasaron interiormente y retrocedieron hasta niveles asombrosamente bajos e instintivos, haciendo mucho daño a las personas bajo su dependencia. Porque, como dijo Lord Acton, el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. En las personas con manifiesta espiritualidad que emana de ellas, llevando un mensaje de paz y buena convivencia, se observa un equilibrio de sentimientos y desapego de las posesiones materiales, aunque las tengan.

Es fácil darse cuenta de la espiritualidad de un ser porque es una flecha que va de alma a alma, directa, sin artificio, es un contacto interior espontáneo, directo y rápido, aunque no haya mediado ninguna palabra ni se establezca una relación. Es una emanación permanente, continuada, sin explicaciones, propia de esa persona aunque esté en soledad. Tal vez en el silencio y la quietud es cuando mejor se manifiesta. La espiritualidad es escasa en la sociedad actual abrumada de deseos insatisfechos, competencia con los semejantes para ascender en la escala de posiciones sociales, egoísmo y falta de consideraciones, en la calle, en el comercio, en el trabajo, en el hogar. Cuando hay un  encuentro pasajero con una persona espiritual, aún en el tráfago de las avenidas céntricas, de inmediato se produce el acercamiento sincero y una abstracción del medio que los rodea. Cuando un ser espiritual pasea por la calle expresa una superioridad de vida que toca a las semejantes donándolas don sus cualidades. Ésta es la clave de la expansión del Mensaje de la Renuncia, produciéndose la onda por similitud con aquellos que se le parecen.

La espiritualidad de Gandhi era reconocida hasta por sus enemigos, los ingleses. Expertos en la difamación política nunca pudieron tocar las virtudes personales y civiles del líder indio. Gandhi se fue perfeccionando con el tiempo, aunque desde temprano demostró la integridad de su carácter puesta a prueba en las luchas políticas por la libertad de su patria, en la cárcel, en los ayunos, en sus discursos, en sus relaciones con el pueblo. En la década de los años 30 hizo un viaje al Reino Unido para conferenciar con los políticos ingleses. Recibió una invitación del Rey para tomar el té en el palacio. Gandhi asistió vestido con sus humildes ropas de paria, sandalias y una manta. Su cortesía era exquisita, aunque no era agraciado físicamente, pequeño y sin dientes. El Rey se presentó con uniforme militar de gala de Emperador de la India y todas las medallas en el pecho. Después del encuentro, a la salida del palacio, los ingleses le preguntaron si no consideraba que había concurrido con poca ropa, a lo que al Maestro respondió que “Toda la ropa que a mi faltaba la llevaba el Rey”. Era un dialéctico formidable y los periodistas se retiraron.  Después de la guerra independizó a la India, los ingleses se fueron, murió asesinado por un indio y todo el mundo lo considera el mejor político de la Edad Moderna. Hizo la obra con su gran espiritualidad. Hoy, la India es una gran nación, por encima de su opresora, como lo fue siempre.

Voy a presentar otro ejemplo porque explicar la espiritualidad es difícil, tan sutil, variable, alternativa y siempre creativa. Este método, si bien no es perfecto, ayuda al lector a comprender y acercarse por imitación.

Vida espiritual es embellecer todas las horas del día. Tengo siempre en mi recuerdo a una señora de edad, viuda, madre de muchos hijos y de éstos con nietos y biznietos. Vivía sola en la casa familiar, humilde, pero con todo lo necesario. Tenía un gran jardín que atendía personalmente y muchas plantas florales: rosas trepando por las paredes, Santa Rita color crema, un arbolito Copos de Nieve, muchas macetas en los patios e interiores. La casa siempre estaba pulcra como ella misma. Leía novelas románticas y confeccionaba ropa para la familia y en la máquina tejía tricotas y suéters. Cuando descansaba en su sillón tejía con agujas largas saquitos y zoquetes para bebés, celestes y rosados, que envolvía en papel celofán. Cuando tenía un par de docenas. Iba caminando despacio y sola hasta la Iglesia de Murialdo y dejaba el bolso con su ofrenda en un canasto de donaciones que estaba en la puerta. No entraba; volvía de la misma manera y comenzaba otra tanda de tejidos. Siempre fue considerada por sus amistades una mujer equilibrada que transmitía una espiritualidad ejemplar. Yo la conocí íntimamente, era mi madre.

José González Muñoz
Noviembre de 2010

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