ÍNDICE:

Enseñanza 1: Los Grandes Iniciados
Enseñanza 2: Los Iniciados Solares
Enseñanza 3: Los Iniciados Solares de la Primera Categoría
Enseñanza 4: Los Iniciados Solares de la Segunda Categoría
Enseñanza 5: Los Iniciados Solares de la Tercera Categoría
Enseñanza 6: Los Iniciados Solares de la Cuarta Categoría
Enseñanza 7: Los Iniciados Lunares
Enseñanza 8: Las Doce Categorías de los Iniciados Lunares
Enseñanza 9: Los Iniciados del Fuego
Enseñanza 10: Los Diversos Tipos de Iniciados del Fuego
Enseñanza 11: Los Discípulos de los Grandes Iniciados
Enseñanza 12: Relación de las Diversas Categorías
Enseñanza 13: Misión de los Iniciados del Fuego como Guías de Almas
Enseñanza 14: La Corriente de los Iniciados del Fuego en las Órdenes Esotéricas
Enseñanza 15: Los Iniciados del Fuego en la Actualidad
Enseñanza 16: El Maitreya

Enseñanza 1: Los Grandes Iniciados

El primer círculo de Iniciados es el de Iniciados Solares, o Divinos.
Siete Entidades dirigen la evolución de la oleada de vida humana circunscripta al Sistema Solar y, especialmente, a la Tierra.
Estas divinas Entidades, que ya no están atadas a la ley de Causa y Efecto, derraman su poderosísima fuerza sobre la Humanidad sustentándola con su energía vivificadora. Ellas, que son emanación del Cuarto Rayo de Vida Eterna, impregnan de Ellas mismas a todas las cosas, animan al día y a la noche, orientan el bien y el mal, marcan los nacimientos y las muertes y acompañan a los hombres en su peregrinación a través de los mundos superiores.
La impregnación espiritual de estos Seres los revela al mundo como Divinas Reencarnaciones.
Periódicamente estas Entidades, cuando es más necesario para la evolución de las Razas, se envuelven en un cuerpo etéreo sutilísimo y dirigen, desde el mundo astral, la evolución de los distintos grupos de Mónadas Humanas, y aún vienen sobre la Tierra en físicas vestiduras a dirigir directamente los destinos de la Humanidad.
Estas Divinas Encarnaciones se llaman Iniciados Solares.
Ellos no están impulsadas por la ley de la vida y están libres de las ataduras del pasado y del porvenir; nacen sobre la Tierra sin semilla de deseo y esto hace que su concepción sea inmaculada. Ellos son como son.
El segundo círculo de Iniciados es el de Iniciados Lunares, o Semidivinos.
Estas Entidades llegaron a un estado de evolución muy superior al del hombre actual en una Ronda anterior; pero renunciaron a la Bienaventuranza para ayudar a la oleada de Mónadas que inmediatamente les seguía. Ellas trabajan para que ésta llegue a un estado de perfección igual a aquél que Ellos alcanzaron.
Los Iniciados Lunares no están atados a la ley de causa y efecto; pero les ata el anhelo de liberación de la Humanidad y el recuerdo de la Ronda Humana que Ellos han trascendido.
Estos Seres, con su fuerza magnética, vivifican y protegen a ciertos sectores del mundo. Cuando es necesario, toman cuerpo astral o etéreo para impulsar más el adelanto de los grupos de hombres que les han sido encomendados y, más aún, de tanto en tanto, toman cuerpo físico para dirigir personalmente su Obra.
Ellos, mientras viven sobre la Tierra, toman sobre Ellos mismos el karma de sus Obras.
El tercer círculo de Iniciados es el de los Iniciados del Fuego o Super-hombres.
Estos grandes Seres, que aún no han eliminado completamente su Karma, pero que están por llegar a la meta, vuelven periódicamente a la Tierra para eliminar las escorias pasadas, rápidamente y ayudar a los hombres.
Los Iniciados del Fuego no están impulsados por la fuerza subconsciente de sus acciones y deseos pasados en la ley de nacimientos y muertes, como los demás seres, sino que vienen voluntariamente a reencarnar sobre la Tierra.
La Obra que realizan, la ayuda que prestan y el conocimiento que imparten a las almas, responden a una necesidad de su naturaleza intrínseca.

Enseñanza 2: Los Iniciados Solares

Hay siete categorías de Iniciados Solares.
Durante el transcurso de una Raza Raíz viene a encarnar sobre la Tierra un determinado número de Ellos.
Hasta ahora han aparecido periódicamente, cuatro de estas Divinas Dinastías.
Los Iniciados Solares de la Primera Categoría aparecen al principio de una
Raza Raíz, o cuando es necesario dar un impulso completamente nuevo a la referida Raza. Ellos estimulan y dirigen el definitivo aniquilamiento y destrucción de las Razas anteriores y enseñan la Divina Sabiduría que, transmitiéndose a través de los tiempos, mantendrá latente el espíritu de vida de toda la Raza.
Ellos son la vida, la existencia de la Raza.
Los Iniciados Solares de la Segunda Categoría, son los plasmadores de la Idea Madre que encarna la Raza.
Ellos hacen su aparición en el mundo para plasmar y asentar definitivamente esta Idea y la reactivan periódicamente durante las siete subrazas.
La Idea colectiva por Ellos fomentada perdura a través de los tiempos, aún después que Ellos han desaparecido.
Ellos son el individualismo de la voluntad.
Los Iniciados Solares de la Tercera Categoría encarnan periódicamente en la Tierra en el curso de una Raza Raíz; pero su advenimiento y su presencia son desconocidos en absoluto por los hombres, a excepción de unos pocos.
Su misión consiste en proyectar potentes formas mentales que abarcan todo el planeta y se proyectan sobre los pensamientos de los seres humanos con mayor o menor potencialidad, según el estado y adelanto de cada uno. Mantienen viva la Idea Madre de la Raza y constantemente la fomentan.
Ellos son la estabilidad de la conciencia que mantiene el individualismo de la voluntad.
Los Iniciados Solares de la Cuarta Categoría aparecen siete veces en el transcurso de cada subraza.
Ellos son los Maestros de Compasión y Misericordia.
Su misión es materializar la Idea Madre de la Raza, como Voluntad Creadora. Por eso están en contacto directo con los hombres y con los acontecimientos de vida de las oleadas humanas. Ellos vienen a la Tierra y sufren, sienten y comparten las miserias de los hombres, contribuyendo a su salvación.
Muchas veces inmolan sus vidas para que la Idea, con el sacrificio, tome un aspecto nuevo, más vigoroso y lozano.
Ellos son los Salvadores de la Humanidad.
Las otras tres categorías de Iniciados Solares todavía no han aparecido sobre el planeta.


