N° 123 - Vivir sin Religión

Vivir sin religión es natural. Las religiones son instituciones creadas por los Grandes Iniciados para organizar la vida social en épocas que nadie sabía leer ni escribir, las costumbres eran primitivas, no se conocía nada de las fuerzas de la naturaleza y, de alguna manera, la elevaron por encima del fetichismo tribal y los impulsos instintivos. Por eso, como rezagos de esas tradiciones antiguas, las religiones son represoras, no sólo con castigos en el más allá, sino también en la Tierra (Inquisición, Leyes Judías y Musulmanas). Los primeros documentos escritos son los Vedas y la Religión Brahmánica. Luego los cultos egipcios con templos a los largo del Nilo y dioses múltiples. Con Akenatón se produjo una lucha que heredaron las religiones monoteístas: Judaísmo, Cristianismo y Mahometanismo, de gran actualidad política, militar y social. Por la ley cíclica de la evolución humana esas religiones de inmenso poder económico han vuelto al tribalismo, la hechicería y la violencia, luchando entre sí: Judíos contra Musulmanes, Cristianos contra las naciones árabes, etc. Han terminado su círculo y se destruyen. Todas participarán en la hecatombe nuclear, como está profetizado por místicos, políticos y científicos. Se está viviendo la lógica de esa guerra: Corea del Sur y del Norte, Estados Unidos, Irán, Paquistán, India, Israel, Federación Rusa en Centroeuropa, el mundo en general.

Como vivimos en Occidente, vamos a tomar la Religión Católica Romana para explicar los argumentos de esta Reflexión, que se aplican igualmente a todas las otras, incluso las que no hemos mencionado. El fenómeno es universal. Israel, por su historia y su situación geopolítica frágil puede ser el detonante de la guerra atómica.

La Iglesia y sus ministros han sido noticia picante en los últimos años. Desde el último Concilio Vaticano con sus reformas mundanas, los viajes alrededor del mundo del Papa Juan Pablo II y sus espectaculares misas en estadios de fútbol y grandes avenidas con cientos de miles de asistentes enardecidos, los errores imperdonables del sucesor Ratzinger y los delitos sexuales de los curas contra niños y discapacitados con el conformismo de la jerarquía produjeron resultados muy negativos en la feligresía y las Iglesias no tienen ceremonias frecuentemente o, por ejemplo en muchas ciudades de Europa, son museos turísticos. La limosna que se recogía en ellas ha caído a pique. En estos días el Papa ha anunciado que cobrará entrada a los que quieren verlo en Londres. En sus presentaciones en Inglaterra irá acompañado por conjuntos musicales exitosos de los multimedia. ¿Pondrán en el futuro taquilla en la Plaza de San Pedro los miércoles y domingos para los turistas? ¿Qué espectáculo ofrecerán? El escenario es imponente. Todo es posible según las últimas noticias.

Aunque las estadísticas oficiales dicen que los católicos son tantos millones en América, los musulmanes tantos en el Cercano Oriente, etc. lo cierto es que los templos están vacíos y la gente se reúne cuando hay un festival divertido, por ejemplo los viajes del Papa que poco tienen que ver con la Religión, sino con la popularidad del mismo. En la Edad Media, cuando la fe era auténtica, las catedrales de ciudades como Amiens, Chartres, Burgos, Florencia, etc. desbordaban de fieles de todos los estratos sociales. Las catedrales con sus esculturas, los coros y el ritual, eran la Biblia de los pueblos analfabetos. Lo mismo puede decirse de los templos bahmánicos, las Mezquitas y las iglesias japonesas con sus jardines simbólicos. Ahora no pueden competir con la televisión que ocupa la totalidad del ocio de los ignorantes. Las misas y los sermones son aburridos e incomprensibles.

¿Qué es una Religión actualmente? Un poder político-económico en manos de grupos bien organizados o al servicio de las potencias. El Dalai Lama rechazó los beneficios que le ofreció Mao; personalmente, levantó a los monjes contra el comunismo y ahora, exiliado, con dinero de la India y la CIA recorre el mundo haciendo propaganda política contra su propia patria. Recordemos que todavía está vigente la excomunión del Papa Pío XII contra los comunistas, aunque no son un peligro para Italia y el Vaticano. La excomunión, ahora como antes, es un arma espiritual disuasiva.

Con los descubrimientos de las ciencias en todas las disciplinas y las realizaciones prácticas de la tecnología, las religiones no tienen ninguna posibilidad de ocupar un rango importante en la civilización moderna, ni siquiera en las confrontaciones bélicas; son encubridoras de las necesidades económicas, por ejemplo los intereses petroleros que empujan la invasión norteamericana en Irak, Afganistán y en otros países. Las religiones son estériles. No satisfacen ni concilian los problemas existenciales de la vida moderna, sólo actúan marginalmente. Tampoco tienen agentes preparados en sus mismas doctrinas para atender a los desamparados espirituales y sociales. Todo lo contrario, como sucede en la Iglesia Católica, con sus enormes riquezas y una alianza permanente con los poderes políticos de las naciones americanas, aparecen como el enemigo de los pobres. Y si no son capaces de aliviar mayormente ese aspecto material del abanico de necesidades, subsistencia, ayuda humanitaria, enfermedades, consejo en las desgracias, apoyo a las familias, asistencia a los necesitados, educación gratuita en los barrios y villas de emergencia, etc. ¿para qué queremos una religión conformista que sólo ampara parcialmente a los débiles? ¿Ir a misa los domingos y dejar monedas en la alcancía parroquial? No. Los creyentes en Dios todavía tienen dignidad y están abandonado la religión, cualquier religión.