Enseñanza 3: Los Iniciados Solares de la Primera Categoría

Los Iniciados Solares de la Primera Categoría empezaron a aparecer en física vestidura en la tierra cuando, de los semitas-atlantes, se estaban formando los primeros tipos arios.
Estos Hombres-Dioses aparecieron como meteoros luminosos delante de un continente que se hundía, ayudando con su poder a que éste y su Humanidad se perdieran en el olvido y en la profundidad del abismo oceánico; mientras, elegían de entre esos seres antiguos un puñado de hombres selectos.
Después, a estos escogidos los llevan sobre el agua y a través de los pantanos y las ruinas del pasado, a la tierra prometida que iba surgiendo paulatinamente de los mares, para servir de asiento a la nueva Humanidad.
Antes de desaparecer, esos Divinos Iniciados dejan como recuerdos de Ellos, las leyes fundamentales de la Sabiduría Eterna, como una perla puesta en una concha marina y tirada en lo profundo del mar. En el fondo de las aguas del alma humana, la Sabiduría Divina esperará a través de largas centurias que aquel pensamiento espiritualizado sea sacado de la oscuridad interior por el alma redimida; como el buzo descubre la perla y la saca de la oscuridad, para hacerla brillar sobre la frente del hombre.
El Iniciado Solar de la Primera Categoría Manú Vaivasvata encarnó entre los hombres para seleccionar a los arios y para fundar la primera subraza aria. Él es el vencedor de los atlantes y aquél que lleva a los escogidos a la Tierra prometida. Es el fundador de las diez grandes tribus o dinastías que darán vida a toda la subraza.
La leyenda hindú conserva el recuerdo del Manú Vaivasvata en sus sagradas escrituras y refiere que el Dios Vishnú le ordena al Manú Vaivasvata construir un arca, para que salve en ella a los elegidos durante los días del gran diluvio, que ha de destruir la tierra de los gigantes negros, llevando así a los escogidos a la nueva tierra.
El Iniciado Solar de la Primera Categoría Menes funda en el antiguo Egipto, a la orilla izquierda del Nilo, la ciudad de Menphis. Para hacer esto, sesgó el brazo del río que iba hacia el mediodía. Este hecho también lo afirma Heródoto, Padre de la Historia. Esto simboliza cómo Menes, venciendo los inconvenientes de los movimientos sísmicos, fundó una ciudad en lugar seguro en reemplazo de otra ciudad destruida por las aguas.
Si bien Menes ciertamente fue un Iniciado Solar, que ayudó a la formación de la primitiva Raza Aria y su nombre se encuentra en muchas antiguas escrituras, ninguna mención de Él se hace en los anales de la Madre.
Al abandonar el Manú Vaivasvata las tierras de la precosta asiática, dejó un puñado de hombres del tipo ario, que habrían de ser los fundadores de la subraza ario-semita. Estos fueron dirigidos por un Iniciado Solar de la Primera Categoría, el cual ha pasado después a la historia con el nombre de Noé o Nué y que, seguramente, es imagen del Noé bíblico.
Noé también elige dentro del pueblo semita los hombres y los animales que le fueron indicados por Dios y navega durante los cuarenta días del diluvio dentro del arca construida, hacia la tierra virgen e incontaminada.
En la historia o leyenda de estos grandes hombres, siempre se puede observar un punto concordante y similar: Es el Gran Iniciado Solar de la Primera Categoría el vencedor de las últimas huestes perdidas y salvadas de una raza decaída y el fundador de una nueva dinastía de seres selectos.



Enseñanza 4: Los Iniciados Solares de la Segunda Categoría

Los Iniciados Solares de la Segunda Categoría imprimen sobre la Humanidad la Idea-Madre que ha de desarrollarse durante toda la Raza.
En el transcurso de la Raza Aria estos Iniciados han de desarrollar la Idea-Madre de la unificación de la Divinidad con la Humanidad. Ellos se identifican de tal modo con la Idea-Madre que, después que desaparecen de la Tierra, se transforman en un mito creador.
Tampoco, en los anales de la Madre, se especifica el nombre de ninguno de Ellos; pero es dado suponer, por las exégesis hechas por los teólogos de distintas religiones que Rama, Teti, Abraham y otros, han pertenecido a esta Categoría.
Rama, el Iniciado Rey de los Indos, encarna la Idea-Madre de la Unidad Divina, dentro de la variabilidad de los distintos aspectos de la vida. Esta Idea se expresa a través del impulso que su enseñanza y su pueblo dan a las ciencias, a las artes, al desenvolvimiento evolutivo de los pueblos y a la investigación constante de los poderes de la Naturaleza.
Esta Idea-Madre está tan fuertemente unida a la misión de los indos que les hará llamar con sus nombres divinos a todas las fuerzas de la Naturaleza y a todos los poderes del hombre, desparramando la potente luz de la idea de Dios sobre todas las cosas, como un torrente que baja impetuosamente desde una montaña, regando a todo el valle.
La vida de Rama, Divina Encarnación tan venerada aún el día de hoy por el pueblo de la India por sus hazañas, está alegóricamente reseñada en el poema épico “Ramayana”.
Teti, el fundador de la VI dinastía egipcia o elefantina, es la expresión de la Idea-Madre del equilibrio entre la Divinidad única y la Humanidad variable. Este concepto le da un extraordinario desarrollo a la razón y hace que ella tienda constantemente un puente entre la mente superior del hombre y su mente instintiva. A través de esta idea la religión se hace magia o ciencia y los conceptos divinos son puestos al alcance de la comprensión del hombre. La antigua religión de Egipto es la religión de las ciencias; dentro del Templo, símbolo de la Divinidad, se encierran todos los tesoros de la sabiduría humana y divina.
Abraham, el patriarca de los hebreos, encarna la Idea-Madre de la unidad religiosa y civil que se irá plasmando en el curso del tiempo y transformado en el concepto de un Dios único que se manifiesta a través de una ley social única. Y Abraham era bien consciente de su misión y de la misión que le estaba reservada a su pueblo en el futuro, pues Dios le había dicho: “Te haré cabeza de una nación, y esta tierra -Dios no dice "tierras"- daré a tu descendencia”.
Los Iniciados Solares de la Segunda Categoría tienen, entonces, la misión de encauzar en el mundo la Idea-Madre de la Raza; y la Idea-Madre de la Raza Aria es humanizar al hombre, haciéndole olvidar, aparentemente, su origen divino, para que con su esfuerzo natural, racional e instintivo, llegue, con sus propios medios, a la posesión de la divinidad.


Enseñanza 5: Los Iniciados Solares de la Tercera Categoría

Los Iniciados Solares de la Tercera Categoría marcan a grandes rasgos la obra que ha de cumplir la Humanidad durante una Raza y canalizan esta fuerza divina en forma de una Idea-Madre. Una vez terminada su misión, vuelven a los mundos superiores, al seno del Padre, a la Eternidad.
Los hombres, si bien siguen el derrotero que les ha sido señalado, tienen, por su naturaleza más humana que divina, que desviarse muchas veces del cumplimiento de su misión. Es necesario, entonces, para mantener viva la llama constantemente y no desviarse del verdadero camino, que grandes seres desciendan sobre la Tierra y estimulen la comprensión y realización de la Idea-Madre.
Los Iniciados Solares de la Tercera Categoría cumplen esta misión.
Desde el mundo astral, en donde se visten con etéreas formas, con frecuencia descienden al mundo físico, periódicamente, para estar más en contacto con el trabajo de la Humanidad.
Cuando estos excelsos seres aparecen sobre la Tierra, viven apartados y solitarios y jamás la vida de Ellos y su trabajo estarán escritos en lenguaje humano, pues su obra es puramente mental.
Para que les sea más fácil dirigir las poderosas corrientes mentales sobre los centros vitales de la vida humana, eligen para morada los puntos más magnéticos del planeta. Escritores místicos y santos videntes señalaron como lugares de asiento de estos seres las cadenas más ignoradas de las montanas del Tibet. En los lugares más inaccesibles, bloqueados durante muchos meses por las nieves, adonde no puede llegar el hombre vulgar, allí están Ellos. En las islas más perdidas del océano, cuyos nombres no figuran en ningún mapa, allí están Ellos. En el desierto más inmenso, en el oasis más desconocido y más alejado de los centros de vida o población, allí están Ellos.
En los momentos de mayor apremio, cuando las terribles guerras desangran al mundo, cuando los males más grandes pesan sobre la Humanidad, Ellos aparecen de repente, como un meteoro entre las masas. Calman el furor, alivian los males, pronuncian una palabra de mando o de orientación y desaparecen rápidamente.
Un pintor, Schmiechen, que pudo ver una vez el rostro de uno de Ellos, hizo después una cabeza admirable de un Cristo, que lo simbolizaba.
Muchos se preguntan por qué estos Grandes Iniciados, ya que su misión es puramente mental y no han de tener contacto alguno con el mundo, vienen a la Tierra. ¿Qué necesidad tienen de tomar un aspecto físico, cuando éste no les es necesario, ni lo utilizan en su obra?
Es que es indispensable, para que la mente del hombre reciba el mensaje mental adecuado para ella, que ese mensaje sea emitido por un cerebro semejante al de los hombres. De otro modo, el pensamiento llegaría a través de una distinta onda, más sutil, más vibrante y más difícil de captar por el cerebro humano.
Los Iniciados Solares de la Tercera Categoría son los faros del mundo; periódicamente alumbran, desde su morada mortal, la mente de la Humanidad; mantienen viva entre los hombres la Idea-Madre e iluminan el Sendero que ha sido oscurecido por las pasiones, haciendo marchar a los seres humanos hacia el cumplimiento de su destino.


Enseñanza 6: Los Iniciados Solares de la Cuarta Categoría

Los Iniciados Solares de la Cuarta Categoría aparecen sobre la tierra siete veces en el transcurso de cada subraza, para facilitar la labor de adelanto individual de la Humanidad.
Los pueblos de todos los tiempos presentan como prototipo de su raza a uno de Ellos, el cual, viviendo dentro de las condiciones de las ideas de su pueblo, procura renovarlas y vigorizarlas de tal forma que deja una huella indeleble y un recuerdo divino de su obra, iniciando por sí solo, una nueva era.
El Iniciado Solar de la Cuarta Categoría se une estrechamente con los hombres, participando de sus vidas y haciéndose carne en Él los problemas de aquéllos de manera tal, que Él mismo se transforma en una imagen de esos problemas. Él, Dios, al procurar solucionarlos como parte de su misma carne y de su idiosincrasia humana, se transforma en un Salvador de la Humanidad.
Es tan estrecha la unión del Dios-Hombre con los hombres, que en muchos casos ha preponderado, aparentemente, su forma humana sobre la divina. En Él, lo divino y lo humano están tan estrechamente unidos, que siente los dolores de la Humanidad de tal modo que, puede decirse, el Iniciado Solar de la Cuarta Categoría lleva en sí todos los dolores de la Humanidad, porque sólo un hombre perfecto, por ser verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, puede sentirlos y padecerlos íntegramente.
El trabajo de Ellos es recordar la Idea-Madre, vivificarla y renovarla, quitando los escombros que el tiempo y la obra imperfecta de los hombres han amontonado sobre ella. Su misión es la de crear una voluntad individual de la Humanidad.
Muchas veces los Iniciados Solares de la Cuarta Categoría han descendido sobre la tierra. Siempre su venida fue sin semilla de karma personal o universal, y su concepción ha sido verdaderamente virginal. Su advenimiento ha sido preparado y profetizado por grandes Iniciados Lunares y Fueguinos. Además, una corte selecta de éstos últimos, los ha acompañado en la vida, como parientes, discípulos, allegados y Maestros.
El Iniciado Solar de la Cuarta Categoría afirma su divina encarnación durante su vida, con palabras inequívocas, con obras singulares, con hechos milagrosos y profecías que se cumplen, delante de testigos y en forma pública, de modo tal que su recuerdo entre los hombres sea imperecedero.
Para que su obra evidencie verdaderamente su alta finalidad, testifican con su sangre el recuerdo y la verdad de su doctrina.
Después de su muerte, desintegran rápidamente su cuerpo. Con ella, todos los seres humanos y los que están en los planos astrales reciben una notable y benéfica influencia. A los cuarenta días desintegran también sus cuerpos sutiles y se reintegran al seno de la Divinidad.
Su misión sobre la tierra termina con su muerte; pero Ellos siguen amparando espiritualmente a la Humanidad durante toda una subraza de familia, la cual, por consiguiente, crea sobre sus doctrinas una religión.
Durante la actual subraza se recuerdan varios de estos Grandes Iniciados, como Krishna, Hermes, Buda y Cristo.