Si se leen atentamente las Enseñanzas se comprenderá que la relación del hombre con Dios, cuando es efectiva y sincera, siempre es resultado de la Ascética Mística, no de la Religión. Las personas que han dejado una huella permanente en le Iglesia Católica a través de los siglos, han sido místicos, como Santa Catalina de Siena, San Francisco de Asís, Santa Teresa, San Pablo de la Cruz y muchos más que enseñaron cómo acercarse a Dios sin intermediarios, sino por el propio esfuerzo. ¿Quién recuerda el nombre de los Papas y su tarea administrativa? ¿Y de los grandes inquisidores? Nadie. Dejaron mucho dinero, propiedades y grandes sufrimientos, como ocurre actualmente y se puede comprobar estos días en las noticias periodísticas.

Los hombres no van a la Iglesia porque no necesitan la Misa ni la absolución del sacerdote. Ellos han perdido autoridad y prestigio. Las autoridades eclesiásticas han reemplazado la relación cercana del sacerdote y el fiel con espectáculos de masas concentrando toda la atención en el Papa y la Jerarquía, que no tienen ninguna relación directa con la gente. Transmitir por televisión la Misa en algún lugar ya sea una parroquia o un estadio, produce el mismo efecto emocional que un partido de fútbol. La gente no resuelve su necesidad espiritual con estas propuestas.

Las religiones han llegado al final de sus posibilidades doctrinarias y no producen nada nuevo acorde con la evolución de las ciencias, la tecnología y la cultura de la sociedad actual. En el Siglo XIX y XX hicieron disparates, como la Infalibilidad del Papa, la Doctrina Social de la Iglesia de León XIII y el Concilio Vaticano II, profanando lo que debía ser sagrado. En cambio, no tienen ninguna página valedera sobre los vuelos espaciales, la ingeniería genética, el aumento poblacional y los cambios de la naturaleza. Fueron duros con la Unión Soviética y muy blandos con los Nazis y el genocidio de Vietnam.

La Iglesia Romana no tiene nada que ofrecer hoy a los hombres desprotegidos. ¿Misas? ¿Visitas Papales? ¿Medallitas? La tercera parte de la Humanidad vive en la indigencia, sin agua potable, sin cuidados médicos, sin educación, mientras las arcas de las instituciones eclesiásticas son las más ricas del mundo.

Lo mejor es vivir sin Religión, cosa que ocurre en la práctica planetariamente y en todos los cultos. No se trata de cambiar una Religión por otra, o por una logia o una secta como las que abundan en Estados Unidos doblando la apuesta de sus promesas, con la facilidad de llegar al cielo o resolver problemas personales y familiares con aportes económicos. Hay que vivir sin religión.

Las religiones que fueron buenas en el comienzo se volvieron malas en la senectud cuando el mundo evolucionó y ellas permanecieron atadas a dogmas rígidos y al poder que tenían en sus manos. Los Brahmanes dominaban en la India con una sociedad de castas explotadoras y cuando los budistas crecieron con una doctrina de caridad superior, los exterminaron a todos. En los países musulmanes que se rigen por la Ley de justicia islámica todavía cortan las manos a los ladrones y lapidan a las mujeres adúlteras. La Iglesia Romana se centra en la Misa, una magia de transmutación de las especies, en el pecado original y en la confesión. Los judíos tienen las Tablas de Moisés de 3000 años de antigüedad. Para comprender estos fenómenos históricos hay que guiarse por la ética del bien y del mal, explicada en estas Enseñanzas, y apartarse de lo que es malo para el alma. Hay que cambiar. Hay que vivir sin religión. Hay que prepararse para el mundo futuro. Hay que liberar a los niños de los dogmas, la circuncisión, el bautismo, el matrimonio infantil.

Vivir libremente, sin amos ni totalitarismos es difícil. Los hombres fuertes se rebelan y luchan contra los tiranos. Los débiles se vuelven conformistas y aceptan un mendrugo de pan. El mundo futuro es de los fuertes. Los androides desaparecerán de la Tierra como sucedió siempre. ¿Cómo prepararse para trabajar en ese ideal y educar a los que vienen apartando las piedras que cubren el camino de realizaciones, como nos pasó a nosotros cuando éramos jóvenes con muchos ideales y pocas guías. Ésa es la tarea de las Enseñanzas difundidas globalmente y es nuestra tarea, aunque seamos pocos y estemos aprendiendo con ellas.

Si queremos ser guías para los nuevos Americanos debemos estar limpios de andrajos y costumbres que nos impiden enseñar, debemos renunciar a nosotros mismos y empezar a dar, no cosas, porque materialmente somos pobres, sino nuestra experiencia de vida que hemos aprendido a lo largo de los años junto a las reglas de la Renuncia y la asistencia de los Maestros. Dar el ejemplo y enseñar siempre. Estudiar las Enseñanzas continuamente, si es necesario recordarlas de memoria, y en toda ocasión, decir la verdad. Ser pobres como enseñaron Jesús y Buda para ganar dignidad, crédito y respeto. Alejarse de las religiones, todas, para conquistar la nueva ley universal de vida, la Renuncia, que ya está apuntando en las almas jóvenes. Apartarse de costumbres degradantes de la sociedad moderna, carreras del éxito económico, la televisión destructora de la mente, abrirse al mundo de las ciencias y al ejemplo de los místicos, buscar la amistad de los sabios de todos los tiempos, ser humildes, silenciosos, pacientes, bondadosos y consecuentemente felices.

José González Muñoz
Septiembre de 2010

 

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