 

Enseñanza 7: Los Iniciados Lunares

Durante el decurso de las civilizaciones, los Iniciados Lunares vienen muchas veces a encarnar sobre la tierra. No se puede precisar el número de todos los que han venido, ni se conoce a todos.
Estos seres semidivinos son entidades que se desarrollaron extraordinariamente en la cadena lunar anterior; por eso son libres de karma. El conocimiento y el recuerdo de los sufrimientos de la Humanidad que lucha les hace renunciar a la paz de la eternidad, volviendo a vivir entre los hombres y ayudándolos en su adelanto.
El sacrificio de estos Iniciados al encarnar es muy grande. Como tienen que desenvolver ideas y hechos relacionados a un determinado sector nacional, ético, religioso o artístico y fundar ciertas dinastías humanas, Ellos se encierran mentalmente en el círculo en que actúan, olvidando a veces, aparentemente, la belleza de la verdad única.
Los Iniciados Lunares, ocasionalmente, son adversarios de los círculos que no favorecen su actuación y, como tienen que abrirse paso a costa de luchas cruentas, suelen ser injustos y dogmáticos.
Estos grandes seres son divinizados por sus secuaces y admiradores, y execrados por los partidarios de ideas o sectas contrarias; y traen consigo un singular poder mental. Su aura es un de tamaño tal, que podría abarcar a toda la tierra; sin embargo no lo hace; sólo abarca y da vida a aquella parte de la tierra donde viven los seres a Ellos confiados. Sus adeptos, por reflejo, propagan la luz del aura del Iniciado Lunar y la impulsan por todos los ámbitos de la tierra.
La labor de estos Seres se manifiesta en distintos campos, en aspectos múltiples, hasta en los movimientos destructores.
Desde los mundos superiores, cuando está por encarnar, el Iniciado Lunar se encierra en el círculo etéreo que lo ha de cargar de fuerzas necesarias para realizar su obra. Al concentrar así sus fuerzas, las multiplica dentro del sector de su influencia. El momento en que se envuelve en la materia etérea, pesada y experimenta la pesantez que, como círculo de fuego lo separa de la Gran Obra, es el más grande de los sacrificios que Él efectúa. Pero, por divina recompensa, enseguida después de su muerte, rompe ese círculo trazado anteriormente y se liberta de los lazos kármicos. El Iniciado Lunar paga inmediatamente el karma de las obras que realiza, pues es un privilegio que adquiere por su sacrificio, al encarnar voluntariamente. Al morir, libre así de todo lazo, puede reintegrarse a los planos divinos o permanecer, como algunos, en las esferas superiores, actuando de protector o benefactor de la Humanidad.
Estos seres animan a las multitudes en los momentos de decadencia y las impulsan hacia nuevas conquistas. Sus palabras son como un relámpago hipnótico que electriza a las masas y las estimula en sus obras. Toman a las religiones y las transforman en dinastías y potencias, cristalizando las viejas ideas en nuevas leyes, necesarias para la hora de la civilización para la cual viven y destruyendo a veces estas leyes para implantar otras nuevas, más oportunas y adecuadas.
Continuamente lanzan nuevos conceptos ideológicos, crean nuevas filosofías y estimulan nuevas fuerzas favorables para la evolución humana.


Enseñanza 8: Las Doce Categorías de los Iniciados Lunares

Los Iniciados Lunares se dividen en doce categorías.
Los Iniciados Lunares de la Primera Categoría son los legisladores. Cuando aparecen pueblos nuevos, sin experiencia en los distintos órdenes de la actividad humana, vienen estos Seres a dictar leyes y normas prácticas y adecuadas para los mismos. Una característica de Ellos es que las leyes que han dictado, quedan escritas y son adoptadas por el pueblo. En la remota antigüedad fueron de este grupo: Moisés, legislador del pueblo judío; Rómulo, primer rey de Roma, Solón (siglo VI A.C.) legislador del pueblo griego. Hay grandes legisladores de tiempos relativamente modernos, pero para ser consagrados como Iniciados Lunares necesitan el veredicto de la historia.
Los Iniciados Lunares de la Segunda Categoría son los profetas. Asientan toda su autoridad en la palabra, por la cual transmiten a los pueblos los mensajes divinos, necesarios a la época. La autoridad de su palabra los eleva sobre toda jerarquía temporal existente, arrastrando las masas y haciendo que éstas sigan su orientación. Son ejemplos de este grupo: Isaías, el profeta de la decadente reyecía judía; Juan, el Bautista, el precursor de Cristo y Pedro, el Ermitaño (1050/1115), predicador y alma de la Primera Cruzada, que arrastró tras de sí a todo un pueblo de guerreros para libertar el Santo Sepulcro.
Los Iniciados Lunares de la Tercera Categoría son los Pontífices de diversas religiones. Enriquecen sus respectivas religiones espiritual y materialmente, dándoles un empuje y poder que se mantiene a través de los siglos. Pertenecen a este grupo: Aarón, hermano de Moisés, fundador de la casta sacerdotal judía; Gregorio VII (Hildebrando, mitad del siglo XI), el defensor de las investiduras eclesiásticas, y Lobsang Gyatso, el V Gran Lama de la secta de los Gelongspas, soberano del Tibet desde 1650, reconocido como tal por los reyes de Mongolia y China; fue proclamado por primera vez TulKon o encarnación divina de Tchenrozing. De él descienden los Dalai Lamas de Lahsa, Tibet.
Los Iniciados Lunares de la Cuarta Categoría son los filósofos. Ellos propulsan y renuevan las ideas filosóficas. Ejemplos: Platón (428-347 A. C.), el creador de la filosofía abstracta e idealista; Aristóteles (384-322 A.C.), el filósofo de las leyes racionales y prácticas; Pitágoras, el filósofo de la armonía.
Los Iniciados Lunares de la Quinta Categoría son los apóstoles, propaladores de un ideal religioso o moral. Tales son: San Pablo, que difunde la religión cristiana entre los gentiles; Sankaracharya, insigne instructor que vivió 800 años después de Cristo, y fue el más alto exponente y comentador del Vedanta, siendo el verdadero fundador de los actuales estudios vedantinos; Lutero (1483-1546), el reformador del dogma cristiano.
Los Iniciados Lunares de la Sexta Categoría son los filántropos. A este grupo pertenecen: San Camilo de Lellis (1550-1614) que fue el primero que a sus religiosos les impuso una cruz roja sobre el hábito, siendo así el precursor de la actual institución de la Cruz Roja; San Vicente de Paul (1561-1660), fundador de la institución de las Hermanas de Caridad; el coronel Booth (1829-1912), fundador del Ejército de Salvación.
Los Iniciados Lunares de la Séptima Categoría son grandes organizadores en las diversas actividades, especialmente de orden intelectual. Ejemplos: Padmasambhava, quién introdujo el budismo en el Tibet en el siglo VIII y fundó numerosos monasterios de monjes lamaístas; Gerardo Jung de Martigues, primer Gran Maestre de la Orden de los Hospitalarios de Jerusalén; redactó los estatutos de esta institución, que sirvieron después de base para las ulteriores órdenes caballerescas; murió en 1118; San Francisco de Asís (1181-1226), fundó las tres órdenes franciscanas y vigorizó el espíritu del cristianismo.
Los Iniciados Lunares de la Octava Categoría son los grandes guerreros, como: Alejandro el Grande (356-323 A.C.), Aníbal (247-183 A.C.) y Carlomagno (742-814).
Los Iniciados Lunares de la Novena Categoría son los grandes monarcas. Ejemplos de ellos son: el bíblico Rey Salomón; Amenophis IV (1381-1352 A.C.), último Faraón de la dinastía XVIII; y Asoka, emperador budista de la India, de la dinastía Maurya, que reinó de 264 a 227 A.C.; quedan del mismo treinta y cinco inscripciones grabadas en la roca viva.
Los Iniciados Lunares de la Décima Categoría son los gobernantes autoritarios. Ejemplos: Pericles (499-429 A.C.); Julio César (100-44 A.C.) y Napoleón (1769-1821).
Los Iniciados Lunares de la Undécima Categoría son los grandes sabios, inventores y descubridores. Se cita entre ellos a: Arquímedes (289-212 A.C.), Cristóbal Colón (1437-1514) y Pedro Curie (1859-1906).
Los Iniciados Lunares de la Duodécima Categoría son los grandes escritores y artistas. Ejemplos: Fidias (497-431 A.C.), famoso escultor griego de la antigüedad; Dante (1263-1321), genial poeta italiano, autor de la Divina Comedia; Wagner (1813-1873), el restaurador del drama musical.

 

Enseñanza 9: Los Iniciados del Fuego

Los Iniciados del Fuego son seres grandemente evolucionados, pero que aún están atados a la ley de causa y efecto. Vienen periódicamente a la tierra, no arrastrados por el karma de la reencarnación y a pesar suyo, como las otras almas, sino voluntariamente; por propia determinación se adentran en la densidad de la materia, para realizar las últimas experiencias. El deseo está muerto en Ellos, pero todavía sus almas reflejan las sombras de los deseos pasados.
Estos seres miden, antes de reencarnar, la gran diferencia que existe entre el estado de vibración en que se encuentran y el estado de densidad física como un acto de sublime sacrificio. Sienten una inmensa pena y una aversión indescriptible en abandonarse a la nueva vida que los llama; pero, como comprenden la necesidad que tienen de experimentar una vez más la vida de los hombres, durante la cual podrán eliminar la sombra de todo deseo, se ponen en estado de concentración y se abandonan suavemente al sueño, que durará una vida más.
Como no están atados en la tierra por ningún lazo determinado, sienten el impulso y la necesidad imperiosa de cumplir acabadamente una obra para beneficio de la Humanidad, necesaria para el cumplimiento de la evolución y el desarrollo de la Idea-Madre. Su obra es, al mismo tiempo, la síntesis de su aspiración humana.
Es difícil distinguir en los Iniciados del Fuego cuál es la labor que cumplen para eliminar rápidamente su karma y cual es la obra que desarrollan para bien de la Humanidad. Estos dos aspectos van tan estrechamente unidos, que son como una sola expresión; pues estos Superhombres, al dedicarse al bien o a una labor, lo hacen con tanta elevación, que su trabajo se transforma en un medio para final purificación de Ellos.
El lema de los Iniciados del Fuego es hacer de la materia mente y de la mente materia. Al hacer de la materia mente, espiritualizan sus actos y sus afanes; y al hacer de la mente materia, gastan todas esas energías y aspiraciones en un bien práctico y aprovechable.
Su existencia como seres extraordinarios pasa, generalmente, desapercibida en la tierra; pero su obra deja huellas imborrables.
Su misión principal es la de preparar las almas, para que puedan transmutar los valores que tienen depositados en sí. Son, según los diversos aspectos de su actividad, forjadores de almas, maestros de grandes Iniciados.

 

Enseñanza 10: Los Diversos Tipos de Iniciados del Fuego

Los Iniciados del Fuego aparecen continuamente sobre la tierra. Su número no se puede calcular, ni es posible definir exactamente sus tipos.
Ellos están en todos los aspectos de la vida que haya que animar; así, son músicos, artistas, santos, teólogos, sabios, exploradores, guerreros, etc. En cada una de las múltiples manifestaciones de la evolución humana, hay uno de Ellos que estimula el esfuerzo.
Cualquiera sea la obra que desarrollan y cualquiera sea el lugar en que se encuentren, presentan una característica inconfundible: tienen discípulos. Sienten una necesidad imperiosa de educar almas, transmitiéndoles sus sentimientos, sabiduría y experiencia.
Con mano segura, Ellos encienden el fuego sagrado que quema la inacción, y crean en las almas nuevas ansias, nuevos anhelos.
Cuando hay guerras, estos Iniciados llaman a la paz y moderación; en tiempos de paz, promueven las renovaciones.
Cuando la superstición y el fanatismo imperan, Ellos estimulan el conocimiento y la tolerancia; mientras que, cuando los hombres languidecen y decaen, los reconfortan haciéndoles sentir el amor por la vida y comprender su belleza.
Ellos dejan en cuadros inmortales los rasgos históricos de un pueblo que pasó o de una época que fue. Cantan los dolores y las penas de los hombres y, con melodías celestiales, le revelan a la Humanidad su origen divino.
Su acción se realiza en las escuelas, en los templos, en los conventos, en las diversas asociaciones esotéricas, ejerciendo su influencia en los movimientos culturales e inspirando, además, a aquellos que mandan y dirigen la sociedad humana.
A veces confunde algo la obra de estos hombres, porque animan ciertos aspectos de la vida que parecen alejados de lo espiritual, pero que en realidad, también contribuyen a la perfección y adelanto del hombre.
Como tienen discípulos que captan sus tendencias características, se forman a través de éstos, escuelas y órdenes religiosas, movimientos científicos, filosóficos, etc.
Hay un grupo de Iniciados del Fuego que tienen la especial misión de representar al círculo astral que dirige y protege a todos los Iniciados del Fuego sobre la tierra.
No siempre la obra de estos Iniciados consiste en educar discípulos y formar almas que reflejen en el mundo sus particulares aspiraciones; muchas veces su obra es la de despertar almas de grandes Iniciados y seres extraordinarios que deben desarrollar en el mundo una labor diferente a la de Ellos. En este caso, con divina intuición, trabajan constantemente en el alma de aquél que les fue confiado. No proyectan nada de ellos mismos en estas almas, sino que les despiertan continuamente el recuerdo de la misión que habrán de desarrollar, enseñándoles todo lo que les será útil para la misma.
Otras veces vienen exclusivamente para acompañar a ciertos Iniciados Solares o Lunares. En tales casos, si bien pasan desapercibidos, son tan solícitos para cumplir su obra de amistad o parentesco con el Iniciado que acompañan, que resultan verdaderamente admirables.
Frecuentemente, para que la obra de un Iniciado Solar o Lunar sea completa, es necesario que muchos Iniciados del Fuego imiten su vida y propaguen sus doctrinas en círculos más pequeños; así lo hacen, procurando reproducir la vida del Gran Iniciado que les fue encomendado; en este caso su obra se puede llamar de tipo solar o lunar.

Enseñanza 11: Los Discípulos de los Grandes Iniciados

Los grandes Iniciados, además de ser auxiliados por Iniciados de otras categorías, lo son también por un sinnúmero de seres que, por su adelanto espiritual, sintonizan con Ellos y con su obra.
En el mundo astral, cuando comienzan a generarse las vibraciones que han de acompañar en la tierra al gran Iniciado, éstas se comunican a los que serán sus discípulos y favorecen su rápida encarnación.
No todos los seres pueden encarnar sobre la tierra cuando es su hora, aunque lo deseen ardientemente; por causas que podrían llamarse de Karma astral, son retenidos en ese plano. El descenso de un gran Iniciado, por efectos de su extraordinaria vibración, favorece siempre el nacimiento de muchos seres y, sobre todo de aquellos que han de estar vinculados con Él, espiritualmente, en la tierra.
Esta vibración se prepara paulatinamente y aumenta a medida que se acerca el momento de la encarnación, perdurando durante el período en que el gran Iniciado vive sobre la tierra y transformándose después de la muerte del mismo, en la Gran Corriente de su obra.
Muchos discípulos preceden al nacimiento del gran Iniciado, o lo siguen. Ellos tienen un signo indeleble que es una intuitiva espontaneidad que les permite encontrarse con su Maestro. Lo encuentran sencillamente y siguen su palabra y su obra en una forma intuitiva que no podría explicarse fácilmente; sienten el llamado del Maestro y van tras sus huellas.
Los discípulos no siempre tienen contacto directo con el gran Iniciado; a veces lo encuentran una sola vez en su vida y basta este encuentro para determinar su vocación; otras, no lo conocen y sólo han oído hablar de Él y, sin embargo, perciben de tal modo su presencia que siguen su obra.
Los discípulos, aún aquellos que no viven en contacto con los grandes Iniciados, forman las colonias de los que propagan sus obras. Son un número determinado de hombres que, al llamado de una misma vocación, entran en la Gran Corriente del gran Iniciado, manteniéndola, fortaleciéndola y defendiéndola.
Cuando la obra del gran Iniciado ha de durar mucho tiempo, estos discípulos aún después de muerto aquél, vienen muchas veces a la tierra y mantienen ininterrumpidamente la cadena vocacional, mientras el gran Iniciado, desde los mundos superiores, los vigila y dirige.
Algunos discípulos buscan durante diversas vidas a su Maestro sin encontrarlo. Estas almas tienen el aspecto de haber fracasado en la vida; pero no es tal; sus vidas se concretan a una búsqueda y a una preparación para el cumplimiento de la misión que les ha sido encomendada.


Enseñanza 12: Relación de las Diversas Categorías

Los Grandes Iniciados Solares vienen siempre acompañados de Iniciados de otras categorías.
No se hace referencia aquí a aquellos Iniciados que tienen la misión de profetizar y preparar el camino para la venida de Ellos, ni a los que trabajan antes de su llegada para disponer el ambiente y las corrientes magnéticas que los han de recibir y cobijar.
En el caso de Iniciados Solares, la madre es siempre una Iniciada Lunar y el padre un Iniciado del Fuego. Los que se encargan de educarlos en los primeros años son generalmente Iniciados del Fuego o discípulos de Iniciados.
Cuando ha llegado la hora en que el Iniciado Solar ha de sintetizar su obra redentora, es indispensable que un Iniciado Lunar lo proclame ante el mundo y confirme la magnificencia de su misión. Es el caso del Iniciado Lunar Juan El Bautista, que confirma a Cristo en su misión mesiánica con el bautismo.
Los discípulos de los Grandes Iniciados Solares son Iniciados Lunares, y sus propagadores son Iniciados del Fuego y discípulos de Iniciados del Fuego.
El Buda está rodeado de treinta y dos Iniciados Lunares, que colaboran en su gran obra y que tienen la misión de sintetizar sus ideas; y tiene Iniciados del Fuego, propagadores, para predicarlas y desparramarlas por el mundo.
Cristo tiene doce Iniciados Lunares, que son los doce Apóstoles, y setenta y dos Iniciados del Fuego, que son los discípulos, además de mujeres y hombres que le siguen con gran devoción.
Muy distinta es la relación que existe entre los Iniciados Lunares, cuando vienen a cumplir una obra que les ha sido encomendada directamente y otras categorías de Iniciados. Nunca tienen contacto vivo con algún Iniciado Solar. Si alguna vez lo establecen con otro Iniciado Lunar, es a través de una lejana amistad o de pequeños contactos que no permiten que haya entre las auras de los dos Grandes Iniciados, un verdadero intercambio de fuerzas magnéticas. En cambio son muchos los Iniciados del Fuego que los acompañan.
La madre del Iniciado Lunar es siempre una Iniciada del Fuego; a veces también lo es el padre y nunca deja de serlo el instructor que lo educa para la misión que ha de cumplir. Sus discípulos directos son siempre Iniciados del Fuego, que participan de la obra únicamente como colaboradores.
Los Iniciados del Fuego, cuando tienen que cumplir una obra peculiar, se mantienen alejados, en la vida, de los Iniciados de otras categorías. Es, a veces, tan personal su obra, que tiene todo el aspecto de la misión del Iniciado Lunar, si bien carece del extraordinario interés y del deseo de imprimirla en un determinado sector que caracteriza aquélla. La misión del Iniciado del Fuego es siempre ecléctica.
Es necesario observar que todas estas grandes corrientes de poder, sintetizadas a veces en hombres extraordinarios, tienden a fundirse entre sí y a presentarse como un conjunto de fuerzas que Ellos irradian para el progreso y adelanto de la Humanidad.


Enseñanza 13: Misión de los Iniciados del Fuego como Guías de Almas

Las almas que tienen grandes misiones que cumplir en la tierra, casi siempre poseen una reserva de energías que traen desde los planos astrales para aplicarla a la labor que vienen a cumplir. Ellas van derecho hasta el final de la obra, no importándoles, por eso, el desgaste total de su energía; porque su dinámica labor es una avalancha que no se detiene sino en el valle. Pero, a veces, estallan antes de llegar.
Es necesario, por ello, que estas almas encuentren en su carrera a alguien que las haga detener, reponer sus energías y hacerles recordar que la fuente viva está en su interior.
Los Iniciados del Fuego cumplen esta misión característica.
Ellos ocupan en el mundo un lugar apartado y de poco relieve; son, la mayoría de las veces, religiosos o personas piadosas; pero tienen tal fuego en sí, que saben encenderlo en las almas y hacerlas realizar grandes cosas.
Desde luego su actuación pública es casi nula y pasa completamente desapercibida, porque viven para hacerse espejo de serenidad y oración, en donde las almas puedan reflejarse.
Ellos no enseñan la ciencia ni la filosofía, pues esta labor está reservada para otros; únicamente se dedican a llevar el fuego místico a las almas y hacerles amar la oración y la contemplación. Saben que aquél que tiene una misión mundana que cumplir está rodeado de peligros en los cuales puede caer, llevado por la vanidad y la soberbia; y saben también, que la única seguridad es el cultivo de la vida interior y el amor a la oración.
Estos Iniciados del Fuego, guías de almas, despiertan en sus discípulos el interés para acrecentar la fuerza para el desarrollo de su misión, primero, y después, para el amor de Dios únicamente. El hombre a ellos confiado llegará más pronto a la meta cuanto más esté desprendido del resultado final, cuanto más trabaje por trabajar. Por eso, al hacerle olvidar, a través del amor a Dios, su participación personal en la obra le facilitan el éxito en el cumplimiento de su deber.
Estos Grandes Iniciados del Fuego tienen todos, más o menos, una misma caractarística individual: son exteriormente moderados, mansos, humildes y joviales; pero de estas pasivas virtudes sacan un temple irreductible de verdaderos forjadores de santos y héroes.
Su lema es siempre único: Dios es el sumo bien y hay que buscarlo sobre todas las cosas; para encontrarlo es necesario amarlo y no se le puede amar si hay apego a otras cosas.
Los hombres que cumplen una obra en el mundo son, conciente o inconcientemente, amadores de Dios que, frecuentemente, pierden el tiempo sirviendo a esto o aquéllo, que no es más que una ilusión de Dios. El Iniciado del Fuego los separa de todas esas cosas y eleva a estas almas predestinadas para cumplir sus obras únicamente para Dios.
Estos Iniciados del Fuego no sólo dirigen almas extraordinarias, sino también a numerosos discípulos que, sin ser predestinados, Ellos los guían por el estímulo y la aplicación constante de la voluntad hacia la contemplación.

 

Enseñanza 14: La Corriente de los Iniciados del Fuego en las Órdenes Esotéricas

Entre las misiones que les han sido confiadas a los Iniciados del Fuego, una de gran importancia ha sido aquélla de reservar el espíritu tradicional de los primitivos Iniciados, en el más absoluto silencio y a través de las civilizaciones.
Como levadura de sabiduría, estos Iniciados han mantenido sus enseñanzas apartadas de los ojos mundanos, para ofrecerlas, de vez en cuando, a la Humanidad, cuando lo exige una imperiosa necesidad y es notable el decaimiento de la fe.
En el siglo XVIII las Órdenes Esotéricas tomaron mucho incremento y desarrollaron una gran obra social, especialmente en Europa. Hasta entonces, los Iniciados del Fuego que las dirigían habían tenido por lema aquellas palabras del Gran Maestre Iniciado: “Orare et laborare”, orar y trabajar, que sintetizaban toda una obra de recogimiento, de oración, de vida interna.
La primera palabra, orar, estaba sobre todo; por eso, el estudio y la oración venían primero; el trabajo era una consecuencia.
Lo que ellos aportaban a la Humanidad era esporádico y dado con la máxima reserva.
Pero en el siglo XVIII, los Iniciados del Fuego que dirigían las Ordenes Esotéricas, se dividieron, afirmando algunos que el lema de importancia para estas sectas debía ser: “Laborare et orare”, trabajar y orar.
La Humanidad, su desenvolvimiento, su adelanto y su bienestar era todo; los Iniciados estaban obligados a dar su sabiduría, a salir de sus retiros para prodigarse; la vida interna venía, por consiguiente, después.
Por esta nueva orientación se gestaron revoluciones y se transformaron todos los Estados en el siglo XIX. Las doctrinas que trajeron el adelanto moderno, basadas en la libertad y el positivismo, son fruto de esta orientación: “Laborare et orare”.
Pero estas corrientes nunca se establecen definitivamente. La importancia que les han dado los Iniciados del Fuego del siglo pasado a las ciencias naturales, han hecho decrecer el amor al estudio de las ciencias divinas; por eso las Ordenes Esotéricas han de volver a sentir, en un momento dado, la necesidad de enarbolar el antiguo lema: “Orare et laborare”.

 

Enseñanza 15: Los Iniciados del Fuego en la Actualidad

Se podría trazar una línea divisoria entre los Iniciados del Fuego anteriores a la primera guerra mundial (1914-1918) y los actuales. A partir de entonces la Humanidad ha entrado en un camino de síntesis de toda su obra anterior, que ha de culminar con la destrucción de las subrazas antiguas y el asentamiento definitivo de la nueva subraza.
En estos períodos de transición pareciera que los Iniciados del Fuego, al ver la inutilidad de predicar doctrinas constructivas en el mundo, se recogen más en sí mismos o trabajan en pequeños núcleos para seleccionar las almas que han de mantener vivo el fuego interior de la fe y del amor.
Los Iniciados del Fuego actuales viven ignorados casi por completo, si bien se sabe que hay un número muy grande de ellos sobre la tierra. Muchos han encarnado para preparar la venida de la Divina Encarnación y otros para colaborar en la formación de la sexta subraza.
Ellos son, pues, almas que estudian, oran y trabajan, la mayoría en silencio y en la oscuridad, para el porvenir.
Algunos se esconden de las miradas de los hombres a propósito; se sepultan en los monasterios y en las soledades. Alrededor de veinte de ellos, para no tener que presenciar muchos horrores de la Humanidad, entre 1930 y 1939, han marchado al Tibet a ponerse bajo la dirección de sabios Lamas.
Otros, destinados especialmente a las tierras de América, también se han retirado de las grandes ciudades, para preparar su obra futura.
Muchos son aún niños, que podrán presenciar el aniquilamiento definitivo de la quinta subraza y cumplir una clara obra social en la nueva.
Los Iniciados del Fuego de la hora anterior a la actual, han desaparecido en número considerable durante la última gran guerra (1939-1945).
Si los estudiantes desean encontrar a los Iniciados del Fuego de la hora actual, deben escuchar sus enseñanzas y la voz de orden que les han dado para encontrarlos: “Vive en tí mismo, cada vez más escondido en tu interior; penetra hasta lo más hondo de tu corazón y allí te diremos en qué lugar estamos, dónde vivimos y cuál es nuestro nombre”.


Enseñanza 16: El Maitreya

Por los años 1972-77 es esperado sobre la tierra la nueva Divina Encarnación de Cuarta Categoría.
Los estudiantes espirituales, en el deseo de saber algo de su vida, de su misión y de su futura obra, se dejaron llevar por su entusiasmo y han escrito sobre Él, cantando su poder, embelleciendo su figura, enalteciendo su obra y dando brillo real a todos los contornos de su divina existencia. Pero su futuro permanece oculto en el misterio del provenir.
Es probable que la realidad sea mañana muy distinta de lo soñado y que Él sea un varón humilde que pasa inadvertido, por su aparente insignificancia, entre la multitud, pues seguramente ha de ser heredero de Aquél que dijo: “Mi delicia es vivir entre los hijos de los hombres”.
Lo que importa conocer de antemano, a grandes rasgos, es la forma en que Él llegará a la Humanidad, la misión que tendrá que desarrollar entre los hombres y qué nuevo sentido de la vida donará a estos.
Evidentemente, la Humanidad ya ha salido del oscurantismo, los hombres saben leer, tienen aspiraciones sociales y determinan sus vidas, en cierto modo. Cuando se encuentran solos, piensan a su manera y sienten de un modo propio y personal, si bien la Humanidad sigue aún el instinto colectivo de las masas.
La agonía de la hora actual es ésta: vislumbrar y no ver, querer y no poder alcanzar, salir fuera de los velos de la ignorancia para sentir sobre sí el peso de la incomprensión; y es éste un martirio más interior que exterior. Las grandes ruinas externas son, en realidad, el resultado de esta lucha interior.
El hombre de antes podía vivir relativamente tranquilo, porque no sabía nada y era dirigido; en cambio el hombre actual al saber tan sólo un poco, este saber es para él su mayor enemigo y tormento.
El Maitreya viene a la Humanidad para procurar la solución de este vital problema para la raza. ¡Cuán dificil es su misión!
¿Para ser feliz, el hombre ha de vivir identificado con la colectividad o encerrado dentro de sí mismo, como si nada existiera fuera de él?
¿Será la misión que trae el gran Ser la de amasar su carne con su espíritu y hacer así un nuevo pan para satisfacer al hombre?
¿Juntará tanto de carne, tanto de mente y tanto de espíritu para dar con esta armonía una solución para los grandes males actuales?
¿Enseñará la necesidad de aniquilar completamente la voluntad o revelarse a todos y a todo, siguiendo solamente el impulso personal, para ser felíz?
Esperan los hombres de buena voluntad, los discípulos fieles, los Iniciados del Fuego, silenciosos, de rodillas, humildemente, limpio el corazón y la mente sosegada, su ensenanza, su contestación, su admirable verbo.

ÍNDICE:

Enseñanza 1: Los Grandes Iniciados
Enseñanza 2: Los Iniciados Solares
Enseñanza 3: Los Iniciados Solares de Primera Categoría
Enseñanza 4: Los Iniciados Solares de Segunda Categoría
Enseñanza 5: Los Iniciados Solares de Tercera Categoría
Enseñanza 6: Los Iniciados Solares de Cuarta Categoría
Enseñanza 7: Los Iniciados Lunares
Enseñanza 8: Las Doce Categorías de los Iniciados Lunares
Enseñanza 9: Los Iniciados del Fuego
Enseñanza 10: Los Diversos Tipos de Iniciados del Fuego
Enseñanza 11: Los Discípulos de los Grandes Iniciados
Enseñanza 12: Relación de las Diversas Categorías
Enseñanza 13: Misión de los Iniciados del Fuego como Guías de Almas
Enseñanza 14: La Corriente de los Iniciados del Fuego en las Órdenes Esotéricas
Enseñanza 15: Los Iniciados del Fuego en la Actualidad
Enseñanza 16: El Maitreya

